Cómo se vivió la una nueva jornada de movilizaciones y protestas en el sur de francia, en Toulouse.
Ignacio Incardona @PanoramaNegro
Domingo 13 de enero de 2019 13:11
A casi 700 kilómetros de París, los chalecos amarillos también inundaron las calles este sábado. Desde temprano se empezaron a agrupar los primeros manifestantes en la plaza frente al Capitolio, en el centro de la ciudad donde nació Carlos Gardel.
El grueso de la movilización acéfala, espontánea, sin grandes banderas, unidas por los chalecos amarrillos, se acercó al centro por la tarde, desde todas las arterias que conectan la periferia industrial con el casco antiguo, donde las callecitas se angostan y serpentean.
Entre los manifestantes hay una diversidad asombrosa. Hay jóvenes, hay jubilados, hay músicos, hay anarquistas... hay quienes flamean la bandera francesa, están quienes portan la bandera de la CGT, y quienes enarbolan la cara del Che Guevara... hay quienes usan nariz de payaso, hay quienes se cubren la cara con pañuelos o caretas. Hay de todo, un escenario ecléctico que se mezcla con el funcionamiento corriente de la ciudad, con sus bares que dan a la calle, los coquetos comercios de las grandes marcas, y hasta calesitas que dejaron de girar cuando la masa empezó a cubrir todos los rincones aledaños al epicentro de la jornada.
Hay quienes están bien preparados para lo de siempre: la feroz represión por parte de las fuerzas del orden al servicio de los poderosos. Llevan máscaras protectoras para evitar los efectos del gas lacrimógeno, y antiparras que parecen las que se usan para esquiar.
De a poco, la marea amarrilla se acercó al Capitolio donde ya había centenares, más bien miles de manifestantes, hartos de la precarización, hartos de que sus trabajos no valgan nada, hartos de que las ganancias se queden en unos pocos bolsillos, y que las crisis sistémica del capitalismo la tengan que pagar los que menos tienen.
Se pide por distintas cosas, por trabajo, por salarios dignos, por el “RIC” (Referéndum de iniciativa ciudadana), por el cuidado del medio ambiente, por la paz y la libertad, se protesta contra las brutalidades policiales...
También hay gritos reaccionarios que se quieren apropiar de las movilizaciones populares, como los políticos oportunistas que buscan capitalizar el descontento con votos que conducen a lugares cada vez más oscuros y laberintos que llevan siempre al mismo lugar.
Cuando la plaza central de Toulouse se empezaba a llenar, con columnas de manifestantes que marchaban de forma totalmente pacífica, entró en acción la Policía, que con su brutalidad habitual buscó repeler a los manifestantes arrojando decenas de bombas de gases lacrimógenos que generaron avalanchas y corridas. Este accionar recurrente de las fuerzas represivas hizo que la marea dispersa, sin consignas claras, se uniera en el grito: “Macrón! Demissión! Macrón! Demissión!” (Macrón, renuncia!).
La gente se solidarizaba con los más damnificados que tenían los ojos rojos y tosían compulsivamente, y con aquellos que se habían golpeado producto de las caídas.
La policía había rodeado toda la zona céntrica desde temprano con centenares de camionetas, un helicóptero que sobrevolaba la zona, y uniformados portando ametralladoras para amedrentar a la gente, que demostró una vez más que no tiene miedo y que no está dispuesta a retroceder.
Con la llegada de la noche llegó la calma y se dispersó del grueso de los manifestantes. El humo se empezó a disipar en el cielo nuboso.
Desde el Ministerio de Seguridad informaron que en toda Francia se movilizaron sólo 32 mil personas. Siguen buscando minimizar la crisis, con bombardeo mediático de noticias falsas y palos, una receta bien conocida que los “republicanos” aplican cuando la olla se empieza a destapar y ya ninguna medida reformista alcanza para contener el descontento popular.
Esta novena jornada de protestas volvió a mostrar los ribetes multicolores de esta revuelta masiva en el corazón del capitalismo occidental, y confirma que la respuesta de parte del presidente Macrón va a seguir siendo la misma: una brutal represión.