Las próximas elecciones del 27S se presentan como un punto de inflexión del llamado “proceso catalán”. El govern de la Generalitat dirigido por CDC ha presentado las elecciones anticipadas como unas elecciones plebiscitarias en las que se promete leer el resultado en clave de si hay o no una mayoría social partidaria de la independencia.
Miércoles 23 de septiembre de 2015
Fotografía: EFE
Todas las instituciones del Régimen del 78 y sus partidos, con el apoyo de la UE y los gobiernos de las principales potencias imperialistas, junto a la gran banca, están desplegando una ofensiva españolista sin precedentes. Un arsenal de medidas legales y amenazas que pretende apuntalar al máximo la reaccionaria Constitución española y la negación absoluta del derecho de autodeterminación de las nacionalidades.
Junts pel Sí conduce el “proceso” a un callejón sin salida
A tres años de la histórica Diada de 2012, y tras otras tres manifestaciones de masas y la consulta del 9N, CDC ha logrado imponer su hoja de ruta, como viene ocurriendo desde el inicio del proceso. En esta ocasión el president Mas supeditó la convocatoria electoral a que ERC y las entidades civiles soberanistas -Assemblea Nacional Catalana y Omnium Cultural- aceptasen formar una candidatura unitaria con clara hegemonía de CDC (6 de cada 4 puestos, además del candidato a president) y acorde con un plan post 27S que pretende seguir alargando el “proceso” 18 meses más en una negociación con el Estado español.
La lista Junts pel Sí representa por lo tanto la continuidad de la estrategia de Mas. En 2012 el dirigente de CDC optó por ponerse a la cabeza del potente y masivo movimiento democrático que emergió en la Diada de aquel año. Fracasadas las negociaciones sobre un nuevo pacto fiscal con el gobierno de Rajoy, Mas, con el apoyo directo de ERC y las entidades soberanistas, logró limitar el desarrollo de la movilización popular a las diadas, desviar el movimiento hacia la vía institucional y encorsetarlo en el respeto a la legalidad del Régimen del ‘78. Una estrategia que lo viene condenando a la impotencia, pues en el régimen heredero del franquismo no hay negociación posible sobre el derecho de autodetermiación.
El 9N fue la muestra más evidente hasta ahora del callejón sin salida al que conduce la hoja de ruta de Mas. Ante la prohibición del Tribunal Constitucional Mas le quitó a la prometida consulta su carácter oficial, limitándola así a una gran movilización popular. Siempre por respeto a la legalidad vigente.
Hoy Mas, Junqueras y Romeva hablan de que una victoria de Junts pel Sí es la única garantía de que, de expresarse una voluntad mayoritaria en favor de la independencia, ésta pueda hacerse efectiva. Pero este discurso no se sostiene cuando van al detalle de su plan. Junts pel Sí ha dejado claro que su hoja de ruta es solicitar la apertura de un proceso de negociación con el Estado y legislar en dirección a dotar a Catalunya de estructuras de Estado. Eso sí, siempre garantizando seguridad jurídica, es decir dentro del marco legal del 78. Esto es como decir que se respetará la voluntad mayoritaria del pueblo catalán, siempre y cuando se logre el permiso del siguiente gobierno y los principales partidos del Régimen del 78.
Junts pel Sí y el falso carácter plebiscitario que Mas promete darle al 27S son el último paso para intentar reconducir el movimiento democrático hacia una salida negociada con el Régimen 78 que culmine, en el mejor de los casos, con una reforma del modelo de Estado y el sistema fiscal. Nuevamente los representantes políticos de la burguesía catalana pretenden usufructuar las aspiraciones democráticas de millones en favor de un nuevo acuerdo con el Estado español como el que ya hicieron en su día la Lliga con el Régimen de la Restauración o Pujol y compañía en la Transición.
Sobra decir que “mientras tanto”, en estos 18 meses, el govern de Mas seguirá aplicando su programa de ajustes sobre los trabajadores y sectores populares, con el beneplácito de sus compañeros de lista de ERC y las entidades soberanistas.
