El movimiento contra el racismo y la violencia policial sigue vivo y cobra vida propia en cada ciudad de Estados Unidos.
Viernes 26 de junio de 2020 23:35
@DETWILLBREATHE
El actual movimiento contra el racismo y la violencia policial sigue vivo porque en cada ciudad cobró vida propia. No se trata sólo de movilizaciones reclamando la justicia para George Floyd y en solidaridad con las protestas en Minneapolis. Es un movimiento que se asienta sobre cientos de años de capitalismo y su terror racista, que estalla en el contexto de la triple crisis en curso de la pandemia Covid-19, la recesión económica y la brutalidad policial. Este proceso se está desarrollando de manera particular en diferentes ciudades y contextos locales.
En Detroit, como en muchas ciudades, el movimiento estuvo en las calles todos los días desde que comenzó. Pero, quizás a diferencia de otras ciudades, se radicalizó a través de la auto-organización. Esto tal vez no sea sorprendente dada la historia de la ciudad como un lugar que lucha, que va desde el movimiento obrero de los años 30, pasando por el levantamiento de 1967 y la formación de organizaciones de trabajadores negros como el Dodge Revolutionary Union Movement (Movimiento de la Unión Revolucionaria Dodge) y la League of Revolutionary Black Workers (Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios) hasta las luchas más recientes por el acceso al agua potable y contra los desalojos. Independientemente de la razón, las estructuras organizativas construidas en Detroit fortalecen el movimiento, radicalizan las demandas y pueden llevar a la construcción de un núcleo revolucionario en una ciudad cuya población es 95% afroamericana.
¿Cómo es la organización?
Antes de la marcha que se realiza cada día, se hace una asamblea micrófono abierto. Es en estas reuniones, de las que participan grupos organizados y también individuos no afiliados, que se discute y se establece la agenda del movimiento. Por supuesto esta idea no es original, pero es un fenómeno que aparece cuando las masas despiertan.
Usando este modelo, el movimiento se enfrentó a la policía antidisturbios apareciendo noche tras noche y desafiando el toque de queda. Cuando el alcalde Mike Duggan, del partido Demócrata, decidió usar una táctica diferente y trató de cooptar la energía de las calles organizando una reunión con los líderes del movimiento, la asamblea cobró nueva importancia. Escribió 24 demandas, 11 de las cuales se dirigían específicamente al alcalde y al jefe de policía. La asamblea votó además cómo los delegados elegidos representarían al movimiento. Los delegados no estaban autorizados a tomar decisiones sin consultar con la asamblea y están obligados a aceptar las decisiones del grupo. Como tal, la asamblea se convierte en un contrapeso a los posibles acuerdos a espaldas del movimiento o a las presiones moderadoras del gobierno.
A partir de estas asambleas también se fundó una organización, Detroit Will Breathe (Detroit va a Respirar, NdelT), que se encarga de las tareas de organización diarias entre asamblea y asamblea y provee liderazgo político al conjunto del movimiento a través de cientos de participantes usando varias plataformas de comunicación. Esta organización se forjó en el fragor de la lucha, ya que las masas rechazaron un intento tras otro de terminar las protestas, intimidar a la gente en las calles y encauzar la energía de los activistas. Como tal, es una organización basada en la premisa de mantener y ampliar el poder del movimiento.
¿Qué se ha logrado hasta ahora?
Acabar con el toque de queda.
Como respuesta a la determinación de las protestas en todo el país, los gobiernos locales, muchos de ellos dirigidos por demócratas, implementaron lo que parecía ser una política nacional de intensa represión. En algunas zonas se desplegó la Guardia Nacional y muchas ciudades vieron como se imponía el toque de queda. Detroit instituyó uno de esos toques de queda el domingo 31 de mayo y utilizó la violencia policial para imponerlo en un esfuerzo por dividir el movimiento entre moderados y los más militantes. El martes 2 de junio, sin embargo, la acción diaria se mantuvo unida contra el toque de queda. Más de doscientas personas marcharon desafiando a la altamente militarizada policía de Detroit. El enfrentamiento terminó con más de cien arrestados, incluyendo a uno de los autores de este artículo. Esta clara e indiscutible muestra de la respuesta represiva del estado inspiró al doble de personas a desafiar el toque de queda al día siguiente. A partir de entonces, el jefe de policía Craig se abstuvo de imponer el toque de queda hasta que terminó oficialmente la semana siguiente.
La pelea contra el reconocimiento facial.
