Sábado 8 de febrero de 2020 11:15
La huelga nacional de petroleros de Brasil se está expandiendo. El jueves comenzó con una adhesión de 50 unidades en 12 provincias y hacia el viernes, séptimo día de huelga, ese número se había casi duplicado y se sumaba la provincia de Mato Grosso do Sul. Durante la jornada los trabajadores distribuyeron gas de cocina a bajo precio en varias ciudades y ya hay nuevas acciones planificadas para el sábado.
El fortalecimiento de la huelga se da a pesar del asedio judicial. El Tribunal Superior del Trabajo bloqueó las cuentas de los sindicatos y habilitó la contratación temporal de carneros para quebrar la huelga. Esta escalada autoritaria ocurre luego del fracasado intento de desarmar la huelga con una multa de 500.000 reales y el ilegal encarcelamiento privado de los trabajadores por las jefaturas, que los retuvieron por hasta 50 horas en las fábricas.
Los trabajadores llevan 6 días enfrentándose con las decisiones judiciales de quienes, por la vía de la operación Lava Jato, vienen atacando la estatal petrolera para abrir el camino a la privatización y la entrega a las empresas imperialistas. Además, se enfrentan a un cerrado cerco mediático por parte de los grandes medios de comunicación, que vienen ocultando la huelga.
El ministro Ives Gandra, responsable por la decisión, argumentó que la huelga tiene connotación política y que el “daño inmediato a instalaciones, producciones y provisión de combustibles, así como a los trabajadores que no han logrado ser doblegados, exige medidas más efectivas”.
Por supuesto no hay ninguna preocupación con las 1.000 familias que serán puesta en la calle con el cierre de la Fábrica de Fertilizantes Nitrogenados Araucaria (Fafen) de Paraná, ni tampoco con la entrega de los recursos naturales que significa el avance de la privatización.
La medida busca garantizar los intereses del Gobierno de Bolsonaro y del imperialismo, para lo cual se garantiza incluso el quiebre de la huelga con la contratación de carneros.
Esta nueva medida del TST se da en el marco de la expansión de la huelga, con cada vez más asambleas y adherencia del sector. La decisión que obligaba a que el 90% del plantel estuviese trabajando en las unidades no tuvo efecto inmediato, aunque siga teniendo un enorme peso represivo.
Esto se combina con el cerco mediático que busca justamente ocultar las arbitrariedades cometidas. La represión incluye el envío de cartas con amenazas a los domicilios de los huelguistas, como vienen denunciando varios sindicatos.
El Movimiento Revolucionario de Trabajadores y la organización juvenil Faísca, que impulsan Esquerda Diário en Brasil, vienen poniendo toda su energía en la divulgación y apoyo activo a cada acción de los petroleros, convocan a que todos los partidos de la izquierda como el PSOL y el PSTU -y por esa vía la Central Social y Sindical (CSP-Conlutas), también rodeen de solidaridad la huelga de Petrobras.
Los partidos de izquierda, sindicatos y organizaciones estudiantiles tienen planteado transformar la defensa resuelta de la huelga de petroleros en su tarea número uno y urgente, para que una victoria de los petroleros impulse la movilización del conjunto de los trabajadores contra el Gobierno. Las denuncias a los ataques de la empresa son algo elemental pero poner su influencia en los medios para organizar acciones de solidaridad en todo el país es necesario y urgente.
Los parlamentarios del PSOL podrían ofrecer un enorme auditorio, propagandizar la huelga y romper el cerco mediático, denunciando la cobarde represión de la patronal y la justicia.
Conquistar la opinión pública y la población para la defensa de los petroleros puede abonar a una victoria que sería un enorme paso para todos los trabajadores del país. Los petroleros lo saben, por eso vienen actuando como verdaderos Robin Hood, vendiendo gas de cocina a precios reducidos. De esta manera, muestran que el Gobierno mantiene los precios altos para garantizar las exorbitantes ganancias de quienes se benefician con las privatizaciones de Petrobras.
Los sindicatos y centrales sindicales tienen planteado romper la parálisis y usar su alcance nacional para poner en pie una campaña de solidaridad con los petroleros en cada lugar de trabajo del país, con movilizaciones, volanteos, delegaciones para fortalecer los piquetes en las unidades de Petrobras, campañas mediáticas en las redes y medios oficiales. La mayor federación petrolera, la FUP, está afiliada a la CUT. Pero la mayor central sindical del país, orientada por el PT, se viene contentando con un que otro posteo en internet, una bandera por piquete. Falta la verdadera y fuerte promoción activa de la solidaridad.
Los petroleros son una rama estratégica del país, mayoritariamente vinculada a la CUT. La victoria de su lucha podría dejar a los trabajadores de otras empresas en mejores condiciones. Sin embargo, las centrales sindicales mantienen su rutinarismo, que deja a los petroleros en soledad y abona a la continuidad de los despidos y privatizaciones, más allá de cómo se ubiquen ante el Gobierno.
Es urgente que esto cambie. Es necesario y se puede volver a darle vida a la consigna de la huelga de 1995: somos todos petroleros. Su lucha contra los despidos, contra las privatizaciones pueden transformarse en una causa nacional.