Estudiantes secundarias, de formación superior no universitaria, docentes y trabajadoras de la salud realizarán este próximo sábado un Encuentro de Educación Sexual Integral.
Miércoles 16 de mayo de 2018
Si gana el FMI perdemos todos
Estudiantes, docentes, trabajadoras de la salud, hacemos este encuentro en momentos en que se desarrolla una gran crisis política y económica nacional. El gobierno de Macri y los gobernadores peronistas como Schiaretti quieren arrastrarnos a un acuerdo con el FMI para imponer el cuarto gran saqueo nacional, después del ataque de la dictadura, el menemismo y la devaluación del 2001-2002, para que otra vez seamos las familias trabajadoras y los sectores populares quienes suframos las consecuencias. Buscan descargar un ajuste aún mayor con devaluación, techos salariales, tarifazos, aumento de precios, mientras un puñado de buitres financieros hace su gran negocio fugando capitales.
Estos planes golpearán particularmente sobre los las mujeres, que representan el 70 % de los sectores con menos ingresos en el país, una verdadera “feminización de la pobreza”. Por eso, cuando luchamos por un derecho democrático básico como el derecho al aborto, o para que la juventud reciba educación sexual integral para poder decidir sobre su cuerpo y su vida, esta pelea debe estar íntimamente ligada a enfrentar las condiciones de miseria y degradación a la que quieren arrastrarnos. Ya sabemos que los millones de pesos que van para pagarle al Fondo, son millones que no van a la educación y la salud públicas. Cada año se destinan entre 50 y 60 mil millones de pesos para el pago de la deuda, y esto equivale al presupuesto de salud y educación juntos. Por eso, si logran imponer este acuerdo, estaremos en peores condiciones para obtener cualquier derecho, por mínimo que sea, y aún los que hoy podamos conquistar mañana pueden retroceder si el gobierno y sus cómplices avanzan en sus planes de mayores ataques al pueblo trabajador. Rechazamos cualquier acuerdo con el FMI y decimos que para que haya plata para educación (incluida la ESI) y salud (con la necesaria anticoncepción gratuita) hay que desconocer esa deuda ilegítima.
Creemos que para evitar que siga la fuga de capitales hay que tomar otras dos medidas esenciales: * nacionalizar los bancos para que haya un único banco estatal e *imponer el monopolio estatal del comercio exterior.
Ante cada crisis, somos las mujeres y la juventud quienes pagamos con mayor precarización, desempleo, falta de acceso a la salud y educación, o inclusive a los recursos básicos como el agua potable, el gas y la luz. Por eso también ante los tarifazos decimos: basta de negocios con los servicios esenciales! Nacionalización de las empresas privatizadas y que estén bajo gestión de las y los trabajadoras, con control de los usuarios populares.
No queremos más de lo mismo…
En estos días, escuchamos todo el tiempo en los canales de TV y radios críticas a Cambiemos de parte del peronismo o del kirchnerismo, pero no dicen qué harían ellos. El kirchnerismo, que cuando gobernó le pagó más de 200 mil millones al FMI y al Club de París, ahora despotrica contra el Fondo. El resto del peronismo, que nos dice que hay que unirse electoralmente contra Macri y sacarlo en 2019, es el que le recortó la jubilación a nuestros abuelos y abuelas y le votaron más de 83 leyes en el Congreso al macrismo. Por eso tampoco impulsan una lucha a la altura de este ataque, como tampoco lo hacen los dirigentes sindicales responsables de los acuerdos miserables para el salario que tenemos las docentes o trabajadoras de la salud. Queremos aprovechar este Encuentro para discutir cómo enfrentarlo.
Multipliquemos nuestra fuerza!
Tenemos fuerzas de las que partir. A nivel mundial crece una nueva oleada del movimiento de mujeres que se expresa en movilizaciones, huelgas, acciones como las del paro internacional del pasado 8 de marzo, los pañuelazos y campañas en redes sociales. Este protagonismo mundial que fuimos conquistando se forjó en masivas luchas de las mujeres en los distintos países. En Argentina, pusimos en discusión la violencia machista bajo el grito de Ni Una Menos y hoy impulsamos un amplio movimiento de lucha por la conquista del derecho al aborto. El feminismo se debate en radios y programas de tv. Pero todo esto no surgió de la nada. Las luchas de mujeres a lo largo del mundo se fortalecieron también como parte de la resistencia a la crisis capitalista en curso que la clase dominante y sus gobiernos pretenden descargar sobre el pueblo trabajador, que afecta particularmente a las mujeres. Por eso queremos discutir con vos en qué perspectiva organizarnos en estos momentos donde todos tienen planes para salir ganando a costa nuestra, y nosotrxs tenemos que tener nuestro propio plan.
