Los problemas de gestión educativa y financiera que vive el sistema escolar es una situación que hemos evidenciado los trabajadores de la educación desde hace años. La última gran movilización que desarrollaron los profesores y profesoras fue solo meses antes del Estallido Social del año 2019. Dato no menor si pensamos a la Educación como una de las instituciones en crisis producto de la implementación de políticas neoliberales desde la dictadura y profundizadas durante los distintos gobiernos de la Concertación, Chile Vamos y la Nueva Mayoría.
Sábado 19 de noviembre de 2022
En el sistema educativo, como en muchas otras instituciones, repercutió la crisis política, social y económica que vive Chile desde el año 2019, la pandemia por Covid, y las medidas restrictivas que implementó el gobierno de Piñera, lo que trajo como resultado los efectos que hoy nos preocupan. Según el Centro de Estudios del Ministerio de Educación son 50.000 estudiantes fuera del sistema y 1.239.330 con inasistencia grave, cifras que impactan aún más con los sucesivos problema de violencia escolar y disrupción que viven la mayoría de comunidades educativas del país.
La evidencia del problema no debiera suscitar mayor polémica, pero sus causas y posibles soluciones deben concentrar toda nuestra atención, pues están en juego las vidas y el futuro de millones de niños y jóvenes que, lamentablemente, son de los sectores más empobrecidos y vulnerables de nuestra sociedad.
Los cuatro pilares de la crisis
Los problemas de gestión educativa y financiera que vive el sistema escolar es una situación que hemos evidenciado los trabajadores de la educación desde hace años. La última gran movilización que desarrollaron los profesores y profesoras fue solo meses antes del Estallido Social del año 2019. Dato no menor si pensamos a la Educación como una de las instituciones en crisis producto de la implementación de políticas neoliberales desde la dictadura y profundizadas durante los distintos gobiernos de la Concertación, Chile Vamos y la Nueva Mayoría:
Luego del año 2014, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet y como respuesta a las movilizaciones estudiantiles y de profesores, se aprueba la ley que crea los Servicios Locales de Educación Pública, organismos que tienen la misión de administrar los establecimientos públicos luego del traspaso desde los municipios. Y bueno, nada nuevo bajo el sol. Los problemas económicos y desfalcos continúan. En el Servicio Local de Barrancas, que agrupa las comunas de Lo Prado, Pudahuel y Cerro Navia, existe una “pérdida” de 5.000 millones, dejando a 77 colegios, liceos y jardines sin recursos. Otro efecto de este tipo de administración es el cuoteo político entre los partidos del régimen, en este caso, como el director del SLEP fue proclamado por el gobierno de Piñera, él sigue esa misma línea y se evidencia en los concursos públicos del año 2021, donde fueron electos directivos con la misión de ajustar económicamente los establecimientos, reduciendo personal y estandarizando la forma de enseñanza, socavando las comunidades educativas y dejando a la deriva a decenas profesores.
En este caso, los factores económicos y socioculturales son esenciales para entender este fenómeno. Es común para cualquier docente saber de estudiantes que trabajan medio tiempo, sin contrato y con horarios incompatibles a la jornada escolar, conocer estudiantes con padres cesantes que no tienen cómo alimentarse ni pagar el arriendo, o estudiantes migrantes que no puede atenderse en el Sistema Público de Salud por no tener un rut, menores que cruzaron la frontera a pie, exponiéndose a morir por un futuro mejor ¿Cómo tener cabeza para estudiar?
El modelo económico y la cultura de masas funcionan como un catalizador de la violencia. Si la salud mental es un problema, se ve profundizada con las condiciones socioeconómicas y la apología ala violencia que imponen los medios, como el culto al narcotraficante, el dinero fácil y la invalidación del discurso académico ante la subjetividad de la opinión individual. Mil veces hemos escuchado ¿De qué me servirá esto? ¡Enseñan muchas cosas inútiles! Una educación funcional a un sistema económico que utiliza la represión para mantener el control, qué otro resultado puede obtener.
Medidas enfocadas en los síntomas
Ante la crisis todos se transforman en superhéroes y en estas últimas semanas ha salido todo espectro político a dar recetas. La derecha busca reponer la implementación de la ley Aula Segura con el argumento extrapolado de la “violencia política” proyectando las legítimas y focalizadas manifestaciones estudiantes que se dan en los liceos de Santiago Centro a un problema que es sistémico. Un ejemplo de medidas de este tipo, es la determinación que se dio en la comuna de Antofagasta producto del ingreso de un arma de fuego a la escuela Patricio Cariola, donde se obliga a los establecimientos educacionales a registrar con detectores de metales a sus estudiantes.
En cambio, los dichos del Colegio de Profesores y de algunas agrupaciones de docentes que han surgido en los últimos años, ponen el foco de una batería de demandas como la reducción de la Jornada Escolar Completa (JEC), la no modificación de la planta docente 2023 y mayores recursos para la implementación de medidas y programas que ayuden a subsanar la actual crisis. Cuestiones totalmente alejadas de un nuevo sistema de educación pública, que sería una verdadera solución. Incluso, hay sectores de profesores que proponen la implementación de rutinas para acabar con los problemas disciplinarios, manteniendo la visión instructiva y no revolucionaria de la educación.
Hace algunos días, el medio digital El Mostrador titulaba su columna “deserción, ausentismo y violencia, la trilogía que pone en jaque a las autoridades” donde muestra el programa “Seamos comunidad” que presenta el Ministerio de Educación con el fin de dar cierre al problema de la violencia, inasistencia y la deserción. Dicho programa posee tres aristas: la primera, un programa de monitoreo y reportabilidad que controle la trayectoria educativa de los estudiantes; en segundo lugar, la contratación de gestores territoriales y la conformación de un Consejo Consultivo con organizaciones afines; y, por último, una inyección presupuestaria a la modalidad de Educación para Personas Jóvenes y Adultas (EPJA). También centrada en acabar los síntomas de la enfermedad.
Una propuesta diferente
Desde la agrupación de trabajadores de la Educación "Nuestra Clase" proponemos un camino diferente. Creemos que es indisociable la lucha contra la actual crisis económica y los problemas que sufre la Educación Pública. Para garantizar la protección de nuestros niños y adolescentes debemos discutir las siguientes medidas: