Aunque el discurso oficial de Chile Vamos sigue siendo ir por un nuevo proceso constituyente, por debajo, viejos personeros como Larraín, van Rysselberghe, Longueira y hasta el mismísimo Piñera, salen de sus catacumbas para exigir a los dirigentes del conglomerado que frenen la agenda de reuniones, desechen los acuerdos y avancen en mantener todo lo posible la constitución pinochetista. La derecha, en su versión más autoritaria cree que el triunfo del rechazo reoxigena su proyecto político y ahora exige 10 puntos que refuerzan la herencia de la dictadura en la actual constitución que la Rebelión de Octubre cuestionó.
Lunes 26 de septiembre de 2022
Como zombis en película de terror, estas dos últimas semanas comenzaron a salir del subsuelo históricos dirigentes de la derecha más rancia que ha tenido Chile en los últimos 30 años ¿para qué? para participar del debate abierto en el escenario post plebiscito y triunfo del rechazo.
Hasta el 4 de septiembre, la derecha, confiada en su triunfo, intentó instalar la idea de “rechazar para reformar” para ganar un apoyo ciudadano que hasta ese momento era una incógnita. Pero tras el plebiscito y con los resultados en la mano, su intención de reformar rápidamente se puso en duda y hoy varios dirigentes de Chile Vamos plantean abandonar las conversaciones y dar un tiempo mayor para enfriar el debate y aprovechar este tiempo para golpear al gobierno.
Como venimos diciendo las últimas semanas, desde el 15 de noviembre se cimentó un camino para desviar la movilización y canalizar todo el malestar social a través del Estado y la cocina de los partidos tradicionales, que ahora último sumaron a algunas organizaciones ligadas a los “movimientos sociales constituyentes” y grupos de pueblos originarios.
Es más, desde el triunfo del rechazo, el mango del sartén lo tomaron nuevamente los partidos tradicionales y la derecha ha visto cómo tiene una nueva posibilidad de retomar la iniciativa aunque no tiene claro aún hasta donde dará la correlación de fuerzas.
Y es que a pesar de la situación, ningún intento por retomar la agenda está asegurado, ni el intento del gobierno de “cobrar la palabra” a la derecha e instalar una nueva convención negociada con los partidos, ni el proyecto derechista de desconocer sus compromisos e imponer un nuevo acuerdo solo para legitimar la actual constitución.
La operación de esconder a los partidos y las figuras de la derecha tradicional, ahora toma su real sentido y pone por delante a los partidos en las negociaciones. Lejos quedó ese “rol” de la ciudadanía con la que la derecha buscó ganar votos. Hoy sentados en la mesa están los presidentes de la UDI, RN y Evopoli, son estos partidos los que buscan imponer los “bordes” del debate e institucionalizar cuestiones que ni en la actual constitución tienen ese rango.
El documento de 10 propuestas aborda cuestiones exige garantizar el negocio con los derechos de agua, la salud y educación. intenta hacer retroceder en la lucha por el derecho al aborto y pretente consagrar a las fuerzas represoras del Estado, “audacia” lo calificó Matamala en la editorial del domingo.
Partidos, parlamentarios y la cocina
Como si se repitiera la obra, lo que se está presenciando pareciera ser una larga noche del 15 de noviembre, con dirigentes partidarios reunidos por horas en los salones de instituciones que no cuentan con ninguna legitimidad. Pero a diferencia del 2019 los partidos tradicionales ahora suman a las fuerzas oficialistas que desmoralizadas por el resultado del 4-S se aprestan a entregar todo lo necesario para seguir gobernando.
Con la iniciativa en su control, los parlamentarios ahora tienen mayor protagonismo que el que tuvieron en el periodo previo y comienzan a hacer sentir su poder dentro de los propios partidos. Parlamentarios de la UDI y RN en privado algunos, públicamente otros, han manifestado su rechazo a los caminos y compromisos trazados por los presidentes de sus respectivos partidos (Macaya y Chahuan).
Pero las tensiones dentro del conglomerado son expresión de la crisis orgánica que vive el país. El cuestionamiento a toda la herencia de la dictadura y el modelo neoliberal no logró ser resuelto con el rechazo y simplemente cerrar el proceso constituyente (que es la apuesta de Republicanos y diputados y senadores de Chile Vamos) no logrará volver a estadio previo al país, las contradicciones que provocaron la revuelta del 2019 siguen latentes y por lo tanto son una amenaza para el modelo.
Con estas consideraciones sobre la mesa, las próximas semanas serán claves en la evaluación y posible control de daños que haga la derecha para medir hasta donde están dispuestos a ceder frente al gobierno y el oficialismo o mantenerse rígidos en su histórica intransigencia.
De todas maneras la cocina ya está en marcha, las reuniones seguirán teniendo su curso y serán los partidos de los 30 años los que mantienen el sartén por el mango.