I- Los derechos no se mendigan, se conquistan
Es impresionante ver que hoy el reclamo por el derecho al aborto y la educación sexual integral es impulsado por nuevas generaciones que suman su energía a una lucha de décadas. Podemos verlo en este mismo Encuentro, donde las y los estudiantes tomaron la posta a la que nos sumamos las y los trabajadores docentes y de la salud que venimos de otras experiencias. Así, cada vez más sectores de la sociedad se conmueven con las más de 300 mujeres que mueren al año por abortos clandestinos, entendiendo que es una cuestión de salud pública al que el Estado debe dar respuesta.
Con nuestra movilización logramos que el debate llegue al Congreso, lo que es un paso muy importante. Pero tenemos que tener muy en claro que enfrentamos a un sistema político que, en sus distintas variantes, nos negó históricamente este derecho y hará todo lo posible para que no lo obtengamos en forma integral, menos aún que quieren avanzar en ajustarnos más.
Todos los bloques mayoritarios (Cambiemos, el peronismo y el kirchnerismo) cuentan con legisladores que votarán en contra, siendo el Frente de Izquierda la única fuerza que lo defiende consecuentemente. Macri habilitó su tratamiento en el Congreso en forma oportunista, sólo para desviar la atención sobre los cuestionamientos a su gobierno, pero nada le importa la situación de las mujeres. El kirchnerismo, en sus 12 años de gobierno, bloqueó hasta el tratamiento del derecho al aborto en el Congreso por decisión de la misma Cristina, demostrando que aunque sea mujer, nada tiene que ver con nuestra vida y realidad como mujeres de los sectores populares. Los peronismos provinciales, por su parte, son tan conservadores que pusieron trabas a la implementación de la Educación Sexual Integral en las escuelas y en Córdoba Schiaretti permitió que se bloqueara hasta la aplicación del protocolo de aborto no punible permitido por ley.
Todos mantienen su alianza con la Iglesia, la principal opositora de los derechos democráticos más elementales. Por eso, no conquistaremos ningún derecho confiando en la presión parlamentaria. Durante la década de los 90, mientras los gobiernos imponían el discurso de que la salida era individual para separar todas las luchas y atacar mejor, parte del movimiento de mujeres se integró a una lógica de presionar por mejoras parciales desde ONGs para hacerse cargo de las tareas que de las que el estado se deshacía. No podemos permitir que la historia se repita y ni la presión por mendigar alguna mejora relativa. Sólo si somos decenas de miles movilizadxs en las calles tendremos la fuerza necesaria para conquistar nuestros derechos.
¿Y cómo lo conseguimos? Organizándonos en cada lugar de trabajo y estudio, formando comisiones de mujeres y género,recuperando los centros de estudiantes y los sindicatos para luchar por todos nuestros derechos, empezando por Educación Sexual Integral para decidir; anticonceptivos para no abortar; aborto libre, legal, seguro y gratuito en los hospitales, para no morir.
II- En alianza con los trabajadores, contra los empresarios y gobiernos ajustadores
Ha sido común en este tiempo escuchar planteos como “esta lucha es de las mujeres, que los hombres no vayan a las marchas porque nos roban protagonismo”, e incluso hay quienes piden que los varones no usen el pañuelo verde, emblema de la lucha por el derecho al aborto. Esto sólo puede tener como resultado aislar la lucha y debilitarla. ¿Por qué vamos a negarnos de que nuestros amigos, hermanos, padres, sobrinos tomen nuestra pelea en sus manos? Quieren que las mujeres vean a los varones como los enemigos a combatir, en lugar de plantear una lucha común contra el sistema patriarcal y el capitalismo.
La lucha por los derechos de las mujeres no es contra los varones como individuos, sino contra la clase social que se beneficia a diario de nuestra situación de opresión y explotación, en Argentina y en todo el mundo, y que hoy busca empobrecernos más.
Nuestra pelea contra el machismo también es contra la clase empresaria que se beneficia pagando menos a las mujeres o evitando subir los salarios para pagar por el trabajo doméstico, que lucra haciendo ganancias con nuestros servicios esenciales mientras nos aumentan las tarifas a niveles impagables, que despide dejando familias en la calle, que busca imponernos peores condiciones laborales. Clase empresaria compuesta por varones y mujeres (lo mismo da) que dejan en la precariedad más extrema al 51 % de los trabajadores, cifra que entre las mujeres asciende al 58 %. Nuestra lucha es contra los gobiernos, tanto nacional como provinciales, que gobiernan para que esos empresarios hagan fortunas y fuguen capitales mientras a las grandes mayorías nos imponen techos salariales, tarifazos y se preparan para profundizar los ataques con grandes entregas nacionales como la del acuerdo con el FMI.
