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Red Internacional
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ASESINATO DE RAFAEL NAHUEL. Crimen de Rafael Nahuel: increíble relato justificador del Ministerio de Seguridad

La cartera que dirige Patricia Bullrich hizo publicó un comunicado el que intenta explicar el asesinato de Rafael Nahuel con argumentos que rayan lo ficcional.

Lunes 27 de noviembre de 2017 07:55

Foto Paraná Chat

El caso Maldonado tuvo y tiene consecuencias variadas y de todos los tenores. Una de ellas fue el visible cambio en los modos y en las apariciones públicas de la ministra de Seguridad, la camaleónica Patricia Bullrich. Desde esa óptica debería leerse, por cierto, el comunicado lanzado por el Ministerio de Seguridad este domingo para intentar explicar los hechos ocurridos el sábado en Villa Mascardi, Bariloche, donde perdió la vida a balazos de Prefectura el joven mapuche Rafael Nahuel, de 22 años de edad.

Si con Maldonado estuvieron semanas lanzando mil y una versiones de lo que pudo haber pasado el mediodía del 1° de agosto en Cushamen, Chubut, esta vez desde el Ministerio creyeron mejor adelantarse y lanzar una versión propia de los hechos. Aún a costa de rozar lo bizarro e inverosímil, todo debía apuntar a salvar el pellejo de los pistoleros de la Prefectura.

El escrito enviado por el Ministerio de Seguridad a todos los medios lleva por título “Informe sobre los hechos ocurridos en Villa Mascardi”. Allí se esgrime una sucesión de alegatos incoherentes respecto a la represión que terminó con la vida de Rafael Nahuel, dejaron heridos a varios jóvenes mapuches y a dos de ellos encarcelados e incomunicados.

Vale recordar que ningún prefecto acusó siquiera haber recibido un rasguño, mientras que además del fallecido en la comunidad mapuche quedaron varios heridos con balazos en sus cuerpos.

El “Informe...” detalla una cronología de supuestos hechos sucedidos en la tarde del sábado 25 en inmediaciones de Lago Mascardi, a donde una patrulla de Prefectura se dirigió a ejecutar una verdadera cacería. En principio ubica a “un equipo de 4 efectivos de la Agrupación Albatros de la Prefectura” que estaban “cumpliendo con la orden judicial del juez federal Gustavo Villanueva”, rastrillando la zona “con el objeto de recabar información e identificar a las personas prófugas luego del desalojo realizado el día jueves sobre los terrenos tomados por el RAM”.

Aquí la primera falacia. La comunidad Lafken Winkul Mapu es una comunidad mapuche que decidió llevar adelante sus reivindicaciones utilizando determinados métodos que pueden diferir de los de otras comunidades. Pero no se reivindican del RAM. Los terrenos recuperados por la comunidad son parte de un reclamo ancestral y cuando toman posesión de ellos lo hacen desde una concepción de legitimidad reconocida internacionalmente. El argumento del Gobierno nacional es, además, desmentido por el accionar de la misma RAM, que no se caracteriza por realiza ese tipo de manifestaciones públicas.

El informe prosigue relatando que en medio de ese patrullaje los prefectos se toparon con un grupo de personas que “comenzó una agresión contra los Albatros con piedras, boleadoras y lanzas”. Y que luego de que uno de los efectivos intentara repeler el ataque “con un arma no letal con munición no letal de pintura”, “inmediatamente se escucharon gritos por parte del grupo de encapuchados, que decían ’los vamos a matar, son pocos, son cuatro’”.

Acto seguido, según la versión oficial, “los efectivos escucharon fuertes estampidos en dirección a su posición y observaron a dos o más personas portando armas de fuego que, por el sonido y el efecto de las efracciones, daban cuenta de ser de grueso calibre. Además, se dieron cuenta del calibre de las balas porque arrancaron ramas gruesas de cuajo”. Sí, así como se lee.

Los escribas de Bullrich se esmeraron en un escrito de tono belicista, donde se pone de relieve el enfrentamiento armado contra un enemigo que amenaza la democracia y el Estado de derecho: la Resistencia Ancestral Mapuche que toma tierras y aterroriza a la población con atentados e incendios por doquier. Nada dice el comunicado, sin embargo, de los sucesos ocurridos en el mismo lugar el jueves anterior, donde con un desalojo violento y hasta la detención de mujeres y niños que estaba en sus casas se dio comienzo a la represión brutal contra esa comunidad mapuche.

