La estrategia parlamentaria de buscar un acuerdo de 3/5 en la Convención solo debilita la lucha por las demandas de Octubre. Por el contrario, para derrotar los dos tercios de los partidos del régimen y del FA, y romper con el Acuerdo por la Paz, el cual tiene maniatado el proceso constituyente para cambiar algo para que nada cambie, es necesario preparar activamente este miércoles y jueves movilizaciones. ¡El PC y los convencionales que se dicen de izquierda deben salir de su inmovilidad!
Sábado 18 de septiembre de 2021
El jueves los convencionales ingresaron 1.128 enmiendas a normas particulares de los reglamentos que el martes fueron aprobados en general. Recordemos que ese día aprobaron un Reglamento General que establece el antidemocrático quorum de ⅔ para aprobar las normas de la nueva constitución. Con excepciones, casi todo el sector de la izquierda de la Convención se alineó junto a la derecha en este punto. Ahora quieren otra vez aprobar por mayoría simple quórums antidemocráticos ¿Por qué?
Como explicamos en una nota anterior, los quórum supramayoritarios como el ⅔ son herencias antidemocráticas de la Constitución de Pinochet. Sus únicos propósitos son no dejar que las mayorías decidan y ser un cortafuegos conservador para moderar los cambios. Lo que tanto el Partido Comunista como el Frente Amplio celebraron el martes como un triunfo de la “soberanía” de la Constituyente, en realidad fue solo frenar un poco la ofensiva de la derecha por derechizar aún más lo pactado en el Acuerdo por la Paz. Lo que hicieron fue ratificar este acuerdo plasmado en el reglamento para votar las normas de la nueva Constitución, con su quorum de ⅔ señalado en el artículo 94. Este artículo será discutido en particular la próxima semana, junto a otras normas que fueron indicadas por los convencionales. Mientras un sector de la izquierda quiere correr un poco la barrera de los ⅔ hacia los ⅗, el Frente Amplio lo defiende junto a la ex-concertación y la derecha.
La derecha ha hecho una campaña no solo en defensa de los ⅔, sino además ha intentado extrapolar ese quorum poniendo más barreras en la Convención. Ahora amenaza que, de no aprobarse los ⅔, llevará a la Convención a la Corte Suprema por no obedecer las reglas que le impuso el parlamento. Continúa a la ofensiva para conservar todo lo posible la obra de la dictadura, desde la convención, el parlamento, el gobierno, y las redes sociales.
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Para cumplir ese objetivo cuentan con la ayuda de un sector de la izquierda. El Frente Amplio confirmó esta semana que está a favor de mantener los ⅔ que impone la Constitución de Pinochet y se dispone a votar la próxima semana junto a la derecha, la ex-concertación e Independientes No Neutrales [1].
Sin embargo, Apruebo Dignidad está dividida en este respecto. Entre las indicaciones que llegaron ayer a la mesa, se consignó una enviada por convencionales del Partido Comunista, el colectivo de Movimientos Sociales, Pueblos Originarios y Pueblo Constituyente (ex Lista del Pueblo). La propuesta es modificar el artículo 94 bajando el quorum que establece de 2/3 (66%) a 3/5 (60%), que es otro quorum de la Constitución de Pinochet [2]. Previamente, en la comisión provisoria que cocinó el reglamento que se votó el martes, un sector de estos convencionales había propuesto 4/7 (57%). Cada vez ceden más hacia derecha, en vez de apostar por una mayoría simple, que sería lo más democrático [3]. Recordemos que los partidos que durante 30 años han mantenido la Constitución de Pinochet y han profundizado el neoliberalismo, la derecha con sus 37 convencionales y la ex-concertación (Lista del Apruebo) con sus 25, más los 11 “independientes” de INN que se alían a ellos, tienen el 47% de la convención. Números que muestran que los convencionales que se dicen de izquierda podrían derrotarlos en todas las votaciones por la mayoría simple, pero no por quórums supramayoritarios. Pero ahora por mayoría simple ellos mismos quieren aprobar quórums más altos y antidemocráticos que no lo permiten. Es un auto boicot que solo se explica por asumir el discurso de los enemigos del pueblo y no tener la voluntad de llevar adelante sus promesas.
