Crónica de la charla-debate hacia el 8A organizada por la Comisión de Mujeres y Géneros del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE).
Viernes 3 de agosto de 2018
Prepararnos para una jornada histórica este 8 de agosto, esa era la consigna. Después de un 13J desbordado de emociones, de ansiedad, de pañuelos verdes y de entusiasmo. Y luego de un amanecer de lágrimas eufóricas y abrazos en el momento en que sentimos entre las manos una media sanción arrancada con esa fuerza que tenemos las mujeres cuando nos ponemos de pie. Convencidas de que no podemos dejar escapar tamaña conquista, nos propusimos inundarlo todo con la marea verde y organizar una jornada para sumar nuestra voz al grito #QueSeaLey.
Así fue como, entre las compañeras que integramos la Comisión de Mujeres y Géneros del ENRE, comenzamos a organizar una charla que aportara a expandir esta lucha en nuestro lugar de trabajo y llegar al 8 multiplicadas. Contactar a las invitadas, elegir el día, reservar el espacio, calcular comida y bebida porque arrancaba al mediodía, conseguir sonido y cámara, preparar y decorar la sala: entre más tareas iban apareciendo para dividir y garantizar, más se nos disparaban la ansiedad y los nervios.
Pero no fuimos sólo nosotras. En los últimos años, nuestro país vio crecer un inconmensurable movimiento de mujeres que, primero, levantó la cabeza para decirle basta a los femicidios y la violencia al grito de “Ni una menos, vivas nos queremos”, y que hoy va por más, se tiñe de verde y se expande por los rincones exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Ese movimiento despertó la organización en cientos de lugares de trabajo, en colegios, terciarios, universidades, en los barrios y en las calles. En medio de esa marea confluimos con compañeras de Parques Nacionales, con quienes preparamos la actividad, y con la Comisión de Mujeres Esmeralda (ACUMAR-Ministerio del Interior), a quienes invitamos a participar.
El martes 31 de julio fue el día, con una sala llena de compañeras y compañeros. Abrió la charla Bárbara Acevedo, enfermera del sector Adolescencia del hospital Garrahan e integrante de la Agrupación clasista Marrón de ATE. Bárbara no sólo denunció el deterioro histórico de la salud pública acrecentado hoy en un contexto de ajuste, sino también cuáles son las consecuencias de la clandestinidad del aborto, plasmadas en los cientos de casos que llegan a los hospitales a raíz de prácticas inseguras. También, discutió contra la idea tan extendida de una “sororidad” transversal a partir de la experiencia de organización de las mujeres del Garrahan y su delimitación de aquellas directivas del establecimiento, que poco “sororas” resultan cuando se trata de atender a los problemas de precarización laboral de las trabajadoras con peores condiciones, contraponiendo a ello la solidaridad de clase.
La siguiente oradora fue Marilina Arias, parte de la directiva del gremio docente Ademys y dirigente de la agrupación Pan y Rosas. Con la claridad de una maestra de escuela primaria, su exposición recorrió desde la falta de presupuesto, capacitación y otros obstáculos por los cuales la Ley de Educación Sexual Integral existente no se aplica, hasta el derecho al aborto como una lucha que lleva años y que hoy las más jóvenes la toman en sus manos. También, cómo se preparan para el 8A las docentes exigiendo desde las asambleas de Ademys paro y postergación de las elecciones de la CTA Autónoma, que se desarrollarán el mismo miércoles.
Cerró la ronda de exposiciones una integrante histórica de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, la abogada laboralista y feminista Nina Brugo, que nos trajo la anécdota de cómo surge el pañuelo verde que años después se convertiría en todo un símbolo de lucha. También, con vehemencia y mucho humor, discutió contra los principales argumentos de los que se valen aquellos sectores que militan para que el aborto continúe siendo clandestino.
Entre mates, preguntas, opiniones, el saludo de las compañeras de Parques y Esmeralda continuó una actividad que parecía no querer terminar. Esa sensación alentadora que brota del poder organizarse, juntarse, tomar la palabra y, desde un pequeño lugar, ser parte de la historia que el movimiento de mujeres construye día a día, se plasmó en la foto grupal que sacamos levantando los pañuelos verdes. La misma foto que luego enviamos con un mensaje de solidaridad a los trabajadores y trabajadoras del Astillero Río Santiago. Tres espacios de organización, comisiones de mujeres, impulsando un encuentro de debate desde distintos lugares de trabajo, afiliadas a ATE, a UPCN, a ninguno y con formas de contrato distintas, junto a compañeros varones. Una muestra en pequeño de la fuerza que hay en unir por abajo lo que desde arriba se divide.
Una vez finalizada la actividad, nos sorprendió una noticia que sembró la incertidumbre en torno a las tareas que realizamos todos los días en nuestro lugar de trabajo. El presidente Macri anunció por radio que las empresas eléctricas que nuestro organismo regula cambian de jurisdicción. Sin mayores precisiones en el momento, en un contexto cada vez de mayor ajuste contra las familias trabajadoras, sabiendo que desde los noventa a esta parte se respetaron más las ganancias de empresas privatizadas que lucran con servicios básicos que los derechos laborales, entendimos que debemos estar alerta y no dejar pasar ningún ataque a los puestos de trabajo.
Si una idea nos quedó en la cabeza este martes, es que nunca nadie nos regaló nada. Que somos mujeres y somos trabajadoras, y que cada derecho, cada conquista, fue arrancada con lucha y organización. Que la media sanción en diputados es corolario de una pelea incansable de años que hoy se expandió y pintó las calles de verde. Que venimos de exigir que todas las centrales sindicales convoquen a paro para ser una verdadera marea. Que no podemos permitir que un puñado de senadores decidan sobre la vida de millones de mujeres. Que abrazaremos la legalización sólo si multiplicamos estas fuerzas, las mismas que son necesarias para ganar cada una de las batallas junto a nuestros compañeros, sea por el derecho a decidir, para ponerle un punto final a la violencia o para defender los puestos de trabajo y hacer frente al ajuste que cada día recae sobre nuestras familias. Que este 8A tenemos que ser millones para que sea ley, y va a ser ley.