La semana pasada estalló un conflicto entre sectores afines y votantes de Vox por la cuestión de la vacunación a raíz de una entrevista del periodista de extrema derecha al líder de Vox, Santiago Abascal.
Roberto Bordón @RobertoBordon13
Viernes 1ro de octubre de 2021
El conflicto comenzó el 17 de septiembre al final de una entrevista que Federico Jiménez Losantos realizó al líder de Vox, Santiago Abascal, en esRadio, emisora de la que Losantos es dueño junto con el periódico Libertad Digital. El periodista preguntó a Abascal si se había vacunado contra el covid-19 a lo que el político respondió que no iba a dar información sobre su salud, planteando que la vacunación debía ser una decisión voluntaria de cada individuo. La respuesta del entrevistador desató la guerra en redes sociales, al calificar de “irresponsable” a Santiago Abascal por mantener un discurso contrario a la vacunación obligatoria. Jiménez Losantos afirmaba que negarse a la vacunación no era el acto de libertad que Abascal pretendía exponer sino un acto de irresponsabilidad que podía afecta a la salud de los demás y que, por tanto, no era una postura acorde al liberalismo que Vox en teoría defiende.
La dureza del periodista podía sorprender teniendo en cuenta que su postura en los últimos tiempos ha sido de un apoyo máximo a Vox, concediéndoles múltiples entrevistas en sus medios y tratando de defender sus posturas. Para el oyente acostumbrado a las formas de Jiménez Losantos, tuvo que ser inesperado que las armas (su característico talento para el insulto y la descalificación del oponente) que este normalmente lanzaba hacia el enemigo, PSOE y Podemos, por ejemplo, se dirigiesen esta vez al líder del partido político que el propio periodista ha afirmado votar en varias ocasiones y que considera la alternativa al PP de Pablo Casado. Más aún tenía la importancia de que una autoridad dentro del espacio mediático de la derecha española estaba dirigiendo golpes a sus aliados para corregir su discurso ante la pandemia. Por primera vez, los insultos eran fuego amigo y aquello no gustó en redes sociales.
El ataque de Jiménez Losantos tuvo la curiosidad de destapar de forma directa la complicidad y relación que Vox ha tenido con las corrientes antivacunas en el Estado Español, siendo el único partido al que estos grupos sienten como propio. Ser antivacunas es característico de las derechas de estilo trumpista como ha ocurrido en Estados Unidos o en Brasil, pero la realidad española difiere a pesar de existir un partido como Vox. Tan sólo 327.129 dosis de la vacuna han sido rechazadas entre el 1 de febrero y el 1 de septiembre de 2021, un porcentaje pequeño de la población. Por lo que algunos medios han calificado la postura inicial de Vox de amparar a los antivacunas como una estupidez porque al escalar el número posibles de individuos de forma proporcional a los resultados electorales, cada partido estaría perdiendo pocos votantes en favor de Vox. Pero verlo así sería un error, si bien el número en sí es reducido, el ataque de Jiménez Losantos ha destacado que la influencia de los antivacunas en Vox puede ser relevante, afirmando que se han agrupado al interior de la formación política y estarían disputando su discurso.
El periodista calificó a los antivacunas de plaga de cucarachas y “bebelejías” a las que hay que “exterminar” dentro de la formación política para evitar que esta caiga en la irrelevancia política. Una postura que otros periodistas de su medio, como Luis del Pino (creador de teorías de la conspiración sobre el 11-M) han apoyado, por ejemplo, señalando la caída en votos de la extrema derecha alemana tras la pandemia por mantener posturas similares. Para Jiménez Losantos la ambigüedad de Vox al respecto de la vacunación solo estaría reflejando el problema interno que tienen para mantener el voto de un sector de la ultraderecha de carácter conspiranoico al mismo tiempo que tratan de ganarle votos al PP.