En una acción que mostró el dinamismo del movimiento en Detroit, se organizó una caravana de coches con muy poca antelación contra un tema de última hora añadido a la agenda del Ayuntamiento: una propuesta para renovar el contrato para el uso de la tecnología de reconocimiento facial en la ciudad. Sólo el anuncio de la protesta de la caravana obligó al alcalde Duggan a retirar el tema del orden del día, aunque igualmente la caravana se mantuvo. Visitaron las casas de los miembros del Consejo de la Ciudad que asistieron a la reunión virtualmente. Cientos de personas que se conectaron a la reunión escucharon a los miembros del consejo expresar su "indignación" con la caravana. En realidad, los miembros del consejo estaban expresando por primera vez en mucho tiempo su miedo a las masas en acción.
El Tribunal Público contra la Brutalidad Policial.
Durante una de las marchas diarias, los manifestantes se detuvieron en la zona donde una vez estuvo el Hotel Algiers, un lugar clave del levantamiento de Detroit de 1967 que fue quizá el momento más algido del llamado largo verano caliente de 1967. Allí, antiguos miembros de la Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios hablaron de sus experiencias y expresaron a la multitud la necesidad de mantenerse en pie y en las calles. A medida que se establecía la continuidad revolucionaria y se pasaba la antorcha, se transmitió también una herramienta política: el tribunal público.
El tribunal fue adaptado para satisfacer las necesidades de hoy en día. En 1967, se había creado una corte pública, con un juez, jurado, fiscal y abogados defensores que realizaron la representación de un juicio que fue seguido por miles. El tribunal público montado por Detroit Will Breathe no fue un juicio, ya que los organizadores entienden que el sistema de justicia de EE. UU. está diseñado para silenciar la voz de los oprimidos. En lugar de emular una institución defectuosa, se realizó una "audiencia" pública en la que los oprimidos y las víctimas de la violencia policial pudieron hablar de sus experiencias y decir la verdad sin hostilidad ni interrupciones.
Durante los vídeos y testimonios del tribunal, la policía anunció que un oficial había sido suspendido y que se estaban investigando 11 incidentes por uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes. Esta rápida respuesta demostró la efectividad de esta táctica. Al final, el tribunal votó exigir al Consejo Municipal y al alcalde Duggan que retiraran los cargos contra todos los manifestantes, que desfinancien y desmilitaricen la policía, y que realicen una investigación formal sobre el uso de fuerza excesiva contra los manifestantes.
Intervenciones de los trabajadores.
La presencia más consistente de organizaciones de trabajadores es la Federación de Maestros de Detroit, que apoya la demanda de retirar a la policía del Distrito Escolar de la Comunidad Pública de Detroit. Esta es una demanda particularmente vital, ya que el distrito escolar tiene su propia fuerza policial. Un contingente de varias decenas de miembros de la International Brotherhood of Electrical Workers (Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos) también se han unido a las protestas. Igual de importante ha sido la participación activa de la juventud de la clase obrera, algunos en sindicalizados, pero la mayoría no, en las movilizaciones diarias y en la dirección del movimiento. Las asambleas actuan como la "tribuna del pueblo" organizada, dando a los sectores de la clase obrera y especialmente a los oprimidos una vía para participar y dar forma a la lucha sobre una base democrática y organizada. Pero si estas asambleas se realizaran dentro de los lugares de trabajo y no fuera de ellos, podrían desempeñar un papel central en la organización de huelgas y movilizaciones, y podrían aportar al movimiento con la fuerza organizada de los trabajadores.
Las protestas demuestran la necesidad de una organización revolucionaria.
En Detroit, una ciudad marcada por la extrema segregación y estratificación entre residentes blancos y negros, estas luchas pusieron de manifiesto la desigualdad sistémica pero también poder del movimiento para hacerle frente. La mayoría de los que hoy están en las calles buscan cambios reales y profundos que el capitalismo, francamente, no puede proporcionar.
Muchos de los asistentes a estas protestas consideraron que Bernie Sanders podría traer ese cambio. Sin embargo, el establishment del Partido Demócrata hizo mil y un maniobras durante las internas y Sanders simplemente se arrodilló y apoyó a Joe Biden, negándose a construir el tipo de movimiento independiente que él decía que era tan desesperadamente necesario. El rechazo de Sanders a la demanda del movimiento de desfinanciar a la policía - de hecho él cree que se debería aumentar el presupuesto - ilustra por qué Sanders no es un verdadero líder de los explotados y los oprimidos. Es por eso que la juventud de la clase trabajadora está asumiendo la tarea de construir ese movimiento independiente.
Es en este contexto que debe plantearse una perspectiva revolucionaria que facilite la radicalización general del movimiento y la creación de cuadros revolucionarios. La oportunidad es ahora.