Ni Monasterio de Fátima, ni Panamá. Ni Macrismo, ni kirchnerismo. Soy un trabajador que votó en blanco y los hechos que se vienen sucediendo reafirman que hice lo correcto.
Edgardo Videla Delegado Comisión Interna de Cuyoplacas | Mendoza
Sábado 18 de junio de 2016
Soy un obrero con los pies puestos en una fábrica con cientos de compañeros de trabajo. Desde ese lugar analizo la política, osea desde el punto de vista de la conciencia de clase. Desde ese lugar tome la decisión de votar en blanco en el último ballotage en el que se me obligaba a elegir entre dos opciones, que por parecerse demasiado no me representaban y en concordancia con el llamado a votar en blanco que lanzó el PTS//FIT, partido en el que milito orgullosamente.
FPV
Cuando decidí no votar por el FPV no pensé en la valija de Antonini Wilson, ni en las bolsas con dinero de la Ministra Michelli, ni en el enriquecimiento de Jaime (Secretario de Transporte), ni la cuestionada por entonces relación de Lázaro Báez con la obra pública, ni siquiera pensando a futuro en los desmanejos de Milagros Sala, quien sostengo que debería estar en libertad ya que el Radical Morales la condenó antes de juzgarla. Mucho menos pensé en el vergonzoso episodio reciente del monasterio. Aunque estos hechos son extremadamente serios y para nada deben minimizarse, ninguno de estos episodios de corrupción (que están dando cachetazo tras cachetazo a un proyecto político que debo reconocer me entusiasmo en su primera gestión y me desencantó en las dos posteriores) influyó en mi decisión de no votarlo.
No voté al FPV porque nunca avanzó en serio con el proyecto de Recalde sobre la participación obrera en las ganancias de las empresas. Porque puso a Milani al frente del ejército. Porque las mineras multinacionales siguieron entrando y sacando del país lo que querían y quieren. Porque mientras se festejaba el 25 de mayo en 2015 en una fiesta popular se firmaba un acuerdo con Monsanto. Porque cuando los trabajadores de LEAR acudieron a la justicia y recuperaron sus puestos de trabajo, el gobierno los mandó a golpear con la Gendarmería al mando de Sergio Berni en la Panamericana a pedido de la multinacional y de la burocracia sindical. Porque se usó el Desarrollo Social como herramientas de punteros y nunca se avanzó con una inclusión real, con trabajo genuino para los beneficiarios de Asignación Universal. Porque jamás consideró trabajadores a muchos militantes propios, y a tantos otros que sin serlo aportaron su esfuerzo y dedicación como es el caso de los CAJ y los CAI. Porque el FPV tuvo monopolios enemigos y monopolios amigos, pero no tocó los intereses de nadie, y a mi entender no enfrentó con seriedad a los enemigos y privilegió de muchas formas a los amigos.
Ni siquiera el destacado manejo en lo cultural, ni la movilidad jubilatoria, (que nunca concedió el 82% móvil, y sigue siendo muy baja), ni la ley de matrimonio igualitario, me alcanzaron personalmente para borrar todo lo anterior. Y hasta esto se desdibuja cada vez más cuando veo a las gobernadoras de FPV de Tierra del Fuego y Santa Cruz, aplicar despiadadamente el modelo de represión y ajuste contra trabajadores que propone Cambiemos.
¿Cambiemos?
Por otro lado como obrero y delegado de mis compañeros, estoy acostumbrado a ver como juegan nuestros patrones. Y eso es Macri, entre otras cosas un patrón. El máximo representante del otro espacio político al que no vote.
El PRO ya traía muchos antecedentes nefastos cuando se unió con un caído y dividido radicalismo, para formar el frente Cambiemos. La represión del Borda, la del Indoamericano, los índices del crecimiento de la pobreza en la CABA (consecuencia directa de la exclusión social), la creación de la Metropolitana y su insistencia con las pistolas taser, los desvíos de fondos a empresas fantasmas que involucraron al “esfumado” Fernando Niembro, las escuchas telefónicas a los familiares de víctimas de la AMIA,(que convirtieron a Macri en el primer presidente del historia que asumió estando procesado penalmente).
Todo esto sumado a las propuestas de campaña, que la mitad no las creí y la otra mitad no me parecieron acordes a las necesidades de los trabajadores, hicieron que con toda convicción decidiera no votar a este Frente político.
Ahora que pasa, eh?
