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Red Internacional
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ATENTADO A LA EMBAJADA. Conmemoración por el atentado a la embajada de Israel: distinto escenario, misma impunidad

A 26 años del atentado a la embajada de Israel, crimen que continúa impune, el Gobierno trasladó su homenaje a la ex ESMA. Maniobra para el sitio que representa la memoria del terror del genocidio, diluya ese carácter.

Mirta Pacheco @mirtapacheco1

Sábado 17 de marzo de 2018

Más de veinte años de la voladura de la embajada de Israel, que estaba ubicada en las calles Arroyo y Suipacha. El 17 de marzo de 1992, pasadas las 14 hs., un enorme estruendo sacudía el centro de Buenos Aires. Acababan de atentar contra la embajada del Estado de Israel dejando un saldo de 29 muertos y 242 heridos, entre empleados y funcionarios de la embajada, personas que caminaban por esa calle y de edificios aledaños.

Al igual que con la voladura de la AMIA, un manto de impunidad se cierne sobre ese atentado.

Pero el gobierno, este año vio la oportunidad de realizar el acto homenaje en el Archivo Nacional de la Memoria, ubicado en la ex ESMA y al hacer esto intentó ampliar el carácter del sitio para la memoria de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico – militar y de esta manera diluir su especificidad.

Incluso hasta algunos familiares de las víctimas declararon que hubieran preferido que el acto se realizara en el sitio que hoy recuerda ese crimen, la plaza seca de la calle Arroyo al 900, como todos los años.

El homenaje lo encabezaron la vice presidenta Gabriela Michetti, el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj y habló el actual embajador del Estado de Israel, Ilan Sztulman.

Foto Télam

La tónica de los discursos estuvo centrada contra el terrorismo internacional y a favor de avanzar en la resolución de este caso. Claro que tanto el Estado de Israel como el gobierno de Cambiemos ya tienen un culpable: el Hezbollah, y lógicamente Irán.

Lo que tendría que explicar Cambiemos es porqué a pesar de sus discursos y de que ya en 2016, apenas asumido su gobierno, planteó la aceleración de la causa, esta no se movió un centímetro (como en los más de veinte años con los sucesivos gobiernos). Cuestión muy similar a lo que sucede con la investigación de la voladura de la AMIA en 1994. ¿Será, entre otras cosas, porque por más discursos que hagan, no se encuentran pruebas que señalen fehacientemente al país persa?

Atentado contra la embajada de Israel: otro monumento a la impunidad

El gobierno mantiene una relación excelente con el Estado de Israel, es sabido que hay hasta una coincidencia ideológica con Benjamín Netanyahu, el Primer Ministro de ese Estado opresor del pueblo palestino. La buena relación (y la coincidencia ideológica) se traduce también en negocios: el gobierno de Macri compra armamentos y tecnología de seguridad a ese Estado, además de firmar convenios para que las tropas del ejército Israelí entrenen a las fuerzas represivas argentinas.

Pero eso va por un andarivel y la investigación de la voladura de la embajada, por otro.

Por ser un atentado a una sede diplomática, es la Corte Suprema la encargada de investigarlo. Luego de 26 años, no hay nadie preso ni procesado.

Ya en 1999, cuando el presidente de la Corte Suprema era Ricardo Levene, establecieron que la voladura se produjo por un coche bomba, el dictamen rezaba: “fue causado por la explosión de una carga de pentrita y trinitrotolueno que había sido acondicionada en la parte posterior derecha del interior de una camioneta Ford F-100”. Acto seguido atribuyeron la responsabilidad a la Jihad Islámica, el brazo armado de Hezbollah. Se basaron para eso en cables diplomáticos que poseía la embajada argentina en el Líbano, el mismo año del atentado.

Ese dictamen ignoró un estudio realizado en 1996 por la Academia Nacional de Ingeniería que planteaba que la explosión se produjo por un artefacto ubicado en el interior de la embajada. Las autoridades israelíes deslegitimaron ese estudio planteando que era “antisemita” (¿?¡!)

Cuando Esteban Canevari, el Secretario de la Corte encargado de llevar adelante la investigación, pidió informes al gobierno de EEUU, este se negó a suministrarlos aduciendo el carácter reservado de esa información.

Recordemos que un año antes del atentado, 1991, el expresidente Menem decide intervenir en la primera Guerra del Golfo, llamada “Tormenta del desierto”, donde una coalición de países liderada por EEUU invadió Irak.

En todos estos años, más allá de los discursos de las autoridades sionistas, el Estado de Israel nunca se presentó como querellante. Esto como mínimo, es llamativo.

Otro papelón de la Corte Suprema, con respecto a este caso, se dio en el 2015 cuando Lorenzetti, como representante del “partido judicial”, en guerra con el kirchnerismo, declara a propósito de la pregunta sobre el avance de la causa, que le hiciera Cristina Kirchner (que hizo referencia a esta causa, pero para usarla como base de maniobras de su enfrentamiento con el “supremo”), que la voladura de la embajada “es cosa juzgada”. Haciendo referencia a ese dictamen de 1999 que acusaba a la Jihad Islámica.

Esto representó un verdadero papelón y Lorenzetti en persona tuvo que salir a desdecirse y plantear que la causa sigue abierta y se está investigando. No aclaren, que oscurece.

Este trasfondo oscuro tiene el atentado a la embajada de Israel, que permanece impune como la voladura de la mutual judía AMIA.

Pero las muestras de cinismo del Estado de Israel sobre este tema, son elocuentes. En el acto homenaje que realizó el gobierno, junto con el embajador Sztulman, este afirmó que “el terrorismo no nos vencerá”. Lo plantea el representante de un país que vive haciendo terrorismo sobre el pueblo palestino.

No solamente a partir de su constitución como Estado, en 1948, que se basó en la expulsión, robo y asesinato de los pobladores de esas tierras, sino que actualmente continúa realizando demoliciones de casas palestinas, destrucción de sembradíos de campesinos, encarcelamientos ilegales, incluidos a menores como es el caso internacionalmente conocido de la adolescente Ahed Tamimi, y asesinatos a mansalva.

Las acciones que realiza a diario el Estado de Israel hacia el pueblo palestino, constituyen actitudes propias de un Estado terrorista.

Mientras esto sucede, más allá del relato, el atentado a la embajada de Israel, al igual que el crimen de la AMIA, permanece en la absoluta oscuridad.