Somos lxs trabajadorxs y los sectores populares, tanto mujeres como hombres, los que sufrimos las consecuencias de esta explotación y ajuste. Tenemos aliados para luchar contra la opresión que sufrimos tanto las mujeres como el colectivo LGTBI en cada compañero que también es explotado y con el que compartimos la lucha contra los ataques de empresarios y gobiernos. No son, como pretenden hacernos creer aquellos que quieren dividir nuestra fuerza, luchas totalmente distintas que no tienen ninguna relación entre sí. Por ejemplo, nuestra lucha por el derecho al aborto y la educación sexual integral exige al mismo tiempo el fin de las condiciones de precarización de lxs trabajadorxs docentes o de la salud que reciben bajos salarios y no cuentan ni con tiempo ni con recursos para capacitarse, padecen de la falta de los insumos más básicos, presupuesto para materiales de difusión o anticoncepción gratuita, personal capaz de hacer efectiva la aplicación de la ley de Salud Sexual y Procreación Responsable (PNSSyPR), equipos interdisciplinarios dotados de personal que puedan realizar los acompañamientos necesarios a lxs pacientes, etc.
Sin todo esto, la conquista del derecho al aborto en sí misma no garantizaría la posibilidad de su ejercicio efectivo e integral. Lejos de esto, los gobiernos nacional y provincial avanzan en mayores ajustes a la salud y la educación públicas como vemos con el cierre de cursos y terciarios en Buenos Aires y la reforma educativa que ya están implementando en algunas escuelas de Córdoba, sumado al permanente deterioro de los hospitales. Todo esto se profundizará con el pacto con el FMI, que para financiar con 30 mil millones al modelo macrista exige más recortes.
Por eso, tenemos que forjar una unidad estratégica entre lxs jóvenes que se movilizan masivamente por la conquista de derechos democráticos y lxs trabajadorxs que pelean por mejores condiciones laborales. Por la triplicación del presupuesto para salud y educación y salarios acordes a la canasta básica familiar, en base al no pago de la fraudulenta deuda externa.
III- Basta de financiar a la Iglesia. Por la separación definitiva de la Iglesia y el Estado.
Recientemente el funcionario macrista Marcos Peña reconoció que este año el financiamiento estatal a los obispos de la Iglesia Católica es de más de 130 millones de pesos, y esto sin contar la donación y mantenimiento de inmuebles, exenciones impositivas y los subsidios estatales a escuelas religiosas. No hizo más que reconocer lo que hicieron todos los gobiernos. Es que a pesar de que el Estado Argentino en la constitución se define como laico sigue financiando el culto católico, lo cual fue reforzado por decretos de la última dictadura militar que ningún gobierno democrático anuló. Todos los gobiernos mantuvieron una solida alianza con la Iglesia, institución reaccionaria que apoyó el genocidio de la dictadura y que interviene activamente imponiendo su moral en las decisiones sobre políticas públicas. Esta injerencia es visible no sólo en su férrea oposición a la anticoncepción gratuita, la educación sexual integral o el aborto legal, sino en la impunidad con la que se encubre a los curas abusadores, como vimos en el caso del Instituto Próvolo de Mendoza.
El gobierno kirchnerista le concedió a la Iglesia el artículo 19 del código civil, que establece que “la existencia de la persona humana comienza con la concepción”, lo que fue central para mantener la penalización del aborto. Aún cuando se avanzó en aspectos parciales, sostener la alianza con la Iglesia fue un impedimento para que las conquistas democráticas sean efectivas. Por ejemplo, la Ley de Educación Sexual Integral, en su artículo 5º establece que “cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”. Esto implica que en las escuelas religiosas, o en las que siendo públicas tienen equipos directivos ligados a la Iglesia, los contenidos de ESI se adaptan a sus creencias. De esta manera, la misma Iglesia que se opone ferreamente al derecho al aborto es la que niega que lxs jóvenes reciban educación sexual integral para poder decidir.