Macri encarna a todos los empresarios que están atentos al más mínimo detalle para sacar una ventaja, para beneficiarse a costa de quien sea y de lo que sea. Y esa ventaja, este acaudalado presidente, la sacó durante la época más oscura de la historia reciente de Argentina. Una ventaja que se traduce en una fortuna surgida de una deuda nacionalizada que pagamos todos los argentinos y que se embolsaron solo él y su familia.
Macri encarna a esos patrones que creen que es su derecho tener ganancias, y en nombre de ese derecho, pueden dejar a familias enteras sin sustento. Y eso es lo que estamos viendo. En nombre de organizar el Estado quedan trabajadores en la calle. En nombre de “sincerar la economía”, pagamos el precio los trabajadores. Porque ningún funcionario, ni macrista ni kirchnerista, está pasando frío o hambre pero si lo padecen las familias obreras.
Entre las promesas de campaña que no le creí a Cambiemos, estaba la pulcra bandera de la transparencia que enarbolaban y que se manchó demasiado rápido con el caso Niembro, que lo bajó de su candidatura. Y después de las elecciones, con la aparición de los Panama Papers y las empresas off shore, (que lavan dinero tan sucio como como el que José López enterraba en el monasterio) y la vinculación a estas empresas de varios funcionarios del Gobierno como Néstor Grindetti. Y si pasamos por Mendoza, la transparencia se opacó cuando el cuestionado Director de Escuelas de la provincia, Jaime Correas (creador del Item Aula que castiga a los docentes) nombró a su yerno como funcionario. O cuando la hermana del Gobernador Cornejo goza de los beneficios que sus colegas docentes no gozan.
Ni hablar de esta Ley propuesta por los legisladores de Cambiemos sobre el blanqueo de capitales, en donde se legitima el robo de una forma descarada, usando una excusa extorsiva como lo es el pago a jubilados con juicios contra Anses. Todos los empresarios y funcionarios que tienen dinero en el exterior podrán traerlo de regreso al país sin que se les pregunte de donde salió y deberán entregarle solo el 10% al Estado. Choreo de guante blanco decimos los laburantes. El problema que acá el choreo lo avala el gobierno actual, o sea lo mismo que hacía el anterior gobierno.
Y las promesas que no me representaban las veo aplicadas actualmente. Un gobierno de Empresarios y CEOs que pretenden manejar el Estado como a una de sus empresas. Aumentos desmesurados de tarifas, (donde mucho tiene que ver el Ministro Aranguren accionista de SHELL) ¿Cómo creen que le cae al bolsillo de este señor los aumentos de combustibles? Estos funcionarios, como hacen en sus empresas cuando hay que ordenar las cuentas, echan gente a la calle. Y eso es lo que hacen cuando creen que ordenan el Estado. Más de 150.000 familias en la calle desde que asumieron. Todo acompañado con un cínico discurso que ya espantó a una gran parte de sus propios votantes.
FIT
El FIT llamó a votar en blanco en el ballotage luego de haber hecho una muy buena elección para la presidencia, y yo adherí a la propuesta porque me cansé, tanto como otros compañeros, de estar esperando que mi futuro y el de mi familia lo construyan con lo que les sobra a los poderosos. Porque los partidos políticos que se ofrecían como opción actúan como meros administradores de las fortunas privadas, mientras sus funcionarios se enriquecen, salvo algunas excepciones, a costa de favores y concesiones o por medio de la corrupción. Me cansé de ser una pieza menor en el juego de poder, en donde las reglas las manejan a voluntad los políticos y los empresarios.
Como trabajador, el espacio político que me representa naturalmente es el PTS/FIT. Siento que es el lugar apropiado para que los trabajadores nos organicemos. Este Partido desde que ingresó al escenario político, lo hizo con la convicción, más que con la promesa, de escuchar y representar a la clase obrera, ofreciéndose como un medio de expresión para la voz de los laburantes dentro de los ámbitos parlamentarios, esos lugares que siempre nos son negados. Al FIT no le pesan los antecedentes, que tanto a Cambiemos, como al FPV, no sólo le pesan sino que los condenan. Y esta forma de pensar la política, poniendo al laburante común, a vos, a mi , a mis compañeros, en el centro de la escena política, es la que marca el rumbo.
Para comenzar a torcer el destino en un sistema que deja a miles de los nuestros en la miseria. Un sistema al que los de abajo debemos derrotar con la organización como el arma más noble y más efectiva que tenemos. El FIT avanza, sumando fuerzas a su paso y mantiene la línea de coherencia de un Partido Político que prioriza ser consecuente con su ideología y con sus electores.
Los hechos que se vienen sucediendo en los últimos meses, reafirman la certeza de haber hecho lo correcto cuando voté en blanco.