Los partidos del Régimen del ‘78 contra el derecho de autodeterminación
Los principales agentes del Régimen del ‘78 vienen incrementando su ofensiva. Pretenden bloquear al máximo toda maniobra de la hoja de ruta de Mas. No tanto porque haya un verdadero temor a que éste vaya a llevar adelante una ruptura con el régimen, sino para limitar al máximo sus posiciones en una futura negociación que ya muchos ven como inevitable y empiezan a demandar sectores de la gran burguesía catalana como el Círculo de Economía. Y en especial porque hay temor a que todas las promesas de Mas puedan azuzar las aspiraciones de millones mas que lograr un desvío contundente y duradero como pretende éste.
Todo el aparato del Estado se ha puesto a trabajar, desde el gobierno hasta el poder judicial, el Banco de España, la diplomacia, la Corona… Las amenazas llueven de todas partes. Desde el Ministro de Defensa y sus veleidades golpistas, a la gran banca y sus amenazas de abandonar Catalunya, la Comisión Europea y su anunció de que Catalunya quedaría fuera de la UE, el respaldo de Merkel, Camerón y Obama a la “unidad de España”. Pero no son sólo palabras. De manera urgente se vienen aprobando reformas legales para facilitar una intervención del Estado central sobre la Generalitat si fuera necesario, como la nueva Ley de Seguridad Nacional o la reforma del Constitucional.
En Catalunya este frente tiene como principales cabezas las listas del PP y Ciutadans, que reproducen el discurso más ultra. Pero no solo hay “polis malos”. El PSC y UDC tratan de presentarse como los “polis buenos” de la legalidad del 78. El primero manteniéndose en la negación rotunda del derecho de autodeterminación, pero ofreciendo una reforma constitucional federal, y el segundo aún defendiendo formalmente el derecho a decidir pero encorsetándolo de manera más firme que CDC a la vía de negociación y respeto a la Constitución del ‘78.
Toda esta ofensiva españolista plantea la necesidad de denunciarla en todo el Estado español, oponerle la defensa abierta del derecho de autodeterminación de los catalanes y preparar la movilización de todos los sectores obreros y populares tanto en Catalunya con el resto del Estado si el Régimen avanza un sólo milímetro con cualquiera de sus amenazas.
El nuevo reformismo se suma al “respeto” a la legalidad del ‘78
En esta misma línea de ajustarse al reaccionario marco legal del ‘78 se ha ubicado también la candidatura formada por Podem, ICV-EUiA y Equo. Catalunya Sí que es Pot mantiene una posición para la cuestión nacional que es equiparable a la de UDC o el Círculo de Economía. Han declarado formalmente que son partidarios de que se abra un proceso constituyente catalán en el que se pueda decidir la relación con el resto del Estado y se puedan discutir los grandes problemas sociales. Sin embargo al mismo tiempo Rabel y Pablo Iglesias vienen repitiendo que todo paso debe ser negociado con el Estado central, contar con el reconocimiento internacional de la UE y las principales potencias imperialistas e ir “de la ley a la ley”.
Esta estrategia hace depender, igual que propone UDC y en última instancia la misma Junts pel Sí, el derecho a decidir de la voluntad de las Cortes españolas que salgan de las elecciones generales de diciembre.
En el plano de su agenda social, que proponer situar en el centro de la escena, ocurre lo mismo. Su programa de reformas económicas y sociales, de por sí bastante limitado y respetuoso con los intereses de los grandes capitalistas, deberá contar con la venia de las instituciones del Estado, una parte de la “casta” y las instituciones de la Troika. Que su referente sea Syriza muestra cuales son los dramáticos límites de su estrategia. Hoy Tsipras se prepara para ser el agente, aliado con el partido xenófobo Anel en plena oleada migratoria, del tercer memorándum griego.
