Esta semana estuvo marcada por los escándalos de corrupción protagonizados por la ex alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga (Ind, UDI). Otro caso de corrupción que se suma a la larga lista que tiene la derecha.
Domingo 21 de enero
La UDI se mantiene a la cabeza de los partidos políticos más corruptos del país, seguido muy de cerca por RN. En esta oportunidad la involucrada es la ex alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, esposa del diputado Joaquin Lavin Jr (hijo de Joaquin Lavin).
El fraude al fisco de Cathy Barriga corresponde a la cifra de 31 mil millones de pesos, esto equivaldría a 55 fraudes de la fundación Democracia Viva, 28 en Vitacura, 20 en Algarrobo y 914 veces el monto defraudado por la alcaldesa Karen Rojo. Es por lo mismo considerado el robo más grande de la historia de las Municipalidades.
Los medios de comunicación han intentado con todo desvincular la participación política de Cathy Barriga, mostrándolo como “una política más”. Todo con tal que no salga la palabra “UDI” en titulares, vinculada nuevamente a la palabra corrupción.
Dentro de los miles de comentarios y memes que llovieron durante estos días, junto con el seguimiento por parte de la prensa de Daniel Andrade y el Caso Democracia Viva, se ha potenciado una visión donde se dice que, “todos los políticos son iguales”. ¿Son todos los políticos iguales? La verdad es que podemos encontrar un amplio rango de partidos que si bien, no por decreto ni por sus programas develan que son “corruptos”, pero el rol que juegan y se proponen de este sistema, abre paso a los mecanismos “naturales” como lo es la corrupción y el fraude, sin los cuales este sistema no existiría. Plantearse como un “administrador” de este sistema, es administrar en última instancia la corrupción que lo mantiene vivo. Esta corrupción atañe a todos los poderes del estado, no solo el parlamento, el sistema de justicia, las Fuerzas Armadas, etc. Todos estos poderes solo tienen un único fin, y es el perpetuar y reproducir la explotación y opresión de una clase por sobre otra.
Una justicia para ricos
Desde este enfoque la justicia no puede tener un rol “neutral”, sino que todo lo contrario, es una justicia en favor de los dueños del mismo sistema, de quienes dirigen el Estado que en última instancia son los grandes empresarios, una justicia a favor de los políticos que legislan a favor de los más poderosos, una policía que solo cuida los intereses empresariales. Es decir, un sistema hecho a su medida.
Todo esto lo señalamos, porque el “arresto domiciliario” de Cathy Barriga abrió un montón de preguntas y comparaciones de cómo los más pobres se sitúan en la balanza de la justicia. Una de ellas es el caso de Bastián Arriagada, el joven de San Bernardo que cumplía una condena de 61 días por vender películas piratas y que murió asfixiado junto a otros 80 prisioneros, en una de las peores tragedias del sistema penitenciario chileno. Roberto Campos, el profesor del “torniquete”, estuvo además de preso, con la ley interior de seguridad del estado sobre él. En conclusión, en Chile hay una justicia para ricos y otra para pobres, una para corruptos y otra para quienes se movilizan.
¿Es posible acabar con la corrupción?
Es una pregunta compleja de responder, ya que si es el sistema capitalista quien ocupa de forma natural la corrupción y el fraude como parte de sus mecanismos para preservar su existencia, tendría que desaparecer este mismo sistema. Recordemos que la “plusvalía” es el robo legal que diariamente realizan nuestros jefes con nosotros, para quedarse con una tajada importante de nuestro salario.
Medidas importantes que podemos impulsar hoy, es buscar golpear con todo a la casta de políticos corruptos que dirigen hoy el país. Por eso, medidas como que todo parlamentario gane lo mismo que un obrero calificado, son tan importantes para que se deje de financiar sueldos millonarios como existen hoy en día. La revocabilidad de los cargos por los electores, sobre todo en los casos de demagogia, donde en tiempos de campañas prometen el cielo y cuando gobiernan, el infierno lo viven las familias trabajadoras. Al mismo tiempo, es clave entender que los partidos tradicionales tanto de la derecha, como de la ex concertación, al tener que responder a los intereses que les planteen los dueños de Chile, estarán sujetos también a sus “regalos por debajo de la mesa”. Solo un partido que tenga una política de independencia de los grandes empresarios, y que por lo mismo, no se deshaga en acuerdos con los partidos pro empresariales como lo son la derecha y la ex concerta, puede mostrar otro ejemplo.