Este Comité viene siendo impulsado por mujeres de Pan y Rosas San Miguel, y junto a trabajadores de Madygraf, de Fate, docentes de la Corriente 9 de Abril y estudiantes de UNPAZ y UNGS, entregaron barbijos y elementos de higiene a les trabajadores del Hospital Mercante. La unidad, la solidaridad y la organización es la salida.
Viernes 24 de abril de 2020 20:19
El distrito de José C. Paz, donde se ubica el Hospital Mercante, es uno de los más pobres del conurbano bonaerense. Con 268.910 habitantes, cuenta sólo con 56.007 viviendas para toda la población paceña. Se calcula que existe una tasa del 7,1% de desempleo, afectando principalmente a las mujeres, quienes son el 51% de su población total.
En este contexto, Mario Ishii y su cuento de los 8 hospitales municipales inaugurados hace un tiempo, no fueron más que pantomimas, ya que solo funcionan como Unidades de Diagnóstico Precoz (dos ya existían previamente a su “apertura” y uno se construyó con fondos de Nación).
Producto de esta política, se cierran las 24 salitas con las que contaba el distrito. Con este panorama, no es muy difícil predecir que el único destino para la mayoría de los paceños y las paceñas, sea el de atenderse en el Hospital Mercante.
Se estima que el Hospital cuenta con no más de 20 camas para internación. Un número alarmante.
Tampoco debemos olvidar, que hace unas pocas semanas el gobierno provincial quiso realizar una intervención con el fin de municipalizar el Hospital, de la que tuvo que retroceder gracias al rechazo y organización de les trabajadores.
Es por ello que, en este contexto de crisis sanitaria, social y económica, a quienes más afecta es a las mujeres. No queremos esperar sentadas la catástrofe, sino que queremos ser protagonistas de transformar la realidad. Seguimos el ejemplo del Comité de Mujeres de Madygraf, quienes no se quedaron con los brazos cruzados al momento en que la ex Donelley dejó a cientos de familias en la calle y se organizaron para recuperar la fábrica, y en ella, levantar una juegoteca. Así como también, actualmente, junto con les trabajadores de Madygraf, resolvieron reconvertir su fábrica recuperada al servicio de la comunidad, produciendo sanitizantes, mascarillas, alcohol en gel, entre otros elementos.
Desde nuestro Comité de mujeres, junto a ellos y otros sectores con los que venimos coordinando desde los barrios y escuelas aledañas, realizamos la primera donación de más de 600 barbijos y elementos de higiene.
Además de llevar esta organización al hombro y poner nuestro cuerpo en la tarea, desde el Comité de Mujeres comprendemos que todo lo que podamos hacer, aún con nuestro mayor esfuerzo, no será suficiente para paliar una crisis sanitaria que oculta la desinversión de años en presupuesto a la salud y nos lleva a cuestionar cuáles fueron las prioridades de los diferentes gobiernos en sus distintas épocas. El dinero está, solo que la prioridad es otra.
Esto se ve claramente, en el voluminoso número destinado para deuda, U$S250 millones hasta la fecha. Es decir, 9 veces más dinero que lo que se desembolsó para salud y salarios de emergencia.
Mientras se prioriza el pago de esta deuda fraudulenta con el FMI nadie cuida a les que nos cuidan. No está de más decir que, seis de cada diez puestos profesionales en este sector son ocupados por mujeres. A quienes les pagan menos y es casi ínfimo el porcentaje de mujeres que acceden a un cargo de dirección.
Sumado a esto, es de público conocimiento las aterradoras cifras donde pudimos ver que el 14% de contagios fueron trabajadores de la salud. Hoy Argentina se encuentra dentro del podio mundial de personal infectado por COVID-19. En la provincia de Buenos Aires, ese porcentaje de terror, asciende al 20%.
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Para el gobierno la prioridad no parece ser el riesgo de contagio y hasta la muerte a la que se enfrentan día a días nuestros “héroes” de la salud. Pero si parece estar a la orden del día para financiar a la“policía del cuidado”. Esta nefasta institución solo ayuda a aumentar el control social, la militarización en los barrios y la represión hacia los trabajadores que luchan contra los despidos.
Ante un discurso que busca legitimar el accionar de las fuerzas de seguridad, hay que poner la emergencia sanitaria y de género en el centro del debate. No nos olvidemos que desde el comienzo de la cuarentena ya van 21 femicidios.
La ausencia de refugios, de planes para el acceso a las viviendas y el empleo, de licencias pagas para todas las víctimas y sus familias, de subsidios que garanticen el ingreso igual al costo de la canasta familiar, de acompañamiento de equipos interdisciplinarios, entre otras medidas básicas, demuestran que la inversión no está dirigida para este sector, el más vulnerable.
Esta prioridad de financiar ciertos sectores por parte del gobierno, se pudo ver en estas últimas semanas con la entrega de $583 millones a las fuerzas armadas mientras que en Argentina ya lloramos la muerte de nuestro primer enfermero por COVID-19, Silvio Cufré, del Hospital Brandsen.
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Por eso, desde este Comité, formamos parte de lo que sucede por abajo. Tejiendo alianzas, lazos de solidaridad que desafían los límites de la cuarentena, redes de ayuda entre maestras, desocupadas, trabajadoras precarizadas, mujeres que como en Madygraf o en la textil neuquina Traful Nehuén, ponen sus gestiones obreras al servicio de las grandes necesidades, de la producción de barbijos, de elementos sanitizantes, de dar una salida a la crisis.
Porque sabemos que las consecuencias de la pandemia impactan de manera particular sobre la vida de las mujeres. Ante la irracionalidad de este sistema; ante la brutalidad de la crisis sanitaria, provocada entre otras cosas por décadas de vaciamiento del sistema de salud; es necesaria una salida de fondo, que se prepare con la unidad de quienes no tienen para perder nada más que sus cadenas.