Uno de los argumentos centrales para respetar los ⅔ por parte del sector frenteamplista de Apruebo Dignidad, es que la derecha no logró entrar a la Convención con el tercio que lo habilitaba a vetar las normas. Las elecciones fueron un terremoto político donde la derecha solo obtuvo un cuarto de los escaños, 37 de los 155 (24%), cuando en el parlamento tiene casi la mitad (sin contar a la DC). Uno de los que más ha insistido sobre este argumento, desde hace varios meses, ha sido Fernando Atria. “La derecha ya no está en condiciones de vetar” decía otra vez el martes [4]. Hasta ahora ningún sector político entre los convencionales ha salido a refutarle en bloque ese argumento, pero han habido convencionales que han hecho notar su falacia [5]. Sin duda es cierto que la derecha no tiene el tercio (33%). Por si sola no puede vetar, pero con la carta del quórum supramayoritario puede correr toda la convención hacia la derecha. Son 62 los convencionales que son de los partidos de los 30 años, el 40%, sin contar los independientes que votan junto a ellos.
Pero lo más importante es que los ⅔, como dijimos más arriba, bajo el disfraz democrático de “acuerdos amplios”, solo existen como un cortafuegos conservador, para moderar cualquier cambio. Constanza Schonhaut, convencional por el D11 y de Convergencia Social, ayer miércoles en una entrevista reforzaba taxativamente este disfraz “democrático”: “No es un cerrojo el ⅔. Es una oportunidad de construir una Constitución realmente representativa de la mayoría de Chile”. No extraña que repita aquí el mismo argumento falaz de la derecha, pues el FA pretende hacer acuerdos con ella: “hay un sector de Chile Vamos con una excelente disposición al diálogo y a construir acuerdos conjuntos”, confirma esta convencional del partido de Boric.
El Frente Amplio entrega todavía más justificaciones a esta política fiel al pacto de impunidad que firmó el 15N. Schonhaut dice: “nosotros hemos dicho que si se quiere cambiar el quorum de 2/3 es algo que tiene que pasar por el Congreso nacional y tiene que pasar, además, por un quorum alto. Por tanto, pretender frenar el debate constituyente para efectos de esperar un cambio de quorum a través del congreso es un error. Eso va a frenar el debate constituyente y es algo a lo que no estamos disponibles”. Sus dos preocupaciones: reafirmar que la Convención no es soberana y debe estar sometida al parlamento constituido; y que no hay otra alternativa que apurar los acuerdos con la derecha y la ex-concertación. “Si hay quienes creen que a través del reglamento, o sea que el reglamento es super hiper soberano y puede pasar por encima de la norma constitucional, eso lo único que hace es darle poder a los sectores del rechazo, a los que no están por el proceso constituyente, para que impugnen cada una de las normas que vamos a ir aprobando en el camino. Porque sabemos que las normas que no cumplen con el quorum pueden ser impugnadas en la Corte Suprema. Yo no quiero entregarle este proceso legítimo ni a la Corte Suprema ni a ninguna institución por fuera” ¡Cómo se puede dar vuelta las cosas! Es precisamente esto último lo que hace su propia política: le entrega el proceso constituyente a los poderes constituidos. Se arrodilla ante ellos y a las amenazas de la derecha sin siquiera presentarles lucha.
El Frente Amplio remata contra la soberanía del órgano constituyente, cuando Schonhaut plantea que la Convención no puede definir sus propias reglas: “si no ¿quién controla? siempre es necesario tener contrapesos”. El argumento de los checks and balances de los poderes del estado burgués [6], aplicado ahora sobre una Convención, lo cual confirma que en realidad esta no es otra cosa que una tercera cámara redactora constitucional.
