Tras varios días de enfrentamiento entre la Liga y el M5S por la crisis gubernamental abierta por Salvini con una solicitud de voto de censura a su propio gobierno, el Primer Ministro Conte anunció este martes su dimisión en un discurso en el Senado.
Martes 20 de agosto de 2019 23:34
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, junto al vicepresidente del Ejecutivo italiano, Matteo Salvini. EFE/ Ettore Ferrari
Este martes, a partir de las 15.00 horas, el Primer Ministro italiano Giuseppe Conte, pronunció un discurso en el que anunció su dimisión, después de que el pasado 8 de agosto la Liga hubiera presentado una moción de censura contra él y contra el mismo gobierno del que, aún por breve tiempo, forma parte.
La fuerte tensión política que ha generado esta crisis se ha expresado con una serie de hipótesis políticas para conjurar el riesgo de la imposibilidad de respetar los límites formales para la presentación de la ley financiera de acuerdo con las leyes de la Unión Europea. En particular, la hipótesis más ventilada fue la de un gobierno breve del PD-M5S. Una variante asociada sin embargo a las contradicciones de un PD en el que Renzi ya no es el líder absoluto del partido y que en los últimos días ha acariciado la idea de una escisión al "estilo Macron" para impulsar con renovado entusiasmo una polarización liberal en el centro del espectro político institucional, fortalecido por la necesidad, incluso por parte de Forza Italia, de distanciarse del perfil de la Liga Salviniana con una nueva etiqueta liberal -como si el PD en los últimos años no fuera ya un partido liberal burgués, muy compatible con los discursos nacionalistas y represivos que la Liga impulsa con mayor facilidad-.
El anuncio de la dimisión de Conte y la confirmación de los partidos parlamentarios de derecha y de la secretaría del PD de Zingaretti de que quieren ir a las urnas, hace que un escenario de "transición" que se aleje de las elecciones, que técnicamente todavía podrían convocarse para finales de octubre -añadiéndolas a algunas elecciones locales, como las elecciones regionales en Umbría-, sea más difícil.
Conte, Salvini, Renzi ... los discursos en el Senado
Conte habló este martes en el Senado, a partir de la posición adoptada durante la crisis gubernamental del defensor del pueblo, los ciudadanos y el defensor de la buena fe del proyecto gubernamental y del M5S, arremetiendo contra la irrespetuosa Liga: “Considero que la decisión de la Liga es seria [...] Esta crisis interrumpe el trabajo del Gobierno [...] Esta decisión viola el compromiso solemne que el líder de la Liga había firmado y pone al gobierno en la difícil situación de tener que resolver una crisis y al mismo tiempo garantizar la formulación a tiempo de la política económica: Esta crisis interviene en un momento delicado [...] Italia ahora corre el riesgo de enfrentar negociaciones con una posición de debilidad".
Este discurso es parte de la inusual estela de las intervenciones e iniciativas de Conte en las últimas dos semanas, después de más de un año de presencia absolutamente secundaria en la economía del gobierno verde-amarillo, que en su mayoría había evitado explotar su posición para favorecer al M5S en la alianza gubernamental y en la lucha por el consenso mediático-electoral.
La cólera de Conte, que de hecho se extendió a nivel personal contra Salvini, parece como incómoda y de mala fe, frente a la oposición casi ausente en el período anterior sobre cualquier política de la Liga, que ciertamente no ha ocultado querer aprovechar al máximo el extraño gobierno verde-amarillo para dar un salto cualitativo en su proyecto político nacional y nacionalista, mucho más inserto en los ganglios de las instituciones y la burocracia estatal (y no sólo en las administraciones del norte), capaz de mantener un gran bloque "popular" con un fuerte consenso incluso en sectores de la clase obrera, así como entre sus votantes tradicionales pequeños y medianos propietarios, pero también en nuevos sectores de la burguesía italiana.
Salvini "demostró que perseguía intereses personales y partidistas", dijo Conte, señalando lo obvio que ya estaba claro para todos desde el comienzo de este gobierno, cuando Salvini había aprovechado el problemático resultado de las elecciones para catapultarse al centro de la escena política desde el 17% de los votos recogidos, un resultado en sí mismo escaso para desempeñar ese papel y desarrollar sus ambiciones bonapartistas.
Esta intervención salvinicéntrica, sin embargo, ha dejado de lado varias y fáciles críticas de muchos oradores durante la sesión: Conte ha dado otra confirmación de una política "oficial" que no sabe qué decir con respecto a la sociedad real.
Confirmando su voluntad de dimitir lo antes posible ante el presidente Mattarella, Conte concluyó cayendo en el consenso nacionalista más sombrío de la opereta: "¡Viva nuestro país, viva Italia!
Salvini, que acababa de regresar de días difíciles en los que el escenario de una votación corta parecía cada vez más comprometido, jugó mucho a la defensiva, dando algunos golpes a Conde y sus críticos en las últimas semanas, sin tomar una actitud de ruptura con el M5S, sino más bien ofreciendo votar rápidamente sobre la propuesta del M5S de recortar parlamentarios si fuera necesario para confirmar su estrategia electoral.
