En la madrugada del 7 de mayo, después de un día de protestas de miles de docentes contra los acuerdos alcanzados entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la Federación Colombiana de Educadores, FECODE, su Junta Directiva puso fin al paro que se adelantaba desde el 22 de abril.
Viernes 8 de mayo de 2015
Fotografía : REUTERS
A pesar de las dudas de la dirigencia, la fuerza del paro era creciente, los docentes habían inundado las calles de las principales ciudades ganando la simpatía de la población cuando la Ministra de Educación, Gina Parody, había mentido a través de los medios de comunicación diciendo que el promedio salarial de los docentes era de aproximadamente 100 dólares mensuales, cuando no supera los 60.
Así, el Primero de Mayo, que las organizaciones reformistas pretendían convertir en una jornada de apoyo a los Diálogos de Paz de La Habana, terminó convertido en una jornada de lucha en la que el movimiento obrero se solidarizó con el paro de los educadores.
¿Qué exige el magisterio?
Los docentes en Colombia se encuentran divididos en dos regímenes salariales, los profesores antiguos cobijados por el Decreto 2277 que ganaron sus reivindicaciones salariales en la lucha histórica de su gremio y los nuevos, los del Decreto 1278, que además de bajos salarios están sometidos a constantes pruebas que debilitan su estabilidad laboral e impiden su posibilidad de ascenso.
La reivindicación más sentida del magisterio era entonces una nivelación salarial del 28%, el fin de las evaluaciones sancionatorias y el cambio en el régimen de ascensos en el escalafón que además de estar sujetos a pruebas, dependen de la disposición presupuestal.
Por otra parte, el gobierno de Juan Manuel Santos que se ha empeñado en el ingreso de Colombia a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, debía adelantar el 5 de mayo las llamadas Pruebas PISA (Programme for International Student Assessment), como requisito para ingreso en este organismo.
Pero después del respaldo recibido por FECODE en las jornadas del Primero de Mayo, tuvo que anunciar su aplazamiento y el inicio de las negociaciones en medio del paro.
Una historia de traiciones
Pero todos estos reveses que los docentes infringieron al gobierno, de nada le sirvieron a la Junta Directiva de FECODE que ese fin de semana bajó del 28 al 16% las aspiraciones del magisterio, diferidos a cuatro años. Las bases empezaron a sospechar una nueva traición de la Junta Directiva y a acusar a una dirigencia que, al mejor estilo de la última cena, se miraba entre sí y se decían ¿seré yo maestro?
En la noche del 5 de mayo se anunció lo que todos esperaban, FECODE anunció un pre-acuerdo con el 12% de nivelación salarial diferido a cuatro años. La confusión en las bases fue mayúscula pero su lucha continuó y esos miles de maestros que habían tomado las calles rodearon las sedes de la Federación en las distintas ciudades exigiendo una negociación digna. La presión fue tal que en la noche del 6 de mayo la Junta Directiva tuvo que anunciar que rechazaba el pre-acuerdo. Pero a las 2:00 a.m. del 7 de mayo, mientras el magisterio dormía, la Junta Directiva de FECODE volvía a reversar su decisión y anunciaba el fin del paro.
Esta nueva traición se suma a una vieja historia de traiciones de la dirección de la FECODE, que hoy amenaza su propia existencia como el sindicato más fuerte del país, que controla además la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, la mayor del país.
Los docentes del nuevo régimen, que no tienen representación en la dirección, sienten que deben abandonar la FECODE y algunos sectores promueven una campaña de desafiliación masiva, otros promueven la creación de una nueva organización sindical para los docentes nuevos que sostienen que la FECODE solo representa los intereses de los antiguos. Pero lo cierto es que los profesores antiguos también están afectados pues hace veinte años que los ascensos en el escalafón se congelaron y su salario se ha venido deteriorando.
Lo cierto es que el magisterio ha demostrado su capacidad de lucha y está claro que lo único que impide que puedan ganar reivindicaciones no es la intransigencia del Gobierno sino la posición conciliadora y entreguista de su propia dirigencia.