Este jueves, cientos de jóvenes y principalmente mujeres, tuvieron que esperar horas para dejar su currículum en la pañalera Bambino que cuenta con varias sucursales en la ciudad. Muchos y muchas en la región ya se organizan en La Red de Trabajadores Precarizados.
Viernes 29 de enero de 2021 13:12
Se repite la misma historia que vimos la semana pasada en el comercio "La Esquina del Caserito". Esta vez por un único puesto de trabajo, cientos de jóvenes esperaron horas exponiéndose al calor y al contagio frente a un rebrote de covid-19. “Fui la otra vez a llevar mi cv a La Esquina del Caserito, pero cuando llegué y vi la cantidad de gente me fui porque era imposible que me llamen”, comentó una estudiante que hoy sigue en búsqueda de un laburo. Mientras que otra afirmó que aquella vez pudo dejar su cv "pero nunca me llamaron y estuve horas al sol haciendo la fila".
La enorme mayoría eran mujeres, estudiantes y muchas madres con sus hijos en brazos, que sufren doblemente la crisis y la precarización laboral. “Por ser mujer en fábricas no te toman, tenés que ser vendedora o secretaria. Para mujeres no hay trabajo”, comentó una de las jóvenes que fue a dejar su currículum. Y agregó: “estoy buscando desde finales de 2019 hasta ahora, siempre me encuentro con las colas larguísimas, una cuadra y media de cola por un currículum.”
Es sabido que en contextos de crisis como la actual, las mujeres son las primeras en ser despedidas y las últimas en ser contratadas. Tienen los peores trabajos -si es que no están desempleadas- y sin contar la brutal brecha salarial que los empresarios imponen para dividir entre trabajadores hombres y mujeres.
Aunque el presidente se muestre feliz por “estar poniéndole fin al patriarcado” luego de la conquista histórica del derecho al aborto, la realidad y sus medidas de ajuste muestran todo lo contrario.
“Yo soy colombiana y me negaron el IFE”, contó otra de las jóvenes. Como si fuera poco, el gobierno de Alberto Fernández negó esta miserable ayuda económica a quienes son extranjeros.
“Mi hermana cobraba el IFE porque toda la vida trabajó en negro, fue una ayuda pero ahora que lo van a sacar se nos va a complicar el doble”, afirmó un trabajador de Rappi que se acercó por el puesto de trabajo porque pedaleando no le alcanza. “Estuve trabajando en una heladería pero se aprovechaban demasiado, tuve que dejar y empezar en Rappi y a veces pedaleo 7 horas para hacer 400 pesos. Ahora trabajo ahí pero como no me alcanza voy a todos los lugares que veo que están buscando gente.”
El presupuesto 2021 votado el diciembre pasado, que fue aprobado por una alianza criminal entre Cambiemos y el Frente de Todos, contempla no solo un brutal ajuste a la educación, el trabajo, la salud y el presupuesto contra la violencia de género, sino también la eliminación total del Ingreso Familiar de Emergencia.
Mientras el gobierno desembolsa millonarias cifras al pago de la deuda al FMI, dice que no hay plata para seguir manteniendo y ampliar el IFE. “Hay mucha gente que de verdad necesita esa plata y vive el día a día”, comentó una de las estudiantes.
“Te piden experiencia y no te dan chance de aprender”, agregó. A la mayoría de jóvenes sin experiencia laboral se les dificulta aún más acceder a trabajos más o menos dignos. Piden experiencia cuando están en búsqueda de sus primeros trabajos, cuando tienen alrededor de 20 años y nunca tuvieron la oportunidad de una capacitación.
La UNLP por su parte, no se queda atrás. “La universidad me negó la beca del comedor y la de la compu”, afirmó la joven colombiana. A principio del año pasado, más de 45 mil estudiantes tuvieron que abandonar sus estudios por el nulo acompañamiento de las autoridades ante la pandemia y la desigualdad de acceso a la conectividad. Incluso de un día para el otro el comedor y el albergue universitario fueron cerrados, dejando a pibes sin techo y con la incertidumbre de no tener qué comer.
Ni la universidad ni los centros de estudiantes escuchan la necesidad de un trabajo digno que tiene la juventud. Mucho menos los sindicatos como el de comercio y pasteleros, que son conscientes del nivel de precarización en el que trabajan lxs jóvenes y eligen dejar de lado a la gran mayoría que trabaja informalmente o “en negro”.
De ahí surge la experiencia de muchos en gastronomía o en aplicaciones, que frente al desamparo de los sindicatos tienen sus propias asambleas por rubro y movilizaciones. Se ve en las trabajadoras de limpieza en Cóordoba, precarizadxs del call center Hey Latam en Rosario y muchos más.
Frente a esta situación que se agudiza, miles de jóvenes en todo el país se vienen organizando junto a la Red de Trabajadores Precarizados. Contra el abuso y la precarización empresarial, enfrentando la desigualdad que quieren imponer entre trabajadoras y trabajadores, en exigencia a los sindicatos que mantienen la tregua con el gobierno y le dan la espalda a los informales. Por eso es que vienen luchando por vivienda digna, por poder estudiar y tener trabajo con derechos para todos y todas.