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Red Internacional
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Docentes. Colegio de profesores llama a paro el 7 de agosto

El Directorio nacional del Colegio de Profesores hizo un llamado a paro nacional para el 7 de agosto. ¿Cómo fortalecemos la organización y la lucha de las y los docentes para dar una respuesta frente a la crisis del sistema educativo?

Domingo 21 de julio de 2024

El Directorio Nacional del Colegio de Profesores llamó a paralizar las funciones el 7 de agosto por los "continuos casos de agresiones, agobio, acoso y malos tratos contra docentes". Y porque, “Ya tuvimos los terribles suicidios de los colegas Katherine Yoma en Antofagasta y de Albano Muñoz en Molina, y no queremos que estas situaciones se repitan”.

Mario Aguilar presidente nacional del CdP, a través de un video dio a conocer los objetivos que persigue esta movilización: “Con la paralización y manifestaciones queremos lograr que las autoridades aborden el tema, esto es una interpelación a quienes legislan y definen las políticas para que le den prioridad a este asunto porque es muy grave lo que está ocurriendo con la convivencia escolar al interior de los colegios”.

El problema del llamado tiene varias aristas, una de ellas es la poca claridad sobre qué demandas en concreto se buscan conquistar desde el Colegio de Profesores para enfrentar la violencia y el agobio en los establecimientos educacionales. Los docentes necesitan un programa educativo claro y demandas claras por las cuales movilizarse y las cuales buscar conquistar. Solo así lograremos abordar realmente el problema de la violencia y el agobio escolar. Sin propuestas que pongan al centro nuestras necesidades más urgentes, la movilización solo puede quedar en consignas generales y un paro muy testimonial.

Desde ya que la realidad de los docentes, en cuanto a la violencia escolar, es un problema serio. Hay que buscar abordarlo con cambios profundos en el sistema educativo, de lo contrario corre el riesgo de quedar en medidas punitivas y restrictivas que no solucionan el problema de fondo.

Es por eso que exigimos el 50/50 de horas lectivas y no lectivas, la reducción de estudiantes por sala y por ende un plan de obras públicas nacional que busque solucionar el problema histórico de la pésima infraestructura con la que deben convivir estudiantes y trabajadores de la educación. El fin de la jornada escolar completa que no resolvió los problemas de calidad educativa como se esperaba. La elección democrática de las autoridades educativas en cada establecimiento. El fin a las pruebas estandarizadas como el SIMCE o la PAES que se convierten en un calvario para los docentes, sobre todo por la presión de directivos. Ponerle fin a los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) que no son la forma de pasar a una real educación estatal, como se planteaba en marchas y movilizaciones. La llegada de estas instituciones ha venido de la mano de ajustes de presupuesto, lo que ha llevado a despidos, desvinculaciones, rebaja de horas, etc.

El segundo problema es que la movilización se hace con el fin de “interpelar a quienes legislan”, para que le “den prioridad” a lo que viene ocurriendo en escuelas y liceos. Como si los parlamentarios y representantes del gobierno no tuvieran claridad sobre la crisis profunda que sufre la educación en Chile. No buscan resolver la crisis, porque gobierno tras gobierno, cumplen el rol de administradores del sistema, manteniendo la crisis, donde la educación solo se ve como un número más.

La mejor interpelación es movilizarse, pero, ¿cómo organizamos una gran movilización que tenga como objetivo torcerle el brazo al gobierno y a los empresarios de la educación, en vez de buscar incidir en sus decisiones?, ¿eso buscan los dirigentes del Colegio de Profesores con un paro de un día? ¿no piensan en llamar a asambleas masivas para discutir un plan de movilizaciones que permita avanzar en el fortalecimiento de la organización y de la movilización entre trabajadores de distintos establecimientos educacionales?

En medio de las movilizaciones que se desarrollaron a comienzo del año escolar en Antofagasta, frente a la muerte de la profesora Katherine Yoma, el momento para llamar a un paro nacional era clave. Desde Antofagasta las y los trabajadores de la educación exigieron el paro al CdP con miles en las calles. Pero los dirigentes nacionales solo dieron palabras de apoyo y nunca pasaron a la acción, negándose a llamar a un paro nacional.

La misma respuesta tuvieron respecto a los estudiantes secundarios que se movilizaban por el alza de la locomoción. Nunca buscaron solidarizar y dar su apoyo. Menos aún han buscado tejer una fuerza con estudiantes universitarios, que a nivel nacional se organizaron este año en comités y grupos de solidaridad frente al genocidio que ocurre en Palestina. Han guardado un silencio criminal. Desde ya que el cuestionamiento a los dirigentes del Colegio de Profesores como Mario Aguilar (ex PH) y Carlos Diaz Marchant (PH), por no adherir y buscar unir estas luchas, es necesario.

Es difícil pensar en una gran movilización con el rutinarismo con el que nos acostumbran a movilizarnos. Aun así, las y los docentes y el conjunto de los trabajadores de la educación, tenemos que tener en claro que sin movilización será imposible ganar las demandas más profundas que tenemos. Es por eso, que tenemos que reflexionar cómo la próxima movilización no queda solo en un hecho testimonial como quieren los dirigentes y se transforma en una verdadera fuerza para cambiar de raíz la educación pública.