Acompañado por el silencio cómplice del gobierno de Kicillof, el Poder Judicial liberó al oficial García Tonzo, el efectivo que el 10 de julio vació el cargador de su pistola reglamentaria en plena calle con la excusa de evitar que le robaran su moto. Bastian murió de dos tiros. “Intercambio de disparos”, dijo el ministro Javier Alonso. Pero los ladrones nunca dispararon. La familia exige cambio de carátula y que se vuelva a detener al asesino.
Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 24 de julio 12:58
Pasadas las 20:30 del miércoles 10 de julio, Bastian Escalante Montoya iba en bicicleta por la calle Caxaraville junto a su madre Johana Montoya, quien caminaba a su lado. El pibe salía de jugar al fútbol en la Sociedad de Fomento Barrio de La Carne de Wilde, partido de Avellaneda. El video con la trágica secuencia se viralizó apenas trascendió que el niño, de diez años, había fallecido tras recibir dos impactos de bala, uno en el cuello y otro en el omóplato.
A metros de allí, cuatro jóvenes en dos motos habían abordado a Juan Alberto García Tonzo, de treinta años, miembro del Comando de Patrullas de Avellaneda de la Policía Bonaerense. Según el efectivo, querían robarle su moto Rouser NS200. Él iba de civil (estaba de franco) pero entre sus ropas portaba su arma reglamentaria. Al resistirse al asalto, los ladrones salieron (algunos corriendo y otros en moto) en dirección a donde caminaban Bastian y su madre.
El oficial de La Bonaerense desenfundó su pistola semiautomática Bersa 9 milímetros TPR9 con numeración 13-J84797. En pocos segundos vació el cargador. Según las pericias balísticas realizadas por la Policía Federal, García Tonzo disparó ocho veces. Dos de esos tiros terminaron con la vida del niño.
Sentidos comunes
Durante las horas posteriores al hecho, con el video viralizado y la constatación del deceso del pibe, casi todas las empresas periodísticas agregaron información falsa a lo poco que se sabía. Como de costumbre, reproduciendo las versiones de “fuentes” del Ministerio de Seguridad de la provincia, no perdieron tiempo en decir que los “motochorros” habían matado a Bastian y que sobre ellos debía caer todo el peso de la ley por asesinar a un niño sin piedad.
A su vez esas mismas empresas retacearon información real, como la que dio la misma madre de la víctima en su declaración testimonial ante el fiscal Juan Colazo: “Al único que le vi un arma fue al policía (...) no vi que los chorros dispararan cuando iban a toda velocidad por al lado nuestro”. Si bien en los videos se corrobora que los frustrados ladrones no dispararon, las pericias posteriores fueron determinantes. Las únicas vainas encontradas en la zona salieron del arma de García Tonzo.
Nadie en su sano juicio podría decir que el policía disparó “al aire” para asustar a sus atacantes. Indudablemente los quería matar. Para ese fin no escatimó esfuerzos y su balacera encontró como blanco a Bastian, quien recibió un proyectil en la cervical derecha (que salió por el hombro izquierdo) y otro en el omóplato. El chico llegó al hospital aún con vida, pero sufrió un shock hipovolémico por hemorragia aguda y dos paros cardiorrespiratorios, de los cuales no pudo salir.
Otro asesino de uniforme libre
Apenas ocurrió el crimen, la causa penal en la que quedó imputado García Tonzo fue caprichosamente caratulada como “homicidio con exceso en la legítima defensa”. Se tramita en el Juzgado de Garantías 2 del Departamento Judicial Avellaneda-Lanús, a cargo de la jueza Estela del Carmen Mollo, y la investigación la asumió el fiscal Colazo, titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) 2 del Fuero de Responsabilidad Juvenil del Departamento Judicial de Lomas de Zamora.
Por los hechos también fueron detenidos dos jóvenes de 17 y 18 años, acusados de ser partícipes del intento de robo, a quienes se les secuestró también una moto Honda Wave.
Quienes patrocinan legalmente a la familia de Bastian afirman que nunca existió “legítima defensa”, sino que el policía bonaerense actuó “de una manera más que peligrosa en un lugar de mucho tránsito de personas y autos, vació su cargador, demostró su violencia y su ira, asesinó un nene, le acertó dos disparos delante de su madre, además, cerca de una escuela. Fue un vil asesinato”.
