Cuando en las aulas la realidad supera a la ficción, los que escriben la historia se interpelan sobre como preparar el futuro.
Jueves 16 de mayo 20:37
De las dos camas disponibles una era compartida por sus 4 abuelos y otra era ocupada por Charlie. Sus padres dormían en el piso pasando frio.
Desde que soy docente disfruto mucho de dar prácticas del lenguaje creo que poder construir conocimiento a través de contagiar el disfrute por la literatura es algo fascinante. Con quinto decidimos comenzar a leer este conocido cuento del escritor Roald Dahl. Que se popularizó a través de películas que ganaron notoriedad entre niños y no tan niños con su última versión interpretada por el actor Johnny Deep. Luego de leer varias sinopsis de otras obras del autor e investigando acerca de su vida. Por medio de una votación los chicos y chicas eligieron esta novela.
Ya es conocida la historia (ALERTA SPOILER) Charlie un niño muy humilde que vive con sus cuatro abuelos y sus padres en una casa en muy malas condiciones, pasando muchas necesidades. Logra obtener uno de los cuatro billetes dorados que le permitirá acceder a conocer la fábrica de Willy Wonka. Luego de pasar una serie de desafíos y contando con una humildad e inteligencia superior a la de sus contrincantes, niños que lo tienen todo, son caprichosos y desobedientes. Charlie logra ser el ganador. Al enterarse Wonka las condiciones en las que vive el niño y su carácter sensible y cariñoso decide regalarle la fábrica.
En los momentos de compartir la lectura no vuela ni una mosca, solo se expresan los deseos de comer un chocolate y dejar constancia de que se les hace agua la boca con el relato, pero ¿Qué pasa cuando la realidad supera la ficción? A, una de las chicas del grado durante el recreo viene a contarme la gran odisea que hizo por su barrio para conseguir comprar una golosina con 300 pesos que es lo que su mamá le pudo dar. Con gran detalle describía que fue a tres negocios a buscar precios y que las golosinas salían 350, 380 y no llegaba. Hasta que en el tercer comercio había un paquete de galletitas sin precio y el comerciante decidió vendérsela por el valor del dinero que tenía.
Podríamos decir que en cierta medida A logro acceder a su “billete dorado” pero ¿podemos pensar que está bien que un niño de 9 años ande regateando un paquete de galletitas? Me lo pregunto y no logro obtener más que un NO como respuesta. Las cifras oficiales revelan que 6 de cada 10 niños menores de 15 años vive en un hogar con ingresos insuficientes para comprar la canasta básica que incluye alimentos, vestimenta y gastos en transporte, educación, salud y vivienda. La mitad de los argentinos vive por debajo de la línea de la pobreza. Y otra vez me pregunto ¿son estos niños esa casta que el presidente decía iba a combatir? Mi respuesta vuelve a ser negativa, NO. Claramente solo un puñado de miserables se ensaña con arruinar la vida de los más vulnerables entre ellos los niños y los ancianos. Miles de preguntas siguen rondando en mi cabeza ¿podemos quedarnos de brazos cruzados esperando un billete dorado mientras vemos como se vulneran los derechos de nuestras infancias? Y nuevamente surge un NO.
Seria buenísimo que todos tengamos acceso a un billete dorado, a una vida que realmente merezca la pena ser vivida, creo que tenemos que seguir dando pelea a las injusticias que nos la niegan; defendiendo la educación pública, organizándonos para que el ajuste de Milei y sus empresarios amigos no pase. Creando una verdadera alternativa para los trabajadores. Poder pensar la historia individual de Charlie y como se puede transformar en un ejemplo para la victoria de todos los que menos tienen, por encima de esos niños ricachones. Por eso seguimos.