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Red Internacional
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HASTA SIEMPRE. Chicha, luchadora hasta el final contra el olvido, el perdón y la reconciliación

La autora, nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, homenajea a la querida Chicha Mariani. El recuerdo y el compromiso de seguir buscando a Clara Anahí hasta encontrarla.

Sábado 25 de agosto de 2018

Ante la muerte de Chicha, me senté a escribir. Y, la verdad, cuántas cosas se pueden decir sobre ella. Muchas ya se han dicho en el país y en el mundo ante la triste despedida. Yo la voy a recordar de esta manera…

Cuando el 31 de diciembre de 1987 conocí a mis abuelas, ellas estaban acompañadas por Chicha. A partir de ahí, no dejó de estar atenta a cada detalle de lo que me sucedía y de lo que necesitaba.

En ese entonces yo era una niña de nueve años, enterándome de una historia (de todos y propia a la vez) terrible como fue lo sucedido con el genocidio de 1976 y la desaparición de mis padres. En los días y años sucesivos, siempre estuvo cerca.

Eran momentos en que las Abuelas de Plaza de Mayo tenían la tarea maratónica de encontrar a los nietos, pero también de demostrarle a la sociedad lo fundamental que era para una persona conocer su identidad. En esos años aún costaba que se entendiera eso.

Entonces nosotros, junto a nuestras abuelas, al calor de ir reconstruyendo nuestra vidas tuvimos que luchar por el juicio y castigo a los culpables y a la vez demostrar que la restitución de cada uno de nosotros era tan importante que no se podía aceptar que los hijos de los desaparecidos fuéramos criados por quienes nos robaron de los brazos de nuestros padres, primero, y de al lado de “las viejas locas”, que eran nuestras abuelas que nos estaban buscando.

Hoy decimos que fue un genocidio de clase, llevado adelante por un empresariado que pidió el golpe llamando a las puerta de los cuarteles, con el brazo armado del Estado, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, junto con la bendición de la Iglesia Católica, contra la clase trabajadora. Algo que una y mil veces fue demostrado en los tribunales, en las calles y en el conjunto de la sociedad.

Y esa afirmación es producto de una persistente lucha por la verdad histórica durante cuatro décadas. Una lucha muy resistida y por eso mismo titánica.

Chicha estaba al frente de esa lucha, junto a sus compañeras. Pero era tan íntegra que mientras peleaba contra el Estado y sus instituciones nunca olvidó el abrazo de abuela, el juguete que nos gustaba, los muñecos de regalo de cada uno de sus viajes, el festejo de nuestros cumpleaños, promover el acompañamiento y apoyo entre nosotros para recibir a los próximos hermanos.

Ir a dormir a su casa era en excelente plan. Cariño, diversión y reflexión se combinaban perfectamente.

Hacer las dos cosas a la vez nos hizo quererla como una abuela, como una mujer implacable, fuerte y luchadora hasta el final, como lo demostró hasta su último respiro.

Cuando hablamos de su legado hablamos de esto, de una mujer que luchó, coherentemente, con principios durante 42 años, nada fácil.

En 2005 la quisieron homenajear en la Cámara de Diputados con el premio denominado “Mayores Notables”. Acompañada por su gran compañera y amiga Elsa Pavón, Chicha tomó la palabra. Dijo que agradecía el homenaje pero que su anhelo era que el Congreso trabajara para conocer el destino de los desaparecidos y que hicieran todo lo posible por encontrar a personas como Clara Anahí, que llevaba casi 30 años sin conocer su identidad.

Luego, el siguiente premiado era un comisario de la Policía Federal. Entonces Chicha se levantó y devolvió el premio y dijo “no puedo compartir este premio con las fuerzas de seguridad… son todos culpables”.

Esa era Chicha. Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación. Esa coherencia es la que la caracterizaba. Y así luego, ya más viejita, nos dijo “que las futuras generaciones tomen la posta”. Así lo vamos a hacer, hasta encontrar a Clara Anahí y al resto de los nietos que faltan. Pero de esa manera, independiente de los poderes de turno, de un Estado que no da respuestas, con la humanidad que la caracterizaba.

En estos últimos años, en las charlas en su casa también pensábamos juntas en “cómo se sigue”. Ella me decía “María Victoria seguí haciendo lo que hacés… hacelo desde tu lugar”. Y no es que opinábamos lo mismo, pero ella siempre me ensenó que hay que ser fieles a lo que uno piensa.

Yo lo voy a seguir haciendo desde mi lugar, impulsando la construcción de un partido revolucionario de la clase trabajadora, mi partido, el PTS.

Porque si alguna lección aprendí es que no vamos a lograrlo si no terminamos con esa clase parasitaria de empresarios que llevó adelante el genocidio de toda una generación de obreros y estudiantes.

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