Conocido el fallo del Comité Regularizador de AFA de otorgar la sexta plaza a Atlético Tucumán, un punto de vista desde la vereda roja de Avellaneda.

Augusto Dorado @AugustoDorado
Martes 1ro de noviembre de 2016
Foto: sitio oficial de Independiente
Ya es un hecho: el sueño de jugar la Copa Libertadores se esfumó. Independiente hace décadas que sueña con la octava conquista. Es que necesita el Rojo expresar a los cuatro vientos que sigue siendo el más grande de América.
Todavía no hay club que lo haya alcanzado: sólo Independiente ostenta el título de heptacampeón de la Libertadores. Pero ya van para 33 años sin ver su nombre grabado en la base de esa Copa, la más prestigiosa del continente.
Pero dejemos de lado los números y las estadísticas: hay algo mucho más importante, que es una historia. La historia del Independiente copero, que podía exhibir fútbol de alto vuelo en cualquier cancha, como aquella primera final en Porto Alegre ante Gremio en 1984 (1-0 para el Rojo con gol de Burruchaga), considerado por muchos especialistas como el “partido perfecto”. O hazañas de todo tipo como ganarle al durísimo Nacional de Montevideo la final de 1964 y a Peñarol la de 1965, o la seguidilla del ´72 al ´75, títulos que le valieron a aquel Independiente de Bochini, Bertoni, el “Chivo” Pavoni y “Pepe” Santoro en al arco, estar en el puesto 13 entre los 20 mejores equipos de la historia del fútbol mundial, según la prestigiosa revista inglesa Four Four Two.
De aquel Independiente a este versión 2016, que apenas anima el campeonato por su ubicación relativamente buena en la tabla de posiciones, pero que –además de estar eliminado de la Copa Argentina y de la Sudamericana- con su juego anodino e insípido ofrece poco para esperanzar su público.
Independiente sufrió y sufre una crisis institucional aguda, como parte de un fútbol argentino en crisis. Es la mejor explicación a casi 20 años de casi nulo protagonismo en la palestra internacional, con la excepción de la Copa Sudamericana 2010, importante por aportar otra estrella pero olvidable en cuanto al desempeño de aquel equipo que –sin darse cuenta- estaba en el tobogán del descenso.
Pero Independiente tiene esa historia. No hay fallo de AFA ni de Conmebol que se la puedan borrar. Y esa mística copera se puede recuperar. Pero para eso Independiente tiene que recuperar la memoria y la identidad, la del “paladar negro” del buen fútbol y de la “pierna fuerte y templada”.
Cuesta asimilar otro año sin Independiente jugando la Libertadores. Pero también costaría asimilar entrar “por la ventana”. No lo merece Independiente. Atlético Tucumán se quedó con ese lugar por sólo 3 puntos. Triunfos esperables en el campeonato pasado -ante Olimpo o Sarmiento de Junín para poner sólo dos ejemplos que terminaron en empate sin goles- hubieran liquidado la discusión y sólo con eso hoy estaríamos hablando de la clasificación. Pero ni siquiera eso pudo este Independiente descolorido.
Será para el “Decano” de Tucumán, que hará su primera experiencia copera. Independiente tiene mucha historia y merece entrar por la puerta grande, por propio mérito.