Por parte de los antivacunas la respuesta no se hizo esperar, las redes sociales se llenaron de mensajes llenos de insultos hacia el periodista en los que se trató de vincular la postura de EsRadio como unos “vendidos a Soros y al globalismo” o como una intervención de las farmacéuticas para aislar mediáticamente a Vox y poner en duda la legitimidad de su líder, Santiago Abascal. Pero no sólo fueron cuentas anónimas y conocidos trolls quienes atacaron a su antiguo referente mediático, al que ahora ven como un traidor, afirmando que Jiménez Losantos es un “maoísta liberal” (en referencia a la pasada afiliación del periodista) y como un infiltrado de la izquierda; también figuras conocidas del espacio como Cristina Segui o Alvise Pérez, conocidos influencers de la extrema derecha, se unieron a la pelea contra EsRadio. Esto fue respondido con más intervenciones e insultos por parte del periodista que no tuvo miedo, afirmando que se ha enfrentado a rivales políticos más importantes y continuó su campaña insistiendo en que Vox debía expulsar a estos militantes del partido. Una tarea complicada si se tiene en cuenta que ocupan cargos de importancia, por ejemplo, ser diputada de la Asamblea de Madrid, como es el caso de Alicia Verónica Rubio, que compartía sus teorías hace unos meses en Twitter.
La situación se tensaba porque el sector antivacunas aprovechó para contraatacar señalando a dirigentes de Vox como posibles cómplices de esta traición al partido, como eran Macarena Olona (Portavoz adjunta y secretaria general del grupo parlamentario de Vox en el Congreso) y a Juan Luis Steegman Olmedillas, diputado de Vox en el Congreso y quien ha realizado el programa sanitario de Vox, que entre otras medidas recogía la vacunación infantil obligatoria. Ambos sospechosos habituales de traidores para los antivacunas, que han lanzado continuas campañas contra Steegman acusándolo de estar comprado por Pzifer debido a sus proyectos de investigación como médico y por defender la vacunación desde el principio; y en cuanto a Olona, si bien hasta hace poco recibía un apoyo unánime del electorado de Vox debido a sus agresivas y reaccionarias intervenciones públicas, se cayó del pedestal para este sector de votantes cuando subió una foto hace unos meses en la que se veía como la vacunaban.
De hecho, antes de todo este embrollo de Jiménez Losantos versus los antivacunas, Vox tuvo que sacar un comunicado oficial desmintiendo que Steegman tuviese vínculos financieros con Pzifer y cerrando filas en torno a su diputado. Todo producto de la presión de una campaña en redes sociales apoyada por las mismas figuras que se lanzaron después contra el periodista de Libertad Digital. Los medios propiedad de Jiménez Los Santos fueron boicoteados por este sector, de antiguos oyentes, que siguiendo la tradición del ahora experiodista favorito comenzaron a inventarse apodos y motes con el que insultar y ridiculizarle.
Según pasaron los días se iban intercambiando insultos entre ambos sectores, en los que se veía como una guerra interna en Vox con un dilema de fondo, la posibilidad de que los sectores antivacunas tuviesen suficiente peso para condicionar el discurso de la formación. Lo que distintos analistas veían como la posibilidad de que el PP les arrinconase, sobre todo con figuras como Ayuso, que capitanean la extrema derecha tan bien como lo hace Abascal.
El desgaste o la posibilidad de que esto afecte realmente a la imagen de Vox, ya que los distintos medios han ido recogiendo las consecuencias de la pelea interna a cuchilladas, ha obligado a Santiago Abascal, figura indiscutible de liderazgo para ambos bandos, a intervenir pactando la paz con el periodista. Jiménez Losantos ha dado el conflicto como zanjado, pero los antivacunas han ignorado esta orden de su líder y siguen aún lanzando ataques tanto al periodista como a los citados diputados, convencidos de la “conspiración globalista” que amenaza con infiltrase en Vox al igual que ya controlaría el resto de los partidos.
Roberto Bordón
Andalucía