Si bien los prefectos dijeron ver “ramas gruesas” arrancadas “de cuajo” por las municiones lanzadas desde la trinchera mapuche, no pudieron describir más que banderas convertidas en “lanzas con cuchillos clavados en la punta”. Novelesco, aunque de suma gravedad.

El relato sigue detallando fallidos intentos de comunicación para pedir refuerzos, repliegues frente a la inferioridad numérica y la ferocidad del enemigo y la obligación de utilizar armas de fuego para reprimir la escalada violenta del oponente.

“Uno de los efectivos, al ver que la patrulla se encontraba superada en número, intentó comunicarse con la base para informar sobre la situación, comunicando que se encontraban superados en número y solicitando apoyo y autorización para hacer uso de sus armas de fuego para salir del rodeo”, cuentan los guionistas sin advertir que la secuencia incrimina directamente a los prefectos en su decisión de desenfundar las armas de fuego para atacar a los integrantes de la comunidad.

El uso de esas armas, finalmente, llegaría cuando el grupo de personas “comenzó a avanzar utilizando movimientos tácticos militares y adoptando una formación de emboscada envolvente sobre los cuatro efectivos, lo que demostraba la preparación militarizada del grupo, que sumada a las máscaras de gas, daban la impresión de un grupo preparado para un evento violento”. Así como se lee.

Como para que no quepan dudas de la inocencia uniformada, desde el Ministerio aclaran que la defensa de Prefectura ante el ataque mapuche se hizo “cubriéndose con disparos de fuego intimidatorios siempre en dirección hacia los árboles y no en dirección hacia los atacantes”. Una de dos, o los árboles y los “atacantes” estaban en la misma línea de fuego o los heridos de bala del “bando” mapuche se tiraron entre ellos. Algo no cierra.

Hay un dato llamativo. Según el relato organizado por Bullrich los prefectos supieron de la existencia de personas heridas recién cuando a las seis de la tarde “desde la ladera de la montaña y en la zona próxima al puesto de la Prefectura Naval, descendieron dos personas con una tercera que estaba herida”. Eran los jóvenes Fausto Jones Huala, Alejandro González y Rafael Nahuel. Los dos primeros terminarían detenidos e incomunicados. El tercero, de 22 años, fallecido.

Y hay otro dato que no por menos llamativo deja de ser inquietante. Entre los máximos responsables del criminal operativo en Villa Mascardi está Leandro Ruata, el jefe de la división Bariloche de Prefectura de protagónica participación en el Caso Maldonado. Se trata nada menos que del empleado de Bullrich que tuvo a su cargo los primeros siete rastrillajes con resultado negativo en la Pu Lof de Cushamen (realizados entre el 1° de agosto y el 18 de septiembre) y quien le sugirió al juez Lleral realizar un nuevo operativo. Ese rastrillaje propuesto por Ruata sería nada menos que el del 17 de octubre, en el que se halló el cuerpo de Santiago.

Si bien el discurso del Ministerio de Seguridad se centra en todas las ficcionalizaciones que arriba se detallaron, el último párrafo del comunicado de prensa brinda un aporte extra. Allí se vuelcan las definiciones “estratégicas” del ministerio de guerra. “El Ministerio de Seguridad, a través de la Prefectura Naval, bajo las órdenes operativas de la Secretaría de Seguridad de la Nación, lamenta lo sucedido”, dicen sin ninguna referencia a la existencia de un asesinado. Y aclara presuroso que, “en esta oportunidad, no se trató de un grupo de protesta o de reivindicación sino de una metodología de violencia armada, inadmisible con la democracia y el Estado de Derecho”.

Conclusión, según el cuento oficial. La Prefectura no mató a nadie, nunca disparó hacia los manifestantes sino solo a los árboles. Es decir que Rafael puede haber sido asesinado por los mismos mapuches terroristas. La Prefectura, por el contrario, fue atacada por ese foco guerrillero y sólo atinó a salvar su vida. Todo cierra. ¿Todo cierra?

Los responsables de Prensa del Ministerio de Seguridad que difundieron semejante comunicado son Carlos Cortés, Leonardo Neumann y Clara Hermansson. Tan convencidos están de que suenan convincentes que hasta publicaron sus números de teléfono para que la ciudadanía los contacte y dialogue con ellos. Aquí van: 011-15-6401-9921 (Cortés), 011-15-6225-7623 (Neumann) y 011-15-3659-0948 (Hermansson).


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc

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