Gran conmoción ha causado el caso de Emmelyn Canales, niña de 11 años que desapareció el sábado 2 de febrero en la comuna de Licanten, mientras se encontraba en compañía de su abuelo y de José Navarro, a quien se le imputa el secuestro de la menor, quien apareció con vida en la madrugada de este sábado.
Lunes 12 de febrero de 2018

El caso ha sido noticia y tenido gran despliegue mediático por parte de diarios, radioemisoras y canales de TV, donde le han dado cobertura hasta el más mínimo detalle aparecido, revelado por las autoridades o el seguimiento que se le ha realizado a la familia de la menor.
No se han escatimado recursos en cuanto a unidades para tener el último detalle por parte de los medios, ya que la situación desde su inicio ha generado gran expectación e interés por gran parte de la población. Pero, ¿a qué costo y hasta donde se puede llegar para tener la última actualización noticiosa?
Durante el desarrollo del delicado caso, los diferentes medios se centraron en dos ejes principalmente. El primero: llegar a lo más profundo de la familia de la pequeña, buscando testimonios cargados de desesperación y sufrimiento propio que alguien puede tener al vivir la experiencia de la desaparición de un ser querido, sumado a la recolección de datos que pudieran enlazar al Indicado secuestrador y sus conexiones con la familia.
En el segundo eje se encuentra la indagación y realización de un perfil del victimario, entrevistando a su familia y cercanos para poder dar fuerza al prontuario policial que Navarro tiene, más que querer denunciar al implicado por sus crímenes, se puede leer que los medios aprovechaban el contexto para generar expectación y conmoción sobre lo que Emmelyn pudiera estar pasando en las manos de su sustractor, cada detalle sobre los posibles abusos que la menor podría estar recibiendo, es transmitido a la expectante población.
Sumado a lo anterior, en la reciente aparición de la niña, el foco fue sobre el estado de salud en que ella se encontraba, pero los titulares estaban centrados en si existían o no indicios de abuso sexual. Lo cual evidentemente es un factor fundamental por la integridad de la menor, sin embargo, genera algunas discrepancias respecto a la intencionalidad de algunos medios respecto al caso que sea el centro de atención. Parece ser que más que querer informar, se transformó en un ancla para captar atención o directamente en morbo. Más aún cuando programas de farándula como Primer Plano trataron el caso.
Pero este tipo de contenidos no es nuevo, hay una larga lista de prácticas similares, pero uno de los más conocidos, pues llegó a la justicia fue el del trágico caso de Nabila Rifo, quien fuera brutalmente atacada por su ex pareja. Canal 13 a través de su espacio matinal tuvo gran cobertura de cada detalle que se fuera sumando, y no hubo ningún tipo de filtro en lo que comunicaron. En una de las ediciones de “Bienvenidos” el equipo divulgó, a través de su conductora Tonka Tomicic, el informe ginecológico de Rifo sin ninguna autorización.
Estos casos mediáticos sin filtro sobre las marcas y huellas producidas en las victimas, lleva a pensar y reflexionar sobre qué es lo que buscan los medios tradicionales de comunicación (que actualmente están concentrados en pocos propietarios, quienes generalmente también son dueños de otras ramas industriales), ¿quieren denunciar, ayudar a esclarecer casos, informar o simplemente tener visualizaciones y puntos de rating?