Son fuertes imágenes en contra del aborto y el derecho a decidir de las mujeres. Omiten que más de trescientas mujeres al año mueren por abortos clandestinos, y la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Viernes 27 de enero de 2017
Desde hace algunas semanas varios comercios de la ciudad de Cañuelas han desplegado en sus vidrieras una serie de carteles de la agrupación católica Más Vida. Dichas imágenes rezan "Tengo ocho semanas, estoy creciendo, quiero nacer" y es acompañado por el boceto de un feto.
La campaña antiabortista Más Vida comenzó a desplegarse en Capital Federal. Sin página web, sólo cuentan con redes sociales como Facebook e Instagram, y un canal en Youtube. En ninguno de ellas detallan sobre esta organización y quiénes la llevan adelante, pero se puede entrever la injerencia eclesiástica.
Así, han llegado al partido de Cañuelas con el objetivo de difundir su mensaje retrógrado y estigmatizante, que bajo una falsa defensa a "la vida" denigra y olvida que los abortos clandestinos constituyen la principal causa de muerte de mujeres gestantes en Argentina.
A su vez es notable que los mensajes oficiales de la agrupación eclesiástica se basan en discursos simplistas que ocultan tras un velo "apolítico" una discusión profundamente política. Los lemas utilizados en sus campañas tales cual "soy una persona desde la fecundación, mi vida está en tus manos" despliegan sobre la sociedad razonamientos regresivos, estigmatizantes y demagógicos. Olvidando que la ilegalidad del aborto no es un tema de creencias, es un problema de salud pública y su penalización empuja a las mujeres a la clandestinidad.
Campañas como las de Más Vida reducen a las mujeres a la mera actividad de reproducir porque “así lo indica Dios". El patriarcado se encarga a diario de impulsar este concepto, incentivando a que aquellas mujeres con voluntad de interrumpir su embarazo sean juzgadas y estigmatizadas por el hecho de querer decidir sobre sus cuerpos.
Un gran negocio a costa de la vida de las mujeres
En Argentina se calcula que cada año entre 460 mil y 600 mil mujeres recurren al aborto clandestino sin importar el mandato de la iglesia católica o de la ley. Esto quiere decir que dicha práctica existe y está intrínseca en nuestra cotidianeidad a pesar de que los gobiernos, en complicidad con el poder eclesiástico, intenten hacer oídos sordos.
En este marco, las prácticas abortistas generan un negocio altamente redituable por su no-legislación. Son las mujeres que gozan de buena situación económica quienes acceden a una interrupción segura de su embarazo. Mientras, las mujeres de las clases más pobres sufren las interrupciones en forma precaria, jugándose la vida y su libertad al no contar con el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Es por esta situación que 300 mujeres al año mueren por prácticas clandestinas. Son mujeres a las que se les niega un derecho humano esencial: elegir qué hacer con su cuerpo sin poner en riesgo su vida.
Las mujeres nos organizamos
Mal que les pese a la organización Más Vida, las mujeres venimos organizándonos por la conquista de nuestros derechos. Las marchas convocadas por el colectivo #NiUnaMenos y los masivos Encuentros Nacionales de Mujeres dan cuenta de esto. Y no sólo en nuestro país. El ejemplo más reciente fueron las impresionantes movilizaciones de mujeres en el corazón del imperio contra el misógino y machista Donald Trump, quien ya firmó ordenes contra el aborto.
Durante la década pasada Cristina Fernández se negó a tratar la legislación del aborto, y es claro que Mauricio Macri tampoco pondrá el tema en agenda. Por eso, desde Pan y Rosas apostamos a la organización consiente de las mujeres para dar batallas cotidianas en nuestros barrios, lugares de trabajo y estudio, participar de marchas progresivas por nuestros derechos, y pelear junto a los trabajadores por nuestras demandas, y por una sociedad sin explotados ni explotadores. No dejar pasar naturalmente las propagandas antiabortistas es parte de esta pelea.