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Después de leer estos argumentos, apenas es comprensible que sus aliados de Apruebo Dignidad, el Partido Comunista, continúen haciendo tantos esfuerzos en desmentir la realidad. Niegan lo evidente cuando celebran la supuesta “soberanía” de la Convención. Tras la votación del martes, Bárbara Sepúlveda, convencional del D9, dijo “ganemos o perdamos, hoy día el triunfo de la Convención es que se ha vuelto un poder constituyente, originario, soberano, con todas las de la ley”. El ex ministro de Bachelet, Marcos Barraza, ahora convencional del D13, dijo “yo creo que efectivamente la Convención dio un salto cualitativo respecto de la incorporación de soberanía al interior del proceso”. También ocultan las diferencias con el Frente Amplio. La diputada del D9 Karol Cariola, quien ahora busca su reelección, dijo que se estaría construyendo “mediáticamente una falsa diferencia estructural entre el PC y el FA”. Con la excusa de cuidar Apruebo Dignidad, su alianza electoral parlamentaria y de coalición de gobierno en las presidenciales, se niegan a encarar las traiciones del Frente Amplio que vota junto a la derecha.
Marcos Barraza dice que “lo que está en discusión hoy es si en esta Convención radica el poder soberano mandatado por el pueblo o este poder está limitado por las elites y los privilegiados y privilegiadas que también son parte de esta Convención Constituyente (…) Creo que aquí no pueden haber restricciones a la soberanía del pueblo constituyente”. Sin embargo, engañan al afirmar que la Convención se trata de un órgano soberano y originario. Y en vez de pelear por una verdadera Asamblea Constituyente, Libre y Soberana, toda su estrategia se basa en acomodar los números dentro de la “cocina” de la Convención.
En esta cocina el Partido Comunista apenas le tironea la manga al Frente Amplio, buscando ponerse de acuerdo en las proporciones de los ingredientes para una receta hecha en dictadura. No han movido un solo dedo para movilizar las organizaciones sindicales y de masas que encabezan, contra las restricciones y trampas del Acuerdo por la Paz, como habían prometido antes de las elecciones. El próximo martes la Secretaría de la Convención debe entregar el comparado de las indicaciones a los convencionales, que serán votados miércoles, jueves y viernes. ¿Saldrán de su pasividad contra una derecha que avanza?
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[1] INN fue elocuente en este respecto en la sesión del martes. Mauricio Daza señaló que está de acuerdo con la norma de 2/3, puesto que “las reglas constitucionales deben tener estabilidad que se establece a partir de un consenso amplio”. En el mismo sentido Patricia Politzer dijo que “los 2/3 pasaron a ser de un quorum maligno a un quorum virtuoso, si queremos una Constitución que permanezca estable durante 40 o 50 años es indispensable que sea aprobada por una amplia mayoría”. Se trata ante todo de buscar darle estabilidad a un régimen basado en el acuerdo con los partidos artífices de la dictadura. Agustín Squella, previo a la sesión del pleno, llegó aún más lejos en sus declaraciones. Dijo que si no se aprueban los ⅔ “se acaba la Convención”.
[2] Tras el triunfo del No en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, que decidió por las urnas poner fin a la dictadura de Pinochet y comenzar proceso de “Transición a la Democracia” siguiendo lo señalado por la Constitución de 1980, los partidos de la concertación empiezan a negociar con la junta militar y la derecha una reforma constitucional. No solo la dictadura temía una Asamblea Constituyente, sino también la “oposición” burguesa demócrata, por lo cual traicionaron esa demanda. Durante esos meses “cocinan” a puertas cerradas un texto de Reforma Constitucional que anuncian finalmente el 1 de junio de 1989. Esta reforma sería aprobada por el plebiscito del 30 de julio. Entre sus modificaciones a la Constitución de la dictadura, se concedía al régimen y a la derecha cambios en algunos quorums de votación en el congreso, los cuales aumentaban aun más el autoritarismo del régimen democrático previsto por la Junta en 1980. Se estableció que para la aprobación de reformas constitucionales sobre determinadas materias (entre ellas la propiedad, la fuerzas del orden y las mismas reformas constitucionales), el quorum necesario pasaría de 3/5 (60%) a 2/3 (67%). De manera que la nueva constitución pactada quedaba mejor asegurada. A la vez, consciente que el próximo gobierno elegido por las urnas sin duda tendría que lidiar con una presión por izquierda más fuerte, se bajó el quorum para rechazar el veto presidencial a los proyectos de reforma constitucional: pasó de 3/4 (75%) a 2/3 (67%). En el mismo sentido, se aumentó el quorum para aprobar las modificaciones presidenciales a estos proyectos: pasó de mayoría absoluta a 3/5 ó 2/3, dependiendo de la materia.
