Las impotentes súplicas del primer ministro Michel Barnier para que los diputados "asuman su responsabilidad" no alcanzaron. Este último miércoles, la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados) aprobó la moción de censura contra el Gobierno por una mayoría de 331 votos. Privado de la posibilidad de disolver el Parlamento hasta el próximo verano, mecanismo previsto para hacer frente a este tipo de situaciones, el régimen se enfrenta a la amenaza de un periodo de gran inestabilidad.
Miércoles 4 de diciembre de 2024 23:56
Tras la moción de censura, las clases dominantes buscan una salida política para intentar estabilizar el régimen. Frente al riesgo de un salto bonapartista, es necesario construir una respuesta de los trabajadores y de la juventud, que luche para echar a Macron, acabar con la V República y lograr nuestras reivindicaciones sociales urgentes.
Crisis política: el «bloque central» y el Partido Socialista en conflicto
En los últimos días, las negociaciones para encontrar un nuevo gobierno están en pleno apogeo. Extremadamente frágil pero colocado en el centro del tablero por las instituciones, Emmanuel Macron quiere responder rápidamente a la crisis para evitar que se multipliquen los llamados a su dimisión. Entre las propuestas del primer ministro se mencionan: Sébastien Lecornu (actual ministro de las Fuerzas Armadas, integra el partido de Macron. N.deT.); François Bayrou (ex ministro de Educación en los 90´s, de centro derecha. Apoyó a Macron en las últimas elecciones. N.deT.); Jean Castex (ex primer ministro de Macron -hasta 2022-. N.deT.); François Baroin (ex ministro de Economía hasta 2012, visto como quien podía llevar adelante planes de ajuste para la población. N.deT.) o Bernard Cazeneuve (ex primer ministro durante el gobierno de Hollande. Abandonó el Partido Socialista en 2022, cuando éste realizó una alianza electoral con la centroizquierdista Francia Insumisa. N.deT.)
Esta voluntad de responder rápido nombrando a una figura ligada al macronismo, choca sin embargo con la profundidad de la crisis política. Por el momento, las hipótesis de alianzas políticas que permitan evitar una nueva moción de censura oscilan entre un agrupamiento de macronistas, Los Republicanos (LR) -partido de derecha- y Agrupación Nacional (RN) -partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen-, sobre el modelo del gobierno de Barnier; la construcción de una "gran coalición" del Partido Socialista (PS), hasta Los Republicanos y Los Verdes (EELV), en torno a una plataforma de gobierno mínima que garantice la no-censura, y un gobierno técnico.
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Sin embargo, después de que la Agrupación Nacional haya dado un giro táctico al oponerse frontalmente al gobierno, obtener su apoyo será extremadamente difícil. Marine Le Pen ya ha advertido al futuro nuevo gobierno que las líneas rojas del RN en cuanto al nuevo presupuesto deberán ser "tenidas en cuenta en su totalidad". Paralelamente, a pesar de las indirectas de Gabriel Attal (ex primer ministro de Macron de enero a septiembre de este año), una alianza incluso mínima entre el PS, los macronistas y LR parece igualmente difícil de considerar, mientras que, por otro lado, Laurent Wauquiez (que dirigió el partido Los Republicanos -cada vez más a la derecha, desde 2017 hasta el 2019. N.deT.) ya ha precisado que el "acuerdo de base común, solo valía para Michel Barnier" y que el PS reclama un primer ministro "que comparta los valores de la izquierda". Finalmente, la idea de un gobierno técnico plantea los mismos problemas que las otras dos opciones.
Ante la amenaza de un salto bonapartista
Todos estos elementos apuntan hacia un período de inestabilidad importante para la burguesía, con el temor a censuras reiteradas que conducirían a un desgaste acelerado de las instituciones. En este contexto, algunos editorialistas de la burguesía ya hacen referencia a la perspectiva de una crisis de régimen para la que se buscarían respuestas "no convencionales", a imagen de "la fundación de una nueva República, en 1958, que puso fin a la inestabilidad crónica de la IV en un contexto de clima insurreccional". No mencionan que esta nueva república fue el producto de un golpe militar pro-gaullista. Otros aluden a la hipótesis de una activación del artículo 16, que conferiría "poderes excepcionales" a Macron.
