Sábado 21 de febrero de 2015
Córdoba, 14 de Febrero, 15:30 Hs. Juan B. justo al 9000. Un joven en moto decide avanzar luego de frenar en un control policial que no estaba señalizado y donde no lo revisaron, cuando hace unos pocos metros un policía toma distancia del control, lo apunta y le dispara por detrás. Él siente un impacto en su espalda, sigue conduciendo unas pocas cuadras hasta que no tiene más fuerzas para continuar, se baja y llama a su tío para que lo vaya a buscar. “Me pegó un tiro la policía” le cuenta. El tío da aviso al padre del joven y juntos salen a toda velocidad a auxiliarlo, lo encuentran en un callejón en el 7400 de Juan B. Justo, esta pálido y perdiendo sangre. A las 16:20 llaman a emergencias y no hay respuestas. El estado del joven es grave, sin esperar más lo cargan en el auto de la familia y lo llevan al hospital, mientras aceleran tienen la cabeza puesta en llegar a tiempo para que el joven sobreviva.
No. No es una novela, ni el fragmento de una película, son hechos reales que sucedieron en la ciudad de Córdoba el pasado sábado. El joven se llama Ezequiel Reynoso y tiene 22 años, hace unos días trabajaba en un frigorífico hasta que se terminó su PPP. Futbolista aficionado en sus momentos libres, un pibe de barrio, laburador como cualquier otro, de la Córdoba profunda. Había salido en la moto de su tío, sin imaginarse que su vida iba a correr riesgo a las pocas horas.
"Cuando Ezequiel cruzaba por Guiñazú, en la entrada norte de la ciudad, la policía había improvisado hace pocos minutos un operativo para parar motos. Eze frenó y al ver que ningún policía se le acercaba decidió seguir, lo que cualquiera hubiera hecho. Ahí nomás un policía sale del control, lo apunta y le tira. Él sigue unos metros más hasta la entrada de La Ciudadela y ahí frena por qué no daba más, se baja y lo llama a mi cuñado (su tío) contándole lo que había pasado y pidiendo que lo vaya a buscar.
Salimos corriendo para allá y lo encontramos perdiendo sangre. Lo alzamos y lo llevamos al hospital" cuenta Ramón, el papá de Ezequiel mientras revive los nervios y la angustia que pasó durante el trayecto de Ezequiel hasta el Hospital de Urgencias de Córdoba. No es solo eso, si no que luego de esperar horas afuera del quirófano para saber si su hijo había sobrevivido (hoy Ezequiel se encuentra evolucionando muy favorablemente), se encontraron con un informe policial que data de las 18:00 hs (más de 2hs después del hecho, tiempo suficiente para preparar la escena), que decía que Ezequiel estaba imputado por “Resistencia a la Autoridad” y “Portación de arma de fuego”. Ezequiel, luego de haber pasado por semejante calvario, se despertó con custodia policial y esposado a la cama de un hospital, sin haber hecho absolutamente nada.
Hoy sus padres reclaman que se le levante la imputación, ya que la versión de la policía de que Ezequiel viajaba acompañado y que había disparado contra un patrullero es absolutamente falsa y es parte de un montaje para encubrir el intento de asesinato a sangre fría. Una prueba contundente de esto es que ayer el dermotest que le practican a Ezequiel sobre el arma que le quisieron plantar dio negativo. Por esto el fiscal que interviene en la causa resolvió la imputación de dos policías, pero por Lesiones graves y encubrimiento, cuando en realidad se trató de un claro intento de asesinato.
Los medios y las "versiones oficiales"
Hay que remarcar la actitud vergonzosa de La Voz del Interior, que reprodujo la versión de la Policía bajo el título de Versiones encontradas, cuando recién acontecía el hecho poniendo en duda lo que la familia denunciaba y que luego se terminó comprobando.
