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El Círculo Rojo. Crisis económica por el COVID-10 y rescates a los ricos: ¡qué buen negocio!

¿De esta crisis salimos todos juntos? Los oportunistas y la oportunidad. Columna de economía de El Círculo Rojo, un programa de La Izquierda Diario que se emite los domingos por Radio Con Vos, 89.9.

Pablo Anino

Pablo Anino @PabloAnino

Lunes 30 de marzo de 2020 12:23

Nos dicen que de esta crisis salimos entre todos. Pero no es verdad. Los rescates estatales en el mundo siguen un criterio inquebrantable: la proporción de recursos que se destina a poner plata en el bolsillo de los trabajadores es muy inferior a la que se canaliza a las cuentas bancarias empresarias.

Vamos a concentrarnos en lo que sucede en Estados Unidos, donde esto ocurre de manera desmesurada. Muchas empresas están endeudadas porque timbearon en Wall Street como ludópatas. El valor de las acciones crecía y se formó una fenomenal burbuja bursátil que explotó el último mes. Fue el contribuyente, el trabajador estadounidense, el que financió la ludopatía empresaria.

A la vanguardia de este fenómeno están Google, Apple, Amazon, Facebook, los bancos, la industria, empresas de energía y muchas otras.

En Ideas de Izquierda se publicó un artículo de Rob Urie. Se titula “Rescates para los ricos, virus para el resto de nosotros”.

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Dice que demócratas y republicanos han conseguido “de la nada” movilizar cinco billones de dólares (equivale a un cuarto de lo que produce Estados Unidos en un año) para rescatar a los especuladores financieros y a las grandes corporaciones cuando por décadas fue imposible conseguir esa plata para el sistema de salud.

¿Dónde están los rescates para la gente?, se pregunta Urie. Y continúa preguntándose ¿Por qué el objetivo principal de los rescates no es brindar atención médica a todas las personas?

La receta se repite. Con la crisis de 2009, bajo el gobierno de Barack Obama, los rescates a los bancos y las grandes corporaciones fueron gigantescos. En simultáneo, 9 millones de endeudados fueron echados a patadas a la calle porque no podían pagar la hipoteca de su casa.

Suponiendo por un instante que uno aceptará los irracionales rescates a los ricos como una necesidad ineludible ¿Por qué no se les impone la prohibición de los despidos? Bueno, no es lo que está ocurriendo. Días atrás se conoció que los pedidos de seguro de desempleo en Estados Unidos alcanzaron un récord histórico.

Eso pasa en la principal potencia capitalista del mundo, en el país más rico. Parafraseando una frase encontrada en un libro: hay tantos parásitos, tantos virus, y a ninguno lo bautizaron capitalismo.

En el mundo no sólo está produciendo la socialización de las pérdidas empresarias. También se comienza a extender la nacionalización del sistema de salud para todo el tiempo que dure la crisis. Es lo que ocurrió en el Estado Español o en Irlanda.

La crisis está mostrando que al menos la atención de la salud se realiza mucho mejor en el ámbito público. Mucho mejor que cuando media un proceso de compra venta, cuando impera el dogma que indica que la ganancia, la racionalidad del mercado, son los organizadores más eficientes de la sociedad.

También está a la vista de todos que el trabajo es el único que produce valor: los resortes esenciales de la organización de la vida no funcionan sin los trabajadores y trabajadoras de la salud, de la alimentación, del transporte, de logística. Está quedando en evidencia el carácter social de la producción, a escala global.

¿Habrá que aceptar que las nacionalizaciones de la salud o de empresas como Air France, que pronto puede ser rescatada para evitar su quiebra, sean solo episodios circunstanciales, medidas extraordinarias para salvar a los capitalistas del desastre que provocaron para que de acá a un tiempo, cuando pase lo peor, vuelva esa normalidad insoportable donde los que producen todo no tienen nada y cotidianamente se impone la dictadura del capital?

¿O será la crisis la oportunidad para plantear otra alternativa, la de nacionalizar la banca y los servicios esenciales como el agua, la luz, el gas, y que toda la salud y la educación sean públicas? ¿Será la oportunidad de reorganizar y planificar todo el aparato productivo de manera democrática en función de atender necesidades sociales? Esta sí es una perspectiva estratégica por la que vale la pena luchar.

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Pablo Anino

Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.

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