En vista de que, sin otra solución política, en cualquier caso el poder se concentrará en un primer momento en manos del presidente, destituir a Macron es un objetivo fundamental. Sin embargo, esto no es suficiente. Si La Francia Insumisa (LFI) pide estos últimos días la renuncia de Macron, es con la perspectiva de nuevas elecciones presidenciales, es decir, de mantenerse en el marco ultra-bonapartista de la V República. Al mismo tiempo, LFI no propone ninguna estrategia para imponer esta dimisión, a pesar de que Macron ha dejado claro que se aferrará al poder.
Por su parte, ante la agudización de la crisis, las direcciones sindicales han decidido mantenerse con los ojos y los oídos tapados mientras esperan que todo pase. Cuando fue interrogada ayer sobre la moción de censura, Marilyse Léon de la CFDT explicó: "no me incumbe, soy sindicalista" (¡sic!). La dirección de la CGT aún no se ha pronunciado. Su postura parece ser la continuación de una jugada que esta implícita desde las elecciones legislativas: aprovechar la crisis política para obligar al régimen a reanudar el "diálogo social", limitándose a reivindicaciones económicas defensivas y mínimas. A la luz del presupuesto de austeridad, de la ola de despidos y de los ataques contra el sector público, esta postura ya ha demostrado ser un callejón sin salida.
La urgencia de una respuesta obrera a la crisis
En lugar de dejar la gestión de la crisis en manos de las clases dominantes, que sabrán ponerle una solución que responda a sus intereses, lo urgente debería ser construir una respuesta desde abajo. La clase obrera, las clases populares y la juventud, que se manifestaron por millones contra la reforma de las pensiones en 2023, tienen la fuerza para dar una respuesta a la crisis política, organizadas alrededor de un programa contra las reformas de austeridad y los despidos, pero también contra las instituciones podridas de la V República.
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Se prevé que la movilización del 5 de diciembre será seguida por diferentes sectores, y hay huelgas teniendo lugar localmente en la función pública o contra los despidos: hay que exigir a las direcciones sindicales que no continúen con su programa ineficaz, que no constituye una respuesta acorde con el empeoramiento de la situación, tanto en Francia como a nivel internacional. Esta cuestión se muestra aún más central en vista de que Agrupación Nacional -de Le Pen- busca capitalizar la crisis política, y tiene intención de ampliar sus bases en un contexto de oleadas de despidos.
Para no dejar la crisis política en manos del régimen, de la extrema derecha o de hipotéticas elecciones, se necesita un gran movimiento de conjunto construido desde abajo, una huelga general política, que luche por la dimisión de Macron, el fin de las instituciones podridas de la V República y un programa obrero para hacer frente a la crisis.
Como revolucionarios, estamos dispuestos a poner todas nuestras fuerzas en una lucha como esta, junto con la izquierda política y sindical, con LFI y CGT a la cabeza. Pero hay que pelear con los métodos de la clase trabajadora y organizarnos en torno a reivindicaciones serias. Limitarse a esperar una salida por arriba, exigiendo la dimisión de Macron y tratando de reemplazarlo por un nuevo monarca republicano, es un callejón sin salida. Aquellos y aquellas que quieran defender la democracia deben contar con un programa consecuente en este contexto: el fin de la Presidencia de la República y del Senado, para establecer en su lugar una Asamblea única donde se voten las leyes y que gobierne, cuyos diputados sean elegidos cada 2 años, reciban un salario medio y sean revocables en cualquier momento.
Frente a la inestabilidad económica y política y el regreso de la guerra en Europa, las clases dominantes se orientan hacia soluciones cada vez más radicales a la crisis, como lo demuestra el fortalecimiento de la extrema derecha o el intento de golpe bonapartista en Corea del Sur. Los trabajadores y la juventud no pueden seguir dejándose llevar por las ilusiones electorales, como la salida de fondo. Se necesita un programa obrero que asuma la responsabilidad de acabar con la V República, prohibir los despidos, aumentar el conjunto de salarios y expropiar sectores enteros de la economía para ponerlos bajo el control de los trabajadores. De lo contrario, la crisis actual se resolverá una vez más a costa de la clase trabajadora y de la juventud.
*Traducción: Dena Rueda