La CUP, entre un discurso político de “ruptura” y la “mano extendida” a CDC
La otra opción que se presenta desde la izquierda es la CUP, la candidatura de la izquierda independentista apoyada por diversos grupos de la extrema izquierda como En Lucha, Lucha Internacionalista o Corriente Roja. Las encuestas le dan un incremento significativo de votos respecto a 2012 que podría llegar a triplicar su número de diputados. Este crecimiento se debe tanto a que es vista como una opción más consecuente en la defensa del derecho de autodeterminación y su efectivización, como a que aparece como una candidatura con una denuncia anticapitalista y en el caso de Barcelona vienen siendo la oposición por izquierda al Ayuntamiento de Ada Colau.
Su hoja de ruta de cara al “proceso” se ha separado de la de CDC desde el 9N. Si hasta la consulta los tres diputados de la CUP mantuvieron plena colaboración con la dirección de CDC, tras ésta se fueron distanciando por la línea de “dejar enfriar” que impuso Mas al posponer las elecciones plebiscitarias a septiembre de 2015. De cara al 27S optaron por no integrarse en la lista unitaria hegemonizada por CDC y mantener una candidatura independiente que apuesta por la declaración unilateral de independencia en caso de que haya una mayoría en favor de la misma y la puesta en marcha de un proceso constituyente catalán en ruptura con el Régimen del ‘78. Un programa democrático radical que acompañan de algunas medidas de carácter anticapitalista y otras reformas para atender la emergencia social provocada por la crisis.
Este alejamiento de la hoja de ruta de Mas abría la posibilidad para que la CUP llevara adelante una ruptura hasta el final con ésta y se propusiera pelear por una alternativa real a la línea marcada por el partido de la burguesía catalana. La política de mano extendida en lo nacional, que vienen llevando adelante desde 2012, la ha relegado sin embargo a ser el ala izquierda del bloque soberanista, sin denunciar la gran maniobra de desvío del movimiento de parte de CDC y sobre todo sin poder desplegar una hoja de ruta basada en el desarrollo de la movilización obrera y popular y la independencia política de la burguesía catalana.
Como muchos militantes y votantes de la CUP reconocen, la principal debilidad del “proceso” es que su dirección está en manos de los representantes políticos de la burguesía. Una clase que en ningún caso estará dispuesta a poner en marcha las fuerzas sociales necesarias para poder imponer el derecho de autodeterminación y la apertura de un proceso constituyente verdaderamente libre en el que discutirlo todo. Pero a esa debilidad hay que añadir que hoy por hoy no hay tampoco un polo alternativo de dirección, que aunque minoritario, plantee una línea independiente y basada en la lucha de clases. Que este polo no se haya desarrollado tiene que ver en parte con que la CUP, que estaba en las mejores condiciones para hacerlo, optó por mantener una línea de unidad y colaboración con CDC, fortaleciendo y legitimando desde la izquierda a la dirección del “proceso”.
El escenario post 27S volverá a plantear esta disyuntiva. Incluso de una forma aún más aguda ya que es posible que Junts pel Sí necesite de algunos votos a favor o la abstención de la CUP para poder formar el gobierno que proponen con Mas a la cabeza. Los candidatos de la CUP han dicho que no votaran a favor, pero no descartan la abstención. Más allá de lo que terminen haciendo su “contra-propuesta” al gobierno de Junts pel Sí repite lamentablemente la misma lógica de mano extendida.
La CUP se presenta al 27S con una propuesta de “gobierno de concentración”. Un gobierno que por definición sería de colaboración de clases, con los representantes políticos de la burguesía catalana y que, a tenor de los resultados que se prevén, mantendría además una clara hegemonía del aparato o los “independientes” de CDC y ERC.
Una propuesta que se mantiene en las coordenadas de mantener la ilusión de que quienes hoy se preparan para desviar el movimiento democrático a un erial de negociaciones con el Régimen del ‘78, son compañeros de viaje necesarios para conquistar el derecho de autodeterminación o incluso para poder constituir una república para el 99%.
La necesidad urgente de alternativa de independencia de clase
El actual escenario político y electoral plantea la necesidad urgente de avanzar en la construcción de una alternativa de dirección a Artur Mas y CDC. Si los representantes políticos de la burguesía catalana siguen teniendo la batuta del “proceso” éste sólo puede dirigirse al desgaste y el desvío. A eso se juega Mas, y en eso tienen depositadas sus esperanzas los prohombres del Círculo de Economía y Foment del Treball, así como los partidarios de una reforma y regeneración del Régimen del 78.
