Miles de jóvenes buscan una profesión y una salida laboral en la docencia. La inestabilidad y la precarización de esos inicios y su continuidad a través de los años.
Martes 6 de septiembre de 2016
Estudian en institutos terciarios o en universidades buscando formarse para tomar horas o cargos como maestros, profesores o preceptores. Muchas veces trabajan también en otras actividades a la par del estudio.
Generalmente, antes de tener el título, y por necesidades económicas, intentan empezar a ejercer la profesión. Aquí, las problemáticas habituales que se enfrentan, antes y después de recibirse, desde su propia mirada.
Un comienzo privado de derechos
Silvina da clases hace nueve años. Empezó en colegios privados. Cuando el porcentaje de materias aprobadas en el terciario se lo permitió, se anotó también en el listado de emergencia estatal.
“Al saber que estaba embarazada, en uno de los privados me dieron de baja. Luego del embarazo, cuando volví a trabajar, como las escuelas estatales me quedaban muy lejos, y se me hacía muy difícil con la nena, tuve que trabajar en privados nuevamente, que me quedaban más cerca”, relata.
“En una de las escuelas privadas me pedían que renunciara a fin de año para tomarme de nuevo en marzo. Tres años. Cuando me negué, me dijeron: ‘Atenete a las consecuencias’. Me lo dijeron dentro de una salita, con los chicos mirando. En otra, cuando tuve un accidente, no me llamaron más”.
En la Argentina, la educación privada se encuentra subsidiada por el Estado. Esta política va en desmedro del financiamiento de la educación pública y a favor de los espectaculares negocios que hacen las escuelas privadas.
Además, somete a los docentes al criterio empresarial de los dueños: recortes en el salario, en las vacaciones, en el descuento de las ausencias justificadas, ausencia de derecho a hacer paro, etc. Muchas de estas escuelas dependen de la Iglesia católica, también subsidiada.
“Ahora estoy con una suplencia en el Estado en un jardín. El 30 de septiembre se me vence... Este año se ve que hay menos horas. Los profesores, no importa que estén recibidos o no, siguen yendo a los actos públicos porque con las horas que tienen no les alcanza, entonces necesitan trabajar más para ganar más porque los sueldos tampoco suben...”.
Como Silvina, miles de docentes se ven obligados a trabajar en escuelas privadas porque el Estado no garantiza el ejercicio de la profesión dentro de la escuela pública, mientras la mayoría de las aulas de las escuelas estatales de la Provincia se encuentran superpobladas y hay miles de cargos (y edificios) que deberían crearse para una práctica educativa en mejores condiciones.
“Es por eso que buscamos más horas: porque no alcanza”
Ester comenzó a trabajar como docente en 2011. El año pasado consiguió un cargo de jardín, como suplente. Desde entonces quiere tomar alguna hora más, en primaria, pero no encuentra.
“Ni siquiera me llegan a llamar, ¿viste? Yo calculo que la situación económica que estamos pasando nos hacer querer trabajar más, o sea, necesitamos más plata. Es por eso que buscamos más horas, porque no alcanza. Y hay gente más arriba en los listados”.
El salario docente por un cargo se encuentra muy por debajo de las estimaciones del costo de una canasta familiar. Eso hace que se vean obligados a trabajar en dos y hasta tres cargos, si es que los consiguen, para poder subsistir, con las consecuencias que acarrea esto para la salud.
“Después, otra cosa, sé que hay muchos chicos en lista de espera en los jardines. Hace falta construir más jardines. En los actos charlamos con muchos compañeros y nos vamos así, con las manos vacías”, nos cuenta.
El salario mínimo igual a la canasta familiar por un cargo es un reclamo histórico de las seccionales combativas del Suteba. En cambio, la actual conducción provincial dirigida por Roberto Baradel no ha dado jamás esa lucha, condenando al conjunto de la docencia al doble y triple cargo y naturalizando la situación de sobreexplotación.
“Tuve que dejar de cursar la carrera”
Facundo comenzó a trabajar este año como profe de teatro. Faltándole unas materias para recibirse, como no conseguía horas en su distrito se anotó en otros. En abril tuvo “la suerte” de conseguir doce horas en condición de suplente. Viajaba treinta kilómetros de ida y treinta de vuelta tres veces a la semana.
“Elegí la profesión porque la educación me parece un lugar para dar herramientas, para cambiar las cosas, y además porque te da cierta estabilidad económica..., que en realidad no te la da, porque por ahí un mes no lo cobrás”.
Hace años ya que un reclamo fundamental de la docencia es el de cobrar los salarios en tiempo y forma. En el mejor de los casos se cobran dos o tres meses después de trabajados. A veces se llega a un año sin cobrar.
“En este momento yo laburo en un almacén. Cuando salieron las horas, una buena cantidad, doce, podría habérmela jugado y salir a buscar más, pero no las estaba cobrando. Tuve que dejar de cursar la carrera, laburando diez horas por día, y cinco de esas en una escuela, con ciento veinte pibitos alrededor toda la mañana. Es una transición muy difícil”.
“Es una situación muy complicada porque vos te estás iniciando en una profesión y tendrías que estar con las energías puestas a ese inicio y a dar lo mejor de vos... y después tenés que meterle seis u ocho horas a un almacén o a un kiosco o lo que sea, porque no te alcanza, porque las suplencias son escasas y encima después podés llegar a no cobrar, o a que te descuenten porque sí. Es traumático”.
A Facundo se le terminó la suplencia a finales de agosto.
“En la escuela que estuve, en La Carolina, en Varela, chorreaba agua de las cloacas adelante del comedor de los chicos. A veces no había luz... Estuvimos sin gas todo el invierno en una zona rural. Los chicos con guantes, gorritos. Mucho frío”.
Si bien cambia cambia un poco por distrito y por nivel y rama, las frases “salen pocas horas y cargos”, “la mayoría son suplencias cortas”, “te pagan cuando quieren”, “la plata no alcanza”, “te descuentan” y “las condiciones de trabajo son malísimas” son las realidades que se viven y escuchan en los actos públicos de la provincia de Buenos Aires y del país.
¿Se modifica esta situación con los años de carrera docente? Lo desarrollaremos en la segunda parte de esta nota.