“Profe, no pude prestar atención a la explicación de química porque tenía mucho frío. No podía pensar del frío que tenía”. Crónica de una clase en plena ola polar y en pandemia.
Viernes 2 de julio de 2021 12:03
Estudiantes en escuela de Traslasierra, Córdoba
A las 8 de la mañana comienza la jornada escolar en las escuelas de Traslasierra. Se escucha en la puerta el saludo de buen día entre quienes esperan ser sanitizados para ingresar a las aulas. El repiqueteo de los dientes también se hace escuchar y no faltan las quejas por el frío intenso que cala hasta los huesos.
Entramos al aula, todas las ventanas y las puertas abiertas. Una corriente de aire frío la traspasa. Promediando la clase, Paulina irrumpe enérgicamente: "Profe, no pude prestar atención a la explicación de química porque tenía mucho frío. No podía pensar del frío que tenía”. Esa exclamación fue suficiente para que el resto de la clase expresara su malestar. Luego, Rebeca acota: “¿Profe, por qué pasa esto? ¡plata hay! Pagamos muchos impuestos, ¿qué hacen con todo ese dinero? Se supone que tienen que garantizar la educación. No funcionan los calefactores.” Valentín agrega; “esto no es de ahora por la pandemia, viene de mucho antes”. No es posible calmar el malestar, los estudiantes tienen frío, no pueden concentrarse.
Benja se suma y agrega “No hay Paicor, no tenemos algo caliente para tomar. Y además ¿qué pasó con todas las cocineras mientras la escuela estuvo cerrada? "
Asistir a clases es realmente un acto de mucha valentía
En Traslasierra, muchos pueblos no tienen buena conexión de internet y en algunos lugares tampoco hay señal de teléfono. La mayoría de las escuelas están ubicadas en zonas rurales en las que el frío se siente más cruel. Los estudiantes caminan largas distancias para llegar a la escuela, otros viajan en transporte público hacinados por la escasa frecuencia de servicios. Las ventanas están abiertas de par en par, los calefactores no funcionan, y algunas aulas ni siquiera tienen. No hay una vianda caliente del Paicor. Toda la jornada escolar se desarrolla con exposición a bajas temperaturas.
Hace más de un año del inicio de la pandemia y la respuesta para mantener la educación es la misma; el esfuerzo de docentes y estudiantes y sus familias. Muchos alumnos siguen sin acceso a internet o dispositivos para trabajar, otros quedaron directamente fuera de la escuela, según declaraciones del Ministro de Educación Trotta. El gobierno nacional y el provincial se muestran más interesados en las elecciones que en las condiciones en las que se dictan las clases. Ante esta modalidad presencial y virtual las familias siguen haciendo lo imposible con sus escasos recursos propios. Una presencialidad caiga quien caiga es una tortura, está más que claro que con este frío no es posible estudiar.
Las políticas educativas siguen sin ser otra cosa que malabares o manotazos de ahogado, improvisadas e insuficientes. Con un gobierno que paga a rajatabla al Club de París, está claro que el ajuste es sobre los trabajadores, estudiantes y familias. Con una pandemia que se cobra cientos de vidas por día se necesitan medidas de fondo, además de inversión para una alimentación saludable, infraestructura y calefacción que funcione, perpetuar una presencialidad en este contexto es hacer que la crisis le pegue a los de abajo, las familias cuyos hijos acuden a la escuela pública. Y los testimonios de los alumnos dan cuenta de eso. Así no se puede estudiar. La realidad en el interior de la provincia es peor aún, es necesario conocerla para aplicar políticas adecuadas a cada lugar.
Por eso es imperante que UEPC deje de mirar para otro lado, que se convoque asambleas abiertas con la comunidad educativa en todos los lugares de trabajo para impulsar una pelea real por todas las demandas: terminar con la presencialidad sin condiciones aseguradas, problematizar y terminar con la precarización de docentes y auxiliares, por una vacunación a todo trabajador, que ningún pibe se quede fuera de la educación por falta de insumos y conectividad y por el regreso del IFE más que necesario cuando son muchas las familias que no tienen ingresos por pérdida de empleo o precarización y un aumento al servicio alimentario escolar, para que no haya ni un pibe ni piba que pase hambre. Es urgente.