Así se informó mediante el boletín oficial del 1 de febrero con el silencio del ministro Alejandro Finocchiaro y el presidente Mauricio Macri.
Domingo 17 de febrero de 2019 13:58
La propaganda oficial del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología habla de 640.000 beneficiarios durante el 2018 y un aumento del 5% en las llamadas “carreras estratégicas” pero no dedica ni una palabra al hecho que, habiendo cerrado el año con una inflación anual del 48%, los montos de la beca estén congelados desde su relanzamiento en 2018.
Nada más que migajas para la juventud
A principios del año pasado, ofreciendo una conferencia de prensa desde la Casa Rosada, el presidente Mauricio Macri anunció el relanzamiento como beca del antiguo plan Progresar. Escondido en un discurso meritocrático, habló sobre la suba de los montos a abonar y, más por lo bajo, los recortes de la misma y el aumento de los requisitos totalmente excluyentes. De mantener la regularidad y recibir 12 cuotas anualmente a exigir el 50% del plan de estudio y percibir sólo el pago de 10 meses. Esto no es otra cosa que condenar aún más a la juventud, de por sí vulnerada, a elegir entre estudiar o trabajar.
Con una inflación que cerró en el 2018 por encima del 47,9% y que no para de crecer en el poco tiempo transcurrido del 2019, los montos de la beca Progresar permanecen iguales que a comienzos del anterior año. A esto se le suman los tarifazos en transporte como en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Córdoba donde un boleto de colectivo supera los $20 pero, es de sentido común, que el costo de estudiar no sólo se limita al transporte. Los materiales de estudio no son gratis, mucho menos la comida y el alquiler del departamento o residencia en la que estés. Peor aún si sos el pilar de sostén de una familia y no te quede otra que trabajar 12 horas o más para llegar a fin de mes, algo que día a día se hace más difícil.
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Cuando tus opciones se limitan a agarrar la bicicleta y pedalear, ya sea bajo el sol de verano a 37°C o un temporal de lluvia y granizo, por 400$ al día o dejar hasta la última gota de cordura ateniendo llamada tras llamada llena de ira en un call center para salir e ir a cursar de noche, ¿quién puede creer que sea posible promocionar todo el plan de estudios con una nota de 8? Aún así, tanto el ministro Finocchiaro como todos esos funcionarios que viven de vacaciones, cobran generosas dietas que triplican la canasta básica familiar, y son responsables del ajuste y los tarifazos, tienen el tupé de hablar de una juventud ni-ni (ni estudia ni trabaja).
Durante el pasado octubre hubo universidades que fueron incapaces de pagar los servicios de gas y luz, entre otros, pero lejos de quedar en una cuestión estructural, hoy en día vivimos algo mucho peor. Superamos ampliamente las 14.854 deserciones estudiantiles que hubo durante la crisis del 2001 según informó la FUR. Lejos de brindar esperanza alguna, el boletín estadístico de la UNR revela que las inscripciones del corriente año son menores que las del 2018. Si algo queda claro es que, para los y las estudiantes, se trata de comprar los apuntes o la cena del día.
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