La versión policial es que Ezequiel viajaba acompañado y que cuando pasa el control para no frenar dispara contra un móvil dándose a la fuga y la policía abre fuego hiriéndolo. ¿Si según la policía Ezequiel iba acompañado, por qué la bala le pega en la espalda a él y no a quien lo acompañaba? Además resulta extraño que la policía que contaba con un móvil recibe un disparo y se limita a contestar el fuego sin salir a perseguirlos. La verdad es que le dispararon a sangre fría por la espalda y esperaban que Ezequiel muriera a los pocos metros y luego montar la escena.
Por otro lado, la versión oficial que reproduce La Voz también miente al decir que fue la misma policía la que lo llevó al hospital, cuando su padre cuenta que lo cargo en su propio auto para poder llevarlo a tiempo al Hospital de Urgencias.
Las garantías de la impunidad
La impunidad policial no es casual. Está garantizada por el régimen cordobés de conjunto: justicia, poder político y los grandes medios ¿cómo no se va a sentir impune de hacer algo así una Policía que tiene un promedio de un joven muerto por mes por gatillo fácil y ningún policía condenado, más allá de unas pocas imputaciones? ¿Cómo no van a sentirse libres de montar una escena falsa para encubrirse si después los diarios oficialistas montan campañas mediáticas de estigmatización a los jóvenes de los barrios periféricos justificando el accionar policial? ¿Cómo no sentirse impunes con un gobernador que quiere mostrar una Córdoba “segura” (con esto se refiere a más policías) para sus aspiraciones presidenciales sin importarle cuántas vidas se pierdan? ¿Cómo no sentirse así con una justicia cómplice que nada hace por los pibes que mueren a manos de la policía y que cajonea las causas y las archiva? Es una larga cadena para garantizar la impunidad, con legislaciones que violan los mínimos derechos democráticos como lo es el tan repudiado Código de Faltas.
La represión en la provincia se profundiza de la mano de un régimen político que deja a las claras que la vida de los jóvenes de las barriadas populares no vale nada. Se los excluye sin oportunidades de trabajo o con trabajos muy precarios garantizados por el propio gobierno, sin acceso a la educación o la salud. Para estos jóvenes, el Estado son las fuerzas represivas que los hostigan permanentemente. La que los encierran por portación de rostro, la que tiene en su haber desapariciones como es el caso de Facundo Rivera Alegre; la que está acusada de golpear brutalmente a los jóvenes en cárceles y comisarías hasta matarlos como a Cristian Guevara y Vanesa Castaño; la que reprime en bailes y recitales y qué, como vio todo el país, se llevaron la vida de Ismael Sosa. Esa misma policía es la que dispara a sangre fría. Lo de Ezequiel demuestra que esta fuerza tiene un modus operandi de disparar y después intentar acomodar las escenas para que parezcan un tiroteo. Ya lo hicieron con Were Pellico y con Lautaro Torres, plantando armas y falseando pruebas.
Para derrotar la represión de De la Sota la juventud debe ganar la calle
A pocas semanas del asesinato de Ismael Sosa, la Policía de Córdoba es acusada de un nuevo hecho de gatillo fácil. La bronca que genera en la juventud es enorme. Se logró desbaratar la maniobra que quisieron montar armando la escena y que los policías estén presos aunque con un caratula que no se condice con los hechos.
Sobran las energías para luchar contra esta política que encabeza Unión por Córdoba bajo la mirada complaciente de la oposición patronal. Sin embargo los enemigos que se enfrenta son poderosos. Desde la Juventud del PTS venimos impulsando la Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil y Represión Policial, ayudando a la organización de los que sufren en carne propia esta política represiva.
La Coordinadora viene denunciando estos hechos, saliendo a la calle, reclamando justicia. Sin embargo, tenemos que ser miles los que permanentemente nos movilicemos. Se tiene que expresar en las calles esta bronca. El movimiento estudiantil, unido a los jóvenes de los barrios populares y los trabajadores que también sufren la persecución y represión, se deben unir para dar una respuesta de conjunto.