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Editorial. Cringe: la vergüenza del ajuste del Frente de Todos

En las últimas entrevistas que dió, Alberto Fernández ensayó diálogos dirigidos a un público jóven. Se entrevistó en una "unidad básica virtual" con Pedro Rosemblat donde dijo que en momentos de pandemia cuidarse es un acto revolucionario y que Argentina era un país punk, haciendo una analogía desde el lema punk “no hay futuro” con la situación que atraviesa el país.

Leo Améndola

Leo Améndola TW/IG: @aladelos

Martes 1ro de junio de 2021 13:45

🖋️ EDITORIAL POLÍTICA | ¿Discurso "joven"?: el cringe del ajuste del Frente de Todos - YouTube

Cómo la idea de lo punk queda un tanto desactualizado para hablarle a los “centennials” que ni saben probablemente quienes fueron los Sex Pistols, fue más allá y se sumó a un juego para definir por “cringe” o por “flama” a distintos personajes o situaciones en el programa “de mil humores” que se transmite por canal 9.

Le pidieron que se defina con "cringe” a eso que da vergüenza y con “flama” algo bueno, copado, que se puede bancar. A Guzman alberto le metió un "muy flama", a Basualdo, Massa y cristina les tocó un flama, así como a la política de vacunación. Pato Bullrich y el PRO se llevaron un “cringe” desde ya.

En la entrevista no le hicieron definir el ajuste que está llevando su gobierno por “cringe” o por “flama”. Pero sin dudas, el ajuste es uno de los temas más presentes en la agenda del Gobierno más allá de la negación que surge de las usinas oficiales sobre el tema.

Dos datos grafican quizá las consecuencias del ajuste sistemático que viene realizando el Gobierno. El 42% de pobreza. Y el peso del desempleo, sobre el cual el observatorio social de la UCA lanzó una actualización lapidaria que ubicó en un 28,5% en el 2020. Un dato lapidario para cualquier gobierno, pero que hace mas ruido cómo reflejo de la realidad en un país gobernado por el peronismo.

Hoy, en el mensaje que llega todos los días desde la Comunidad de la Izquierda Diario comentan que una inquietud que se escucha más en el último tiempo y que surge de conversaciones que se dan en las luchas, en los barrios o lugares de trabajo.

Se trata de mucha gente que nos dice que tenía expectativas de que con este gobierno iba a recuperar el salario, mejorar las jubilaciones o conseguir trabajo, y ve que no fue así.

Durante el año pasado el “quédate en casa” fue virando de una consigna con la cual el gobierno buscó ordenar los primeros momentos de la pandemia, a una justificación de las direcciones del movimiento de masas (sindicatos, movimientos sociales, movimiento estudiantil) de que nada se podía hacer ante la compleja situación que atravesaba el pais. Tanto en el terreno sanitario, cómo en el terreno económico que continuó su dinámica hacia abajo.

El momento anterior más significativo en esta tarea desmovilizadora, lo encontramos en 2017 cuando todo el peronismo jugó como una orquesta bien afinada tocando la misma partitura, en los días posteriores a la crisis de la previsional.

Con Macri afectado por la movilización y con la oportunidad abierta para darle un golpe mayor al ajuste que en ese momento encaraba el gobierno de los CEOs, en la partitura que eligió tocar la oposición peronista sonaba el “hay 2019”.

La tarea de “desarme” y “pasivación” de un sujeto que pelee y si es posible se organice contra el ajuste (sean los trabajadores, las mujeres, los jóvenes) vuelve como un boomerang justificador para resignados de todo tipo que enuncian a cada paso que “la situación no da”.

Que no se puede avanzar sobre vicentin, que no se puede tocar los intereses de los que ganan millones con la soja, o el ejemplo que ayer tratamos en este programa de la hidrovía que genera debate dentro del gobierno. O que no se puede unificar el sistema de salud, que no se podía envasar vacunas en Argentina.

La única verdad es la realidad es la conocida frase de Perón. Y para el Gobierno la única verdad posible parece ser la de la administración de un ajuste sistemático. El “no hay alternativa” del peronismo pandémico. El Cringe del ajuste del frente de todos.

En la entrevista que hicimos la semana pasada con Fredy Lizarrague, charlabamos entre otras cosas sobre las diferencias de Argentina, respecto a otros procesos que vemos en Latinoamérica donde ahí la experiencia se están dando ante gobiernos de la derecha mientras en Argentina se empieza a transitar, lentamente, una experiencia con un gobierno que asumió con una expectativa grande que depositaron en el como alternativa a la situación que había dejado 4 años de macrismo.

