FÚTBOL. Conmebol estableció el 7 de marzo como Día del Fútbol Sudamericano Femenino

Como parte de las resoluciones en consonancia con el Día Internacional de la Mujer, el Consejo Directivo de Conmebol a propuesta de María Sol Núñez (quien representa a la entidad ante FIFA) determinó establecer cada 7 de marzo como Día del Fútbol Sudamericano Femenino. La iniciativa apuesta “al desarrollo y a la profesionalización de más mujeres dentro y fuera del campo de juego, impulsando un fútbol con igualdad de género y brindando más espacios en la toma de decisiones”, asegura un comunicado de la entidad.

A la vez que anuncia una serie de campañas acordadas en conjunto con la ONU por la “generación de igualdad” y adornado con frases como “El fútbol no tiene género y el fútbol femenino no tiene techo, estamos comprometidos en promover el fútbol en Sudamérica respetando los derechos humanos” de boca de Alejandro Domínguez (presidente de Conmebol), las palabras todavía no tienen materialización concreta en las condiciones de vida de las futbolistas para desarrollar sus carreras deportivas: la mayoría debe avocarse a otro trabajo para poder subsistir porque apenas tienen el respaldo de algunos contratos precarios que hacen a la actividad semiprofesional en países como Argentina.

Si bien significó un cambio importante la reglamentación que obliga a inscribir planteles femeninos en campeonatos regulares a los clubes que disputan copas internacionales (Libertadores y Sudamericana) con sus planteles de varones -directiva que está en consonancia con las intenciones de FIFA en cuanto a impulsar de alguna forma el fútbol femenino- la realidad es muy distinta y desigual: las cadenas internacionales de televisación compiten por la transmisión de estas competencias por sumas millonarias pero para el fútbol femenino no tienen ninguna obligación y se llegó al colmo de que una importante competencia a nivel selecciones como la She Believes Cup no se haya emitido por ningún medio en Argentina (ni siquiera por streaming).

Las declaraciones de “buenas intenciones” son bienvenidas pero insuficientes y por lo general acompañan cambios que surgen desde abajo: la mayoría de las conquistas en el terreno del fútbol femenino fueron producto de la lucha y la persistencia de las jugadoras, exjugadoras y periodistas que realmente quieren desarrollar la actividad.