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Red Internacional
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Como el 3-O de 2017: la izquierda independentista y sindical catalana deben ponerse a la cabeza de la lucha por la autodeterminación y la amnistía total

Solo con una movilización social independiente en todo el Estado se podrá conquistar estas demandas y pararles los piés a la ofensiva de la derecha. Ni las negociaciones por arriba, ni el “progresismo” de Su Majestad son una alternativa. Los convocantes de la huelga del 3 de octubre deben romper la baraja y ponerse a la cabeza de una vuelta a las calles.

Miércoles 13 de septiembre de 2023

Las negociaciones entre Junts-ERC y PSOE-Sumar en torno a la investidura de Sánchez han devuelto a primera línea el debate sobre la amnistía y la autodeterminación. En Catalunya la movilización de la Diada y la manifestación posterior convocada por la izquierda independentista, demostraron que, a pesar de la política de la dirección independentista, ambas demandas siguen siendo un reclamo de masas en Catalunya.

El bloque “progresista” ofrece alguna concesión menor en el terreno de la amnistía y se mantiene en un “no” rotundo al derecho a decidir. Los viejos partidos procesistas vuelven a vender “jugadas maestras” e ilusiones en que estas demandas se conseguirán con negociaciones por arriba o con la presión de una fastasmagórica comunidad internacional.

Mientras tanto, la que tiene más claro cómo se impone su política es la derecha y el búnker del 78. Aznar llama a una “rebeliones cívicas” en defensa de la amenaza que se cierne sobre la nación. El PP convoca una gran manifestación españolista en Madrid. Todo con la venia de Su Majestad y la alta Judicatura.

Cuando en la campaña del 23J, desde la CRT decíamos que no se puede enfrentar a la derecha de verdad con una izquierda de mentira nos referíamos a esto. Al españolismo monárquico, no lo para la centro-izquierda monárquica. Ni el PSOE del 155, ni el espacio de Sumar y Podemos que reuniciaron hasta a la demanda de “referéndum pactado” en su último programa electoral. Su aceptación y defensa del reaccionario marco constitucional del 78, lo que ha permitido justamente es abonar el terreno para el auge de la derecha y la extrema derecha desde 2017.

Pero tampoco se la puede frenar con las negociaciones por arriba que proponen Junts y ERC. Ni se la frena, ni mucho menos se avanza un centímetro en la consecución efectiva de estas demandas democráticas. Que los partidos procesistas son contrarios a la movilización social como vía para conquistarlas se vio en 2017, cuando hicieron todo lo posible para contener y paralizar el embate de 1 y el 3 de octubre. Que además son un obstáculo para que estas demandas se liguen a las demandas sociales y se incorpore así con toda su fuerza la clase trabajadora, en alianza con la del resto del Estado, es parte de que sean los partidos de las grandes familias y empresas catalanas.

La única vía realista para ambas cuestiones - frenar a la derecha y conquistar estos derechos - es oponer al españolismo a la ofensiva del PP y Vox y a las trampas y vías muertas del “progresismo” y el procesismo, una gran fuerza social movilizada independiente de ellos. Solamente lo lograremos con una gran movilización por la amnistía total a los independentistas y el resto de luchadores de Catalunya y el resto del Estado, el juicio y castigo a los policías represores e infiltrados y el pleno ejercicio del derecho de autodeterminación de Catalunya, en el marco de tumbar este régimen podrido y abrir procesos constituyentes donde poder abordar también las grandes cuestiones sociales.

Este retorno a las calles es algo que, en el discurso, plantean otros sectores. Pero es hora de transformarlo en un hecho. La CUP y la izquierda independentista deben salir de su ubicación expectante y tomar la iniciativa, alertando de la vía muerta hacia algún tipo de restauración autonómica que suponen las negociaciones por arriba entre Puigdemont y Sánchez. La izquierda sindical, en especial la CGT y la IAC que jugaron un papel clave para la convocatoria de huelga del 3 de octubre, deberían también dar un paso adelante, y llamar a una gran frente único para luchar por estas demandas, exigiendo a las direcciones burocráticas de CCOO y UGT que se sumen y dejen de ser el soporte del gobierno y Su Majestad. Lo mismo las organizaciones juveniles, desde Arran hasta Horitzó Socialista. Las universidades, institutos y barrios deberían ser lugares claves desde donde organizar un nuevo estallido.

En Catalunya, como en el resto del Estado, es hora de no regalar la iniciativa a los viejos vendedores de humo, ni a los de Waterloo ni a los de Moncloa, ni mucho menos regalarle la calle a la derecha para que despliegue su ofensiva reaccionaria en clave anticatalana. Es urgente poner en pie un gran movimiento en todo el Estado que vuelva a poner en jaque al Régimen del 78.