Con la ausencia de Trump y el veto a la participación de Maduro, la Cumbre comenzó este viernes en Lima con eje en el "combate a la corrupción", a tan solo un mes de la renuncia de Kuczynski por sus lazos con Odebrecht.
Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Sábado 14 de abril de 2018 10:32
La VIII Cumbre de las Américas empezó este viernes en Lima, Perú, con la ausencia, por distintos motivos, de Trump y Maduro, dos de las figuras clave del continente.
Trump anunció hace solo unos días que no participaría de la Cumbre para seguir la situación en Siria, a la que amenazó con bombardear. De esta manera Trump no solo cancela lo que hubiera sido su primer viaje a la región sino que también se convierte en el primer presidente de EE. UU. en no participar de una Cumbre. En su lugar enviará al vicepresidente Mike Pence, un hombre con perfil bajo que difícilmente pueda convencer a alguien de la agenda trumpista o prometer a los mandatarios latinoamericanos cumplir con demandas como la anulación de los aranceles al acero y el aluminio.
La situación de Maduro es bastante diferente. Fue el propio gobierno peruano, a pedido de Estados Unidos y con el apoyo del Grupo Lima, el que vetó la participación del presidente venezolano. Esta había sido una de las exigencias de Trump, que fue apoyada por la docena de países que conforman el Grupo Lima y cuyo único objetivo es la de ser los voceros regionales de la política injerencista de EE. UU. sobre Venezuela.
Paradojas de una "Cumbre anticorrupción"
Si la ausencia de Trump y Maduro ya le quitan "brillo" a la Cumbre, el eje político sobre el que se organizó la misma no deja de ser un tema polémico. La VIII Cumbre de las Américas llamada bajo el lema “Gobernabilidad democrática frente a la corrupción” se realiza en el mismo país en el que hace menos de un mes su presidente renunció por escándalos de corrupción. El expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski renunció hace pocas semanas en medio de una investigación por su relación con la constructora brasileña Odebrecht y que terminó con la acusación de compra de votos en el congreso para evitar su caída. Su sucesor, el vicepresidente Martín Vizcarra había tenido que "autoexiliarse" el año pasado como embajador en Canadá tras las denuncias de haber prometido el desvío de dinero público para empresas privadas.
Pero la paradoja de esta "cumbre anticorrupción" no termina en los escándalos del país anfitrión. De la misma van a participar el presidente golpista brasileño Michel Temer acusado por diversos escándalos de corrupción en su país, el argentino Mauricio Macri que junto a su gabinete no para de sumar cuentas offshore en los principales paraísos fiscales del mundo, o los presidentes de Panamá, Guatemala y Honduras, entre otros, acusados por fuga de divisas, sobornos y fraude.
Un documento a la altura de la injerencia de Estados Unidos
Aún con estas paradojas, los cancilleres de los países participantes firmaron el jueves un borrador de acuerdo, que queda para la rubrica de los presidentes, y que incluye la aceptación de métodos absolutamente antidemocráticos como la delación premiada, junto a un conjunto de medidas que favorecen la intromisión directa del imperialismo estadounidense en la región.
A los largo de la historia de las cumbres se utilizaron indistintamente tópicos como la "lucha contra el narcotráfico", los "acuerdos de libre comercio" o la "estabilidad democrática" para atar a los países de la región a los intereses de Estados Unidos. Ahora es la "lucha contra la corrupción" la forma que encontró el imperialismo para someter y avasallar la soberanía de nuestros países. El caso testigo es Brasil, en el que mediante las delaciones premiadas y el accionar del partido judicial buscan modificar no solo la estructura económica sino política del país. Con el Juez Sergio Moro a la cabeza, que fue formado directamente por el Departamento de Estado de Estados Unidos, buscan un modelo de injerencia que permita atacar a las empresas estatales o de capital nacional que le compitan, y modificar el mapa político según sus intereses.
Esta propuesta se verá debilitada por la ausencia de Trump, pero no deja de reflejar el objetivo a mediano plazo del imperialismo en la región.
Venezuela y China
Si bien el tema de Venezuela no está en la agenda oficial, seguramente cruce la Cumbre impulsado por los países del Grupo Lima. Sin embargo, el desplante de Trump que comanda a este grupo, vuelve difícil que puedan avanzar en algún tipo de sanción más allá de los discursos que puedan pronunciar. Un escenario bastante alejado del de hace tan solo unos meses atrás en los que parecía que, tras el veto a la participación de Maduro, se dirigían a una política más agresiva de apoyo a la derecha golpista venezolana y de intento de presión hacia una mayor injerencia y sanciones al gobierno de Maduro.
Otro de los aspectos que podría generar discusiones es el del comercio, en medio de la disputa entre Estados Unidos y China. El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, añadió algo de tensión sobre este punto al afirmar el jueves que "Washington no dejará el liderazgo comercial en su propio continente en manos de países autoritarios", en alusión a China.
Sin embargo la respuesta llegó en forma de chicana de algunos de los empresarios que participaron de la previa de la Cumbre, como el argentino Gustavo Grobocopatel, presidente de uno de los principales grupos agrícolas, que dijo "El plan de Trump parece ser asegurar que Estados Unidos ya no sea el líder mundial", refiriéndose a la salida de EE.UU. del Acuerdo de Asociación Transpacífico, de las amenazas sobre el NAFTA y los aranceles al acero y el aluminio.
Trump, que abrió una guerra comercial con China, tenía previsto instar a los presidentes latinoamericanos a elegir a Estados Unidos como "socio preferente". Su ausencia en la Cumbre y el reemplazo por Mike Pence hacen difícil cualquier imposición de este tipo.
La VIII Cumbre de las Américas finaliza el sábado con la firma de un documento de cierre por parte de los mandatarios presentes. Aún con la ausencia de Trump, y siendo una Cumbre que ya arrancó deslucida y que discutirá solo algunos temas parcialmente, de firmarse el borrador redactado por los cancilleres sería una victoria para Estados Unidos y su política injerencista sobre la región.
Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario