Batalla de Culiacán: exhibición de armas del cártel de Sinaloa dio pie a solícito acercamiento entre Trump y López Obrador. Este lunes se reunieron autoridades mexicanas y estadounidenses para definir medidas para controlar el tráfico de armas.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Martes 22 de octubre de 2019
El desfile de armas del cártel de Sinaloa incluía ametralladoras Browning M2, rifles tipo Barrett M82A1 calibre .50 y fusiles de asalto tipo AK-47 y AR-15, según se vio en las imágenes y los videos e imágenes que circularon en redes sociales el 17 de octubre pasado.
Tras el oprobio de la detención fallida de Ovidio Guzmán López y el virtual estado de sitio de Culiacán, capital de Sinaloa, llegó el consuelo de Trump al presidente López Obrador.
La antesala de la reunión de este lunes fue una conversación telefónica entre Trump y López Obrador, durante la cual el primero expresó su solidaridad según el mandatario mexicano.
En el encuentro convocado por Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana participaron el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, el embajador de Estados Unidos, Christopher Landau y su equipo. Fueron de la partida también el jefe de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Luis Cresencio, y el de Marina, Rafael Ojeda.
De acuerdo con Aristegui Noticias, funcionarios de la Agencia Antidrogas (DEA), de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), y de la Oficina de Protección Fronteriza y de Aduanas (CBP, por sus siglas en inglés) tomarían parte.
“Frozen” será el nombre del nuevo pacto de acuerdo con Expansión. La meta: detener el tráfico de armas de fuego manufacturadas en Estados Unidos y que entran a México de contrabando.
Los puntos donde se realizarán operativos serán San Diego – Tijuana, El Paso – Ciudad Juárez, Laredo – Nuevo Laredo, McAllen – Reynosa y Brownsville – Matamoros. Según lo declarado por Ebrard, López Obrador propuso a Trump utilizar sistemas de rayos X y detectores de metales en las garitas fronterizas e incrementar la cantidad de agentes mexicanos en territorio estadounidense. La propuesta habría sido bien recibida de acuerdo con el canciller.
Aunque se sabe que gran parte de las armas y del equipo militar confiscados a los cárteles mexicanos se compraron en armerías de estados fronterizos, como Texas y Arizona, pedir un mayor control de armas al gobierno estadounidense es un tabú para López Obrador.
Porque Trump es defensor acérrimo de la Segunda Enmienda, que establece el derecho de la población civil a poseer y portar armas, e implica el apoyo de la influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA), generosa financiadora de campañas electorales y de cabildeo en la capital estadounidense.
Lo incongruente del caso es que hace pocos años la misma ATF en el Operativo Rápido y Furioso entregó dos mil armas al crimen organizado, incluyendo al cártel de Sinaloa, con el supuesto fin de rastrearlas. Pero fracasó, igual que las autoridades mexicanas con la detención del hijo de El Chapo.
Al igual que en México, sectores del gobierno estadounidense y de sus fuerzas represivas están vinculados con el crimen organizado. El tráfico de armas no se detiene con una orden del capo del imperialismo estadounidense. Los dueños de la industria armamentística no van a renunciar a los millones que obtienen.
La “cooperación” para frenar el tráfico de armas entre el imperialismo estadounidense y el gobierno mexicano es otro paso en la subordinación de López Obrador al amo del norte. Uno que se añade al despliegue de la Guardia Nacional como brazo mexicano de la Border Patrol y a la prosecución de la modernización del TLCAN en mejores condiciones aún para las trasnacionales estadounidenses.