Pese a los diversos testimonios y pericias que obran en el expediente, este martes la jueza Mollo decidió liberar al asesino y mantener presos a los frustrados ladrones. Una selectividad elocuente. Según la magistrada, García Tonzo puede volver a transitar por las calles sin problemas ya que no tiene antecedentes penales, “colaboró” con la “Justicia” y no habría peligro ni de que se fugue ni de que entorpezca la investigación.
¿En serio el Poder Judicial cree que un miembro de la Policía Bonaerense, fuerza asociada directamente al crimen organizado y especializada en todo tipo de maniobras de encubrimiento y desvío de causas, no puede fugarse ni interferir en la investigación? Una flagrante tomada de pelo a la población de la provincia.
Al darle fin a la prisión preventiva, la jueza Mollo escribió que “el imputado permanecerá en libertad durante la sustanciación del proceso”, tomando como elemento complementario que “el delito que se le enrostra posee una pena que no supera los ocho años de prisión”. Pero eso es porque ella y el fiscal Colazo se niegan a cambiar la calificación a “homicidio agravado”, tal como lo viene exigiendo el abogado de la familia de Bastian.
En palabras de Matías Morla, quien patrocina a Johana Montoya, la decisión judicial de liberar a García Tonzo es “un grandísimo error”, basado en calificar los hechos “de manera caprichosa y aislada de la realidad”. Para el abogado, el fiscal y la jueza desconocen “los dichos de la madre del nene muerto, la pericia balística, los videos de los disparos del policía a las espaldas de los ladrones, la autopsia que demuestran que sólo el policía disparó y los ladrones no provocaron ninguna situación de riesgo”.
Silencio kicillofista
Al día siguiente del crimen de Bastian, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, hizo declaraciones periodísticas en las que buscó desligar a García Tonzo de toda culpabilidad. “Estamos trabajando en el tema, asistimos a esta situación con profundo dolor”, dijo la mañana del jueves 11 de julio durante una entrevista por Radio con Vos.
Sin pruebas y apelando a supuestos “relatos de testigos”, Alonso afirmó que entre su subordinado y los jóvenes “se produjo un intercambio de disparos”, producto del cual “cayó desvanecido Bastian”. Agregó que, gracias a que algunos patrulleros “llegaron inmediatamente”, se pudo trasladar sin demoras al chico al hospital.
Abonando a la incertidumbre, el ministro de Axel Kicillof dijo que aún no se sabía de cuáles de las armas disparadas salieron las municiones que terminaron matando el pibe. Aunque probablemente ya supiera que las únicas balas disparadas eran de la Bersa reglamentaria del policía. A su vez buscó descargar la responsabilidad del crimen en los ladrones, al decir que los dos detenidos “tienen antecedentes similares” y en ese momento “ya venían de un raid delictivo”.
Ubicado del lado de García Tonzo, el funcionario insistió en que “al haber dado la voz de alto y al existir un intercambio de disparos, todo señala que estaba defendiendo su vida”. Pero por las dudas no quiso dar más definiciones. Ya sabía que las pericias lo terminarían desmintiendo.
En las horas posteriores al crimen, Alonso articuló un discurso afín a la campaña política, judicial y mediática que machaca diariamente sobre el “flagelo de la inseguridad” y justifica cuanta medida coercitiva y punitiva se toma desde el Estado (lo que incluye el “empoderamiento” de los asesinos y torturadores de uniforme). Pero esa disposición a hablar públicamente fue mutando a un silencio espectral a medida que se fueron conociendo las pruebas.
Hace más de diez días que ni el ministro ni ninguno de sus empleados hablan del caso. Mucho menos se
pronunció públicamente sobre la muerte del niño de diez años el gobernador Kicillof, jefe máximo de los casi cien mil efectivos de la Policía Bonaerense y quien desde 2019 viene encubriendo muchísimos crímenes de jóvenes pobres a manos de esas tropas servidoras del gran capital.
El silencio sobre el caso de Bastian también fue el recurso elegido por el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, alguien que es muy activo en redes sociales. Desde el 10 de julio el jefe comunal sólo se dedica a difundir charlas de “doctrina peronista” y actividades que su Municipio organiza para las vacaciones de invierno. Actividades a las que, quizás, la familia de Bastian pensaba concurrir antes de perderlo en la esquina de Caxaraville y Rondeau de la localidad de Wilde.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).