Siguiendo esa línea de razonamiento, luego de los 4 fatídicos años macristas, vinieron el año 2020 y lo que va del 2021. ¿Cuánto cambió, en el día a día de esos millones que votaron con expectativas a Fernández? ¿A cuantos el cambio de gobierno les significó una mejora en sus condiciones de vida y para cuantos la percepción es la de una continuidad o profundización de una situación de fragilidad social y económica?

Si nos ponemos sintéticos, el Frente de Todos es decir (el gobierno, su militancia, un sector de sus votantes y los sectores se ve que se ve influenciado por su política) basa su discurso en dos ejes para explicar porque gobierna cómo gobierna.

Estos dos grandes ejes son: El peso de la herencia que dejó el macrismo y el impacto de la pandemia.

Esto de por sí explica ya una debilidad, ya que surge de la necesidad del Gobierno explicar porque no se está haciendo lo se prometió que se iba a hacer en campaña electoral.

La primera pregunta sobre estos dos “leit motivs” del discurso del gobierno, es hasta donde alcanzan las explicaciones racionales o políticas (herencia y pandemia) cuando la realidad del dia a dia es dificil de sobrellevar.

Cuando implica el ajuste en los gastos de tu familia, la elección entre el alquiler o la comida, cuando además la pandemia pega cerca y se traduce en fallecimientos de compañeros de trabajo porque a las patronales hacen lo que quieren con los protocolos o porque sencillamente se contagian en el camino al trabajo, cuando hay que salir a luchar por sostener el trabajo, o cuando se cortan las ayudas parciales que en un primer momento había dado el gobierno.

Hay una pregunta hacia adelante qué es ¿Cómo se darán las cosas en el momento en que “las palabras no alcancen”? Es decir cómo se van a dar las cosas cuando la repetición del argumento de que todo es culpa de la herencia o de la pandemia, ya no surta el mismo efecto.

Aunque todavía fragmentada y molecularmente, podemos encontrar algunas respuestas que vienen desde abajo cuando esa explicación deja de convencer.

La lucha de los autoconvocados de neuquén, las experiencias de sectores en lucha cómo los que se van a reunir el 5 de junio para unir la pelea de sectores que se autoconvocan ante la pasividad, la ausencia o la traición abierta de las direcciones de sus sindicatos donde se agrupa la comisión interna de GPS, docentes precarizados del pueyrredon, tercerizados de EMA y MCM o de la clínica san andrés, entre otros; o los nuevos espacios de coordinación y organización de peleas que integran a trabajadores de distintos sectores con jóvenes, con docentes, con vecinos/as del barrio cómo en la asamblea permanente de Lugano en la que con la presencia de norita cortiñas se organizaron docentes estudiantes jóvenes y trabajadores del barrio para pelear por salud educación vivienda y trabajo, o las experiencia de la asamblea de Guernica; además de la participación en múltiples procesos de lucha en los que desde la izquierda nos jugamos con todo a que ganen sus reivindicaciones y que reflejamos diariamente en LID.

Se trata de salir de la lógica del “no hay alternativa” del gobierno, donde no queda otra que agachar la cabeza ante el ajuste.

Hay que romper esa suerte de círculo vicioso de victimización del gobierno, que justifica todas las medidas que toma o no toma el gobierno, por más antiobrera y antipopular que sea y que a cada paso opone el “monstruo” del macrismo, para volver a argumentar en esa debilidad la falta de decisión política y la renuncia a cualquier combate serio a sectores que es evidente que no van a dejarse convencer con los encantos de una charla de café, o la fuerza argumental de una filmina.

Y para eso además de ser parte de cada una de esas experiencias de lucha y organización de los trabajadores, además de aportar para que se desarrollen también las tendencias a la coordinación, hay un desafío mayor que es transformar cada una de esas experiencias en un punto de apoyo para algo superior y muy necesario: fortalecer una alternativa, una fuerza política de los trabajadores y la izquierda que no se conforme con buscar las explicaciones y los justificativos, que no le deje pasar una al Gobierno, que encare de frente el debate de cómo se enfrenta un ajuste como el que se está viviendo con cientos de miles en todo el país.

Se trata al fin de fortalecer una fuerza política y social de los trabajadores y la izquierda para pelear por un mundo donde nuestras vidas, de una vez por todas, valgan más que sus ganancias.


Leo Améndola

Trabaja en el MTEySS y es delegado de ATE-Trabajo. Miembro de Izquierda Diario y militante del PTS

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