[3] Para mayor claridad: mayoría absoluta serían 78 de los 155 convencionales en ejercicio, quorum de 2/3 serían 104 convencionales (veto de 52), quorum de 3/5 serían 93 (veto de 63) y quorum de 4/7 serían 89 (veto de 67).
[4] “¿Qué es lo que está detrás? -se pregunta Atria- Lo que yo creo que está detrás es que en realidad cuando discutimos sobre los dos tercios no estamos discutiendo sobre la Convención, estamos discutiendo sobre el acuerdo del 15 de noviembre (...) Hay quienes rechazaron el acuerdo y es bien útil recordar cuáles eran las críticas al contenido del acuerdo en los días siguientes. Se decía que la Convención Constitucional iba a ser igual que la Cámara de Diputados y que por consiguiente no iba a ser paritaria, no iba a tener escaños reservados, iban a estar afuera los independientes y la derecha iba a tener un tercio para poder vetar. Bueno, todo eso se solucionó”. Pero Atria olvida que, en efecto, la cámara de diputados, con el patrocinio del gobierno de Piñera, creó una Convención a su imagen y semejanza: mismos 155 escaños, misma distribución distrital, mismo sistema electoral, misma falta de mandato y revocabilidad por las base, y sueldos un poco menos millonarios. O que la paridad, en realidad, terminó beneficiando a los hombres. Olvida además las críticas más profundas hacia el Acuerdo por la Paz: que la Convención era un órgano constituyente amañado, no sería ni libre ni soberana. Que su exclusiva labor es la redacción del texto de una nueva constitución siguiendo las reglas impuestas por la constitución de la dictadura y por los poderes constituidos. Un único texto que, de acuerdo a estas reglas, deberá ser acordado, norma por norma, por al menos 2/3 de los convencionales y que no podrán contradecir los tratados internacionales firmados con anterioridad, que someten al país al saqueo de los oligopolios mundiales financieros, de las empresas extractivistas transnacionales y de las potencias imperialistas. Que era un pacto de impunidad. No solo mantuvieron sus puestos Piñera y los políticos de los partidos de los 30 años, sino que ninguno ha pagado por sus crímenes cometidos durante la revuelta. El proceso constituyente se desarrolla hoy en medio de un estado de excepción constitucional permanente, una agenda represiva en curso, con miles de luchadores procesados, cientos de ellos en las cárceles y decenas de familias esperando justicia por sus muertos.
[5] Por ejemplo, Marcos Barraza (PC): “Insisto. Es una falacia sostener que los 2/3 es fácil de alcanzar. La derecha tiene 37 votos. Entre ex-concerta [DC, PPD, PR] hay 6 votos, liberales 5 más, el Colectivo Socialista tiene 15 votos. Es decir, obtener un tercio móvil, como la misma derecha lo ha señalado, para obstruir normas constitucionales transformadoras, no es tan difícil”.
[6] Para una crítica de la democracia burguesa, recomendamos el artículo del camarada estadounidense Scott Cooper "El verdadero carácter del régimen de Estados Unidos", escrito para Left Voice el año pasado. En la misma web se puede leer traducido al español.