Filmada en Ciudad Oculta, llega al cine esta ficción de Francisco Bouzas. Dos mundos, una ciudad debajo de otra. La relación entre la vida y la muerte particularmente estrecha en las villas, y la juventud que vive en ellas. La amistad, las terroríficas fuerzas del Estado, el barrio y la murga.
Viernes 17 de mayo de 2024 09:28
Debajo del barrio Ciudad Oculta hay otra ciudad donde habitan los muertos. Luego del asesinato de un joven futbolista, Iki Dosantos, su amigo Jonás sueña con él de forma recurrente. Jonás -un excelente César Languidey- deberá encontrar la forma de cruzar a la ciudad de los muertos y cerrar asuntos del pasado.
Francisco Bouzas arma un relato en el que, a partir de la realidad, construye un mundo de fantasía, onírico, de aparecidos que se quieren comunicar con los vivos.
La película muestra la brutalidad de las fuerzas del Estado que persigue y asesina especialmente a jóvenes pobres que viven en barrios laberínticos; los trabajos precarios y la estigmatización de los medios de comunicación. Pero a través de un relato fantástico, y un creativo tratamiento en la construcción del espacio y la atmósfera, la historia pone énfasis en la comunidad y sus lazos, en la joven agrupación musical Los locos no se ocultan que se prepara para la murga, armando sus trajes, ensayando y combatiendo la violencia policial habitando las calles, sus calles, con murga, con el Rey Momo, bailando y cantando.
El trabajo del director tiene un largo recorrido, hace doce años comenzó a documentar la formación de esta joven murga y en esa experiencia se forjaron amistades y vivencias que inspiraron la película, el resultado es un proceso colectivo desarrollado por más de una década.
En ese sentido Bouzas expresó “Una de las particularidades de Ciudad Oculta proviene de ahí: la posibilidad de trabajar con un elenco y con parte del equipo técnico con los que me unen años de relaciones, vínculos afectivos y creativos me colocó ante una situación muy atípica para este tipo de películas: tenía la sensación de que la película ya existía previamente al rodaje, nuestro trabajo fue el recuerdo, la rememoración, incluso la reencarnación.”
También se refirió al juego entre realidad y fantasía, “la película se sostiene sobre pilares de la realidad a partir de los que se construye un mundo fantasmal, fragmentado y sensorial. Un mundo que comprende ciudades espejadas y la relación entre la vida y la muerte. Relación particularmente estrecha en las villas y en la juventud que las habita. El estado en Argentina asesina cada 20 horas a una persona, y son los jóvenes las principales víctimas de esa violencia y, por lo tanto, los únicos protagonistas de esta película.
El horror de la realidad nos llevaba a pensar en una película de terror, pero no son los elementos fantásticos de la película los que traen lo siniestro, sino lo terrorífico es eso que es bien real: las fuerzas del estado. En esta película no hay fantasmas vengativos sino amistades inmortales. Es el amor lo que trae el coraje, el cariño colectivo de un grupo de amigos que decide enfrentarse a los horrores de la realidad para cumplir un objetivo compartido.
En relación al punto de vista y la construcción narrativa, Bouzas agregó “si bien cuenta con un protagonista, es antes que nada la película de un grupo y de un sentir colectivo.”
La comunidad se expresa a través de las fiestas religiosas, la murga y el carnaval, es el barrio que acompaña al protagonista en su reconexión con el mundo que lo rodea. “Jonás puede acusar ataques de pánico y un miedo profundo por la muerte, todos aspectos psicológicos de su estado, pero finalmente su principal conflicto es estar escindido de su comunidad.”
Desde el tratamiento presenta “una película de rostros y manos, de pequeños detalles y acciones, donde la descripción exhaustiva del espacio no es importante: la película no retrata a la villa, ni se detiene en las condiciones socio-económicas de sus personajes, no busca mantener un verosímil con la realidad porque esta se cuela a la fuerza en ella. Confiamos en el artificio para develar aquello que se mantiene oculto, la música de lo imperceptible, de lo artificial, de lo imaginario, los colores vibrantes en la noche, la profunda caracterización de los personajes y la puesta en escena directa.
Hicimos una película anfibia, que habita dos mundos: la extravagancia y la sobriedad, el artificio y la realidad, lo grande y lo diminuto, la ficción y lo documental, el mundo de los vivos y el de los muertos. Lo hicimos con el afecto y el compromiso al que nos predispone más de una década de amistad, de creación y de trabajo. También sin nunca perder de vista lo que finalmente es la película, un berretín más.”
Funciones: del jueves 16 al miércoles 22 de mayo a las 12:30hrs,16:15 hrs y 20:15 hrs en el cine Gaumont y en todos los espacios INCAA
Esta película se hizo con el apoyo del INCAA. Seguimos luchando para que no se desguace el instituto y por la cultura que está siendo atacado por el gobierno de Javier Milei
Ficha técnica:
Elenco: César Languidey, Ezequiel Martino Dosantos, Belén Ramírez, Nelson Pereira, Liz Lovera y Fernando González.
Dirección: Francisco Bouzas
Guión: Francisco Bouzas y Luciano Salerno
Montaje: Josefina Llobet
Fotografía: Julián Babino
Música: Juan Ibarlucía
Celina Demarchi
Nació en Berisso, provincia de Buenos Aires. Docente y actriz, participa en la sección Cultura y en distintas producciones audiovisuales de La Izquierda Diario.