Muchas problemáticas cruzan el escenario político actual: políticos corruptos, colusiones empresariales y reformas que no satisfacen las necesidades del pueblo trabajador. El sistema de AFP, en particular, se encuentra en el centro de los cuestionamientos; una de las persistentes herencias de la Dictadura pinochetista.
Miércoles 14 de septiembre de 2016
Por Álvaro Pérez Jorquera, profesor de Historia
A 43 años del Golpe Militar vale la pena preguntarse, ¿podemos los trabajadores derribar esta herencia? ¿Comenzar a decidir cuándo y cómo ahorrar e incluso qué producir? Nuestra historia reciente dio uno de los ejemplos más avanzados: los Cordones Industriales.
Los Cordones Industriales fueron una forma de organización que adquirieron los trabajadores durante los años de gobierno de la Unidad Popular (UP), donde los obreros de una fábrica tomada se asociaban con otros trabajadores en toma en un territorio específico. Los delegados de la asamblea de una fábrica se relacionaban con los delegados de las demás y llevaban adelante las decisiones de las asambleas para beneficio de todos, organizados bajos los principios de la democracia directa. Así, no solo lograron decidir sobre cómo, cuándo y cuánto producir en las fábricas, sino también sobre la situación nacional y el curso que debería tomar el gobierno.
Las tomas de lugar de trabajo han sido parte de los métodos tradicionales de la clase obrera chilena en sus luchas reivindicativas, sin embargo, durante los 70 dieron un salto, ya que en vez de realizarse para paralizar la producción, se hicieron para ponerla en marcha; pues como parte del boicot de la Derecha y los empresarios a los procesos de reforma que impulsaba la Unidad Popular, presionada por la movilización, los empresarios comenzaron en 1972 a cerrar sus fábricas y dejar de producir para desestabilizar la economía y el avance de las masas. La respuesta de los trabajadores, primero de manera espontánea y luego respaldada por el gobierno, fue abrir las fábricas y colocarlas a producir, sin sus patrones, gestionándolas ellos mismos.
Previamente, algunas empresas fueron traspasadas al área de propiedad social, donde fueron gestionadas por un funcionario estatal, el “interventor”, en consulta con los organismos de los trabajadores. No obstante, los Cordones profundizaron ese proceso al no haber ni patrón ni interventor y ser gestionados directamente por los trabajadores. Así, la organización de los Cordones superaba, tanto al gobierno como a la propia CUT, pues en la práctica gestionaba un número de empresas en un territorio determinado y, además, se vinculaban con otras organizaciones como las Juntas Vecinales y las de Abastecimiento y Precios (JAP), desarrollando un real control de esos espacios, que algunos mal definieron como “poder popular”, diluyendo el rol que estaba jugando la clase obrera. Tal como lo hizo el MIR que no tuvo una gran inserción en la clase obrera por lo que apostó por el movimiento de pobladores y estudiantes.
Pese a esto, la UP hizo un llamado a devolver las fábricas para lograr llegar a un acuerdo con la opositora Democracia Cristiana, que ya había tomado un rumbo golpista, enfrentándose directamente con los trabajadores que cuestionaban la decisión de devolvérselas a los patrones. En respuesta, los Cordones le escribían a Allende el 5 de septiembre de 1973:
“Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus Partidos, sus organizaciones les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de avanzar. Nosotros exigimos no sólo que se nos informe, sino que también se nos consulte sobre las decisiones que al fin y al cabo son definitorios para nuestro destino (…). Le advertimos compañero, que con el respeto y la confianza que aún le tenemos, sino se cumple con el programa de la UP, sino se confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene y será responsable de llevar al país no a una guerra civil, que ya está en pleno desarrollo, sino que a la masacre fría y planificada de la clase obrera más consciente de Latinoamérica” (Carta de la Coordinadora Metropolitana de Cordones Industriales a Salvador Allende).
El Golpe, y la Dictadura, se encargó de borrar todas estas experiencias, que es necesario sacar hoy a la luz no solo por la crisis actual de la herencia pinochetista, sino porque un camino alternativo para los trabajadores es posible y es parte de la historia de clase obrera del país.