Las maestras y las madres de familia necesitamos organizarnos para luchar por mejores condiciones de vida, pues somos las mujeres quienes más padecemos las terribles condiciones de violencia, miseria y precarización laboral que imperan para la mayoría. Cada día, tan sólo en la CDMX desaparecen a tres de nosotras y asesinan a siete en todo el país.
Miércoles 17 de mayo de 2017
Muchas maestras también somos madres y somos triplemente oprimidas porque recibimos salarios miserables que no cubren nuestras necesidades económicas, porque trabajamos sin sueldo en el hogar y además cargamos con actividades escolares que están fuera de nuestra jornada laboral como evaluar, planificar las clases, elaborar material didáctico y a veces garantizar otras actividades como concursos, convivios, festivales, ceremonias, que nos arrebatan el tiempo “libre” que podríamos dedicar al descanso, la recreación, a organizarnos para luchar por nuestros derechos y a convivir con nuestra familia, pareja y amigos.
Las madres de familia, que también sufren dobles o triples jornadas de trabajo para mantener a sus familias, mostraron la fuerza y el apoyo que pueden brindar a las y los maestros en su lucha por la educación, ante la amenaza que representa la reforma educativa; saliendo a las calles, a tomar las escuelas, apoyando los plantones magisteriales con guardias, víveres y alzando la voz contra las reformas estructurales.
Por ello, pensamos que la unidad entre maestras y madres de familia puede ser muy poderosa para enfrentar los planes del gobierno y los empresarios.
Las maestras organizadas en Pan y Rosas luchamos contra la violencia machista, el feminicidio y la precarización laboral; contra las reformas estructurales dictadas desde los organismos financieros internacionales, acatadas por el gobierno entreguista de Peña Nieto y los partidos al servicio de los empresarios.
Nos oponemos a la “reforma educativa”, que atenta contra la educación pública al intentar privatizarla y arrebata los derechos laborales de las y los maestros, por lo que luchamos por su abrogación.
Peleamos también por mejorar nuestras condiciones de trabajo, por reducir la cantidad de alumnos por grupo para atenderlos como se merecen y contar con horas en la escuela para planificar, evaluar y elaborar material didáctico.
También luchamos porque el salario mínimo sea equivalente al costo de la canasta básica y por reducir la jornada laboral (tanto para las y los maestros, como para el resto de las y los trabajadores), sin reducción salarial, para proteger nuestra salud, mejorar nuestra calidad de vida y que los padres y madres de familia puedan pasar más tiempo con sus hijos.
Luchamos por la unidad de todos los trabajadores de la educación y de los demás sectores, junto al pueblo oprimido, para enfrentar al podrido régimen de los partidos patronales, echar abajo las reformas estructurales y defender nuestros derechos.
Maestra, madre de familia, te invitamos a poner en pie comités de Pan y Rosas en tu escuela, barrio o colonia, por una educación pública, laica y gratuita garantizada por el Estado. Porque tenemos que ser miles en las calles que gritemos al unísono que no estamos dispuestas a ser víctimas, que no permitiremos que nos sigan matando, violentando y pisoteando nuestros derechos, y que nos vamos a organizar para enfrentarlos.