En Córdoba Schiaretti es un histórico aliado de la Iglesia. No sólo permitió que en una organización católica lograra bloquear judicialmente la aplicación del protocolo de aborto no punible, sino que su mujer Alejandra Vigo, presentó un proyecto en el Congreso nacional contra el aborto legal. Esto va de la mano de todo tipo de beneficios a la Iglesia. El año pasado la Provincia presupuestó más de 60 millones de pesos para obras religiosas, desde la reparación de Iglesias, la construcción de parques temáticos como el del Cura Brochero, la construcción de monumentos religiosos, etc. Esos recursos podrían destinarse a planes de capacitación de docentes en Educación Sexual Integral, a mayor presupuesto para salud o a otorgar 3.500 subsidios acordes a la canasta familiar a mujeres en situación de violencia de género, como propuso en la legisladora del PTS-FIT Laura Vilches.
Además, desde el Ministerio de Educación se financia a Instituciones religiosas. Se calcula que de las 600 escuelas privadas, el 70 por ciento son católicas y evangélicas y se estima que estas reciben alrededor del 20% del presupuesto educativo total de la provincia. El Frente de Izquierda es la única fuerza política que propone el fin de todos los subsidios a la Iglesia y la separación definitiva de la Iglesia del Estado. Basta de subsidios a la educación religiosa. Por un sistema educativo nacional único, dirigido por los trabajadores de la educación, los estudiantes y la comunidad educativa.
IV- Por un feminismo socialista
Dentro del amplio movimiento de lucha por los derechos de las mujeres hay distintas ideas y estrategias sobre cómo luchar contra el patriarcado. Si como ya dijimos, algunos sectores entienden que se trata de una lucha entre géneros que opone a mujeres contra hombres; otras lo ven como una lucha contra aspectos parciales que pueden reformarse dentro del sistema capitalista, como por ejemplo el trabajo doméstico no remunerado (crianza, cuidado de enfermos y ancianos, tareas hogareñas); otros sectores consideran que la lucha antipatriarcal es sobretodo una lucha cultural (contra los micromachismos, la violencia simbólica, los estereotipos).
Por supuesto que toda conquista democrática, por parcial que sea, consolida nuestra lucha, que también es por cambiar los modos en que nos relacionamos. La cuestión es cómo acabamos de raíz con este sistema patriarcal. Desde Pan y Rosas y el PTS consideramos que es imposible terminar con la opresión sin atacar la explotación de clase que impone el capitalismo. Porque si gracias a la histórica lucha de las mujeres hemos logrado que hoy esté más visibilizada y reconocida nuestra opresión, los empresarios y sus gobiernos intentan diluir que también somos explotadas, que sufrimos las peores condiciones de precarización laboral y somos las primeras en caer en la pobreza.
Por eso nos muestran como “modelos del empoderamiento femenino” y del avance en nuestros derechos al puñado de mujeres convertidas en Ejecutivas de las grandes empresas que son garantes de las ganancias capitalistas mediante la explotación de trabajadoras y trabajadores o las representantes políticas de esa misma clase (como son los casos de Cristine Lagarde del FMI, o las presidentas Cristina Kirchner, Angela Merkel, la gobernadora María Eugenia Vidal, etc.). Pero que haya más mujeres gerenciando la explotación de la clase trabajadora o como personeras políticas del empresariado para garantizar sus negocios no es un avance para el conjunto de las mujeres sino para las clases dominantes. Son sus modelos, no los nuestros. Si el género nos une, la clase social nos divide.
Por eso, en la lucha contra el patriarcado nuestro programa es socialista y revolucionario. Somos feministas de la clase trabajadora y socialistas. Consideramos inseparable la lucha contra la opresión de la lucha contra la explotación. Debemos unir eso que ellos quieren dividir imponiendo prejuicios (de género, raciales, por nacionalidad, etc.) para debilitar las fuerzas de los explotados y explotadas, construyendo un partido propio de la clase trabajadora.
Porque no vemos ninguna perspectiva de emancipación de las mujeres ni de ningún sector oprimido de la sociedad, si no es acabando con un sistema como el capitalista que implica que el 1 % más rico concentre el equivalente al 82 % de la riqueza mundial mientras más de la mitad de la humanidad vive en la miseria, contando con entre 2 y 10 dólares por día. Un sistema por el cual, por poner un ejemplo, los directores de cualquiera de las cinco principales marcas de ropa facturan en cuatro días lo mismo que ganará una trabajadora textil de Bangladesh durante toda su vida.
Sin terminar de raíz con esto es utópico creer que podemos terminar con la opresión patriarcal. Por eso peleamos por un gobierno de los trabajadores que comience una transformación radical de la sociedad en la que vivimos y comience la construcción de un nuevo sistema social sin explotación ni opresión de ningún tipo. Peleamos, como dijo la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo, “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”