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Red Internacional
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PEDOFILIA ECLESIÁSTICA. Caso Ilarraz: comienza el juicio que ventilará el encubrimiento de la Iglesia católica

Hoy arranca en Paraná la primera audiencia del proceso contra el cura que abusó por años de alumnos de un internado católico. Siete víctimas, hoy adultas, lo denunciaron y lograron llegar a esta instancia.

Lunes 16 de abril de 2018 00:00

Hoy a las 9 de la mañana el cura Justo José Ilarraz se sentará frente al Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná en la apertura de un proceso en su contra que tardó casi seis años.

Los debates que se extenderán hasta mediados de mayo sacarán a la luz el escándalo de mayor envergadura que salpica a la cúpula de la Iglesia Católica del último medio siglo en Entre Ríos: los abusos y la corrupción a menores en el Seminario Arquidioceano Nuestra Señora del Cenáculo.

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En 1984 Ilarraz fue ordenado cura por el hoy cardenal Estanislao Karlic, quien al año siguiente lo designó administrador del Seminario y puso bajo su cuidado a los adolescentes que cursaban el ciclo básico de la escuela secundaria con internado.

El cura cumplió rol de prefecto de disciplina y guía espiritual. Valiéndose de ese rol abusó sexualmente de muchos de ellos. Siete acudieron al Poder Judicial y lo denunciaron. Esos testimonios constituyen la piedra basal de la acusación del Ministerio Público Fiscal en el juicio que empieza hoy.

Los calvarios

Maximiliano Hilarza ahora tiene 38 años y vive en Rancagua, al sur de Santiago de Chile. Allá se mudó en 1996, el año en el que Karlic cerró una instrucción interna después de haber llevado adelante una investigación sumarísima sobre los abusos del cura Ilarraz en el Seminario.

En 1996 lo condenó al destierro y le ordenó irse a una casa de retiros espirituales después de haber oído el testimonio de tres víctimas de abuso. De algún modo, Ilarraz se las ingenió para seguir siendo cura, ya no en Paraná, de donde fue expulsado, sino en Tucumán, sitio en el que estuvo hasta que fue suspendido, en 2012, cuando se abrió la investigación penal en Entre Ríos.

Cuando ingresó al Seminario en 1992 Maximiliano Hilarza tenía 13 años. Ilarraz lo abusó el primer año del internado. “Han sido muy difíciles para mí estos últimos dos meses. Tener que ir a declarar, verlo de vuelta a él, me genera mucha angustia, mucho dolor. Desde que la noticia salió, en 2012, he tenido pesadillas constantes los últimos seis años”, le dijo a este cronista pocos días antes de testimoniar en el juicio oral.

Al año siguiente abandonó el Seminario y cuando el ahora arzobispo de Paraná y entonces rector del Seminario, Juan Alberto Puiggari, le preguntó por qué se iba, optó por el silencio. “Sentí que de parte de él (de Puiggari) no hubo intenciones de ayudarme, porque él sabía lo que estaba ocurriendo con Ilarraz”, cuenta.

Los tres últimos arzobispos de Paraná, Puiggari, Karlic y el arzobispo emérito Mario Maulión, están citados a declarar en el juicio a Ilarraz. Será el 9 de mayo, aunque el tribunal debe resolver si la declaración es en forma personal o por escrito, una prerrogativa que dispone el Código Procesal Penal.

¿No mentirán?

Karlic gobernó la Iglesia de Paraná entre 1983 y 2003; Maulión estuvo desde el 9 de julio de 2003 hasta que alcanzó la edad límite para el servicio activo, los 75 años. El 4 de noviembre de 2010 el papa Benedicto XVI aceptó su dimisión, y designó en su reemplazo al entonces obispo de Mar del Plata, Juan Alberto Puiggari, que tomó posesión de su nueva función el 7 de marzo de 2011.

Cuando ocurrieron los abusos que investiga la Justicia, Puiggari era prefecto de disciplina del Menor-Mayor, los últimos dos años del colegio secundario con internado que funciona en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo; Ilarraz, a su vez, era prefecto de disciplina del Menor-Menor, de primero a tercer año, el ciclo básico. Precisamente, los alumnos del Menor-Menor fueron quienes denunciaron los abusos.

Puiggari fue el primero que se enteró de los abusos, dizque en 1995. Las víctimas aseguran que mucho antes estuvo al corriente de todo.

Maulión supo de todo aquello a partir del testimonio de las víctimas, en sucesivos encuentros que mantuvo, y en esas reuniones confesó que nada sabía por boca de miembros de la Curia. De todos modos, fue Maulión quien firmó, en febrero de 2004, a poco de asumir la conducción de la diócesis, la autorización para que Ilarraz se radicara en Monteros, Tucumán. Puiggari lo contradijo en sede judicial: reveló que, antes de irse a Mar del Plata, puso a Maulión al corriente de la situación de Ilarraz.

De los tres, el que aportó judicialmente el dato más relevante fue Puiggari, quien declaró que Ilarraz le reconoció los abusos y le pidió perdón. Pero el propio Ilarraz lo desmintió: el miércoles 24 de junio de 2015, cuando prestó declaración indagatoria, aseguró que nunca le había dicho eso a Karlic.

Ninguno de los tres obispos acudió jamás a ningún juzgado a denunciar los delitos de abuso de los que estaban en conocimiento.

Si hoy arranca el juicio contra Ilarraz es gracias a la tenaz y perseverante lucha de las víctima, que no solo debieron soportar los abusos sexuales del cura todopoderoso sino también del encubrimiento del que gozó por parte de la más alta jerarquía eclesiástica.


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