La provincia cerró el mes con 2098 positivos de un total de 2306. Preocupación por los casos en el personal de salud y en los lugares de trabajo, junto al impacto de la crisis económica.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Martes 1ro de septiembre de 2020 10:30
Con el inicio de la circulación comunitaria, en Tucumán se multiplicaron por diez los casos positivos de covid-19 que se habían acumulado en los primeros cinco meses. El mes de agosto se inició con 208 positivos y sumó 2098, llegando a un total de 2.306. En estos 31 días también se produjeron el 80 % de las 27 muertes registradas.
Los casos se concentran mayoritariamente en el departamento Capital (1212), Cruz Alta (317), Tafí Viejo (235) y Yerba Buena (156).
Responsabilizar “a la gente”, ocultar la desinversión en salud
Durante este mes, el Gobierno -a través del Comité Operativo de Emergencia (COE), admitió a regañadientes la circulación comunitaria pero responsabilizando “a la gente”. Desde el gobernador Juan Manzur hasta el último funcionario, culparon a las reuniones sociales sin mencionar los contagios en lugares de trabajo y las condiciones sanitarias en los barrios. Respecto a esto última, la política fue el aislamiento total de un cuadrante en Lastenia, del barrio Municipal en Concepción o el barrio Juan Pablo II, más conocido como “El Sifón”, en Capital.
En la última semana, el secretario ejecutivo médico del Siprosa, Luis Medina Ruiz, afirmó que los contagios en los lugares de trabajo ocurrían en los momentos de descanso o almuerzo. Pero los trabajadores denuncian que no se garantizan los elementos de protección e higiene, tampoco los protocolos con los que las patronales se escudan. Esto lo denuncian trabajadores de la salud como en el hospital Padilla y en Tafí del Valle o en dependencias estatales como el hogar Eva Perón, donde hay casos positivos. También hay casos como en la multinacional Burger King, donde se niega el testeo y el aislamiento de 40 trabajadores tras un contagio de una gerente.
Por esta razón, desde el PTS en el Frente de Izquierda se viene planteando el impulso de comisiones de higiene y seguridad en los establecimientos. Que estas instancias sean donde los trabajadores discuten y resuelven en torno a las medidas necesarias, como la provisión de equipos de protección personal, los testeos e hisopados masivos, las licencias pagas para el personal de riesgo o para garantizar el aislamiento preventivo.
Con declaraciones temerarias, la ministra de Salud Rossana Chahla realiza una confesión de parte respecto al sistema de salud. La funcionaria ya estableció que las personas contagiadas asintomáticas deben cumplir su cuarentena en sus domicilios, para liberar camas de los “hospitales modulares”. Ahora afirmó que quienes tengan síntomas pero no estén incluídos en los factores de riesgo, directamente no concurran a los hospitales y se garanticen su propio aislamiento. Un sinsentido: aislarse 14 días por motus propio es algo inviable para cualquier trabajador.
El crecimiento abrupto de la curva de contagios se topa con un sistema de salud desfinanciado, sin que nada haya variado cualitativamente durante los últimos meses. Mientras algunos funcionarios dicen abiertamente que no se descarta la posibilidad de un colapso sanitario, la propia Chahla dice que el sector privado “no colabora” en los hisopados y las camas disponibles. Por eso es fundamental avanzar en una reorganización del sistema de salud bajo una centralización que combine el área pública, privada y prepaga, unifique la atención sanitaria y los recursos disponibles.