La candidatura de Catalunya Sí que es Pot no puede ofrecer ninguna alternativa a esta encrucijada ya que ha optado justamente por encaminarse en dirección opuesta. Podem y sus aliados catalanes se presentan cada día con más claridad como el flanco izquierdo de la llamada “tercera vía” que encarnan el PSC y UDC.
Las CUP por su parte es muy posible que vayan a ser la expresión electoral de miles de jóvenes y trabajadores que no comulgan ni con la tibieza, en lo social y en lo nacional, del nuevo reformismo, ni con la hoja de ruta de CDC que como bien denuncia el cortometraje de la CUP se está convirtiendo en un “día de la marmota”.
Sin embargo la hoja de ruta que están proponiendo no se prepara para empezar a constituir una alternativa independiente de Mas. Tanto una posible abstención que facilite un nuevo govern de Mas y legitime el proceso de negociación de 18 meses, como la política de “gobierno de concentración” sin Mas, re-editan una política de conciliación con los representantes políticos de la burguesía catalana.
Desde Clase contra Clase estaremos al lado de los militantes y votantes de la CUP, así como de todos aquellos que se propongan luchar decididamente por el derecho de autodeterminación, para enfrentar la ofensiva españolista, las políticas de ajuste del gobierno central y el catalán y las decepciones que seguro provocará el siguiente govern de Junts pel Sí. Sin embargo, mantenemos nuestra posición de abstención en estas elecciones, porque no compartimos el eje central de su hoja de ruta, que propone la conformación de un “gobierno de concentración”.
Creemos que para conquistar el derecho a la autodeterminación de los trabajadores y el pueblo de Catalunya, el camino debe apuntar en un sentido muy diferente. La izquierda independentista, junto con el resto de la izquierda social catalana y en alianza con la del resto del Estado, debemos levantar una estrategia de total independencia política de clase. Esto implica negar cualquier apoyo, por activa o por pasiva, al gobierno de Junts pel Sí. No se puede avalar ni un gobierno austericida, ni un gobierno que pretende hacer naufragar el movimiento por derecho a decidir.
Al mismo tiempo, es necesario poner todas las energías en desarrollar la organización y movilización de la clase trabajadora y los sectores populares, para que Es necesario que el eje de la lucha por la conquista del derecho de autodeterminación pase a ser la movilización social y no la ocupación de espacios institucionales por la vía electoral y la negociación con el Régimen del ‘78.
La única alternativa realista para conseguir ejercer el derecho de autodeterminación y poder abrir un proceso constituyente donde poder discutir y cambiar todo, es justamente que éste caiga por el empuje de la lucha de clases y abra el camino a un gobierno de los trabajadores y sectores populares. Y la única vía de poder poner en marcha esas fuerzas sociales es desde una posición política de total independencia y oposición a los representantes de la burguesía catalana.
Las posiciones que conquiste la CUP este 27S en el Parlament se pueden poner al servicio de una política de apoyo y presión sobre Junts pel Sí, o en favor de construir una alternativa de dirección que transforme el movimiento democrático catalán en la punta de lanza que abra el camino para tirar el Régimen del ‘78 y hacer fracasar los proyectos de Transición 2.0 y reforma del modelo territorial que se querrán imponer en los siguientes meses desde Moncloa y Sant Jaume.
Los militantes de Clase contra Clase luchamos decididamente por el derecho de autodeterminación desde esta perspectiva y lo hacemos desde el internacionalismo. La conquista de derechos democráticos negados históricamente la enmarcamos en el combate contra la burguesía española y catalana y en el hermanamiento y a la alianza de la clase trabajadora de todo el Estado. Apostamos a imponer sobre las ruinas del Régimen del 78 gobiernos de trabajadores y los sectores populares que abran el camino a una Confederación de Repúblicas Socialistas Ibéricas en el camino de la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Clase Contra Clase