La parte afirmativa de su discurso combinó la retórica de un "pueblo italiano libre, orgulloso y soberano" que tiene el derecho de "mandar en su propia casa" e ir a la votación después de la crisis del gobierno (cuando en realidad el parlamento italiano tiene derecho a formar un nuevo gobierno más allá de las coaliciones presentes en la votación: después de todo, el mismo caso del gobierno verde-amarillo), con mensajes de piedad y bondad cristiana, combinados con la exhibición de una cruz alrededor del cuello, en un clima -al menos para el historia del parlamento italiano- de una exhibición inusual de sus creencias católicas, al grito de "pediré hasta que ponga sobre la mesa la protección del Inmaculado Corazón de María", compartido por muchas intervenciones de varios grupos parlamentarios. Una intervención que, a raíz de la solicitud de los "plenos poderes" de los últimos días, espera un mandato "celestial" del pueblo italiano para "desbloquear" el país y defender la soberanía de la nación, apoyado en esto por el senador Bagnai (antiguo economista "keynesiano de izquierda" y ahora hombre de confianza de Salvini), quien reiteró la necesidad de no parecer tontos en Europa mientras Francia y Alemania se preparan para violar las normas presupuestarias que ellos mismos aprobaron e impusieron en la UE .
Matteo Renzi, que sin duda podía permitirse ataques frontales contra el gobierno y Salvini, de alguna manera volvió a la sala con los pies en el suelo, desde el punto de vista de la clase dominante que no puede tolerar tanto el teatro improductivo y las incertidumbres del parlamento: la economía y la industria están estancadas y muchos signos sugieren una nueva crisis grave después de la evaporación de la "ripresina" [pequeña recuperación económica, NdT], la locomotora alemana europea también va a la inversa, se corre el riesgo de problemas financieros y el aumento del IVA si las finanzas no están bien escritas y no son responsables a los ojos del capital financiero y de la Comisión Europea.
Realmente nauseabunda y megalómana fue la referencia de Renzi al Evangelio según Mateo: "Tenía frío y me acogisteis, tenía hambre y me disteis de comer" y la necesidad de rechazar el clima de odio racista refrescado por la Liga, repensando las políticas sobre ciudadanía e inmigración: que el padrino político del ex ministro Minniti, responsable de los nuevos campos de concentración en Libia que han permitido que Salvini se jacte de los desembarcos en Italia, no solo es grotesco sino criminal, digno del político imperialista más descarado e hipócrita.
La segunda parte de la crisis
Una vez que Conte haya formalizado su renuncia a la presidencia de la República, la iniciativa estará en manos de Mattarella, que tendrá que considerar cuánto presionar para la formación de otro gobierno de mayoría parlamentaria: es ahora cuando el peso de las indicaciones de las distintas facciones de la burguesía italiana, europea e internacional, pesará más en la crisis gubernamental y en la decisión de Mattarella sobre la posible disolución en un futuro próximo de las Cámaras para ir a las elecciones de finales de octubre.
Un escenario que, si se confirma, supondrá un asalto de la dirigencia del PD (a la cabeza de un posible "Frente Democrático" más amplio) y la probable centro-derecha reconstituida -pero con la hegemonía de la Liga- sobre la enorme reserva de votos que el M5S había obtenido hace sólo un año y medio. Aplastar el M5S, reducirlo a un tamaño insignificante, posiblemente presenciando su división significativa, significaría una simplificación del escenario político entre los partidos italianos "oficiales" y un posible retorno, al menos formalmente, a la polarización centro-derecha centro-izquierda, donde, sin embargo, el centro de gravedad general del país estaría mucho más a la derecha que en los tiempos de Prodi y Berlusconi, mientras que el elemento de "izquierda" se confiaría en su mayor parte a los antiguos burócratas sindicales, a los políticos de carrera PCI-DS-PD y a otros elementos democráticos de la izquierda, eliminando cualquier representación, por muy distorsionada que esté en las posiciones políticas, de la clase obrera y del movimiento obrero.
A la izquierda, el alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris, se lanzó inmediatamente a postularse para la "dirección del país", una expresión, a decir verdad, no muy feliz ni particularmente democrática, así como muy alejada de la realidad del mando de los grandes patrones, del capital financiero que ya ha demostrado explícitamente en 2011, con la formidable presión de los mercados para que el gobierno de Berlusconi dimitiese, para poder intervenir clamorosamente y con éxito, si lo considera, respecto del normal desenvolvimiento del juego electoral y parlamentario.
La estrategia de De Magistris, sin embargo, aunque con tonos radicales, "populares" e incluso "revolucionarios" en sus salidas más informales, es una estrategia de representación de un “pueblo de izquierda” interclasista donde los trabajadores, en su mayoría atomizados, están en la cola de la burguesía progresista y de los intelectuales "radicales" (siempre dispuestos a votar por todo lo que "el mercado" y la burocracia de la UE piden), sin constituir una entidad política independiente, con su propia política y su propio programa, para liderar la oposición social detrás de sus propias banderas y no las de otros.
Queda, por tanto, un escenario de debilidad por parte de la izquierda obrera y popular, sin proyectos ya establecidos que polaricen el debate político para romper con la mentalidad de reconstrucción de la vieja izquierda en bancarrota, y que indiquen claramente la urgente necesidad de construir activamente, sin liquidar la cuestión en perspectivas lejanas en el tiempo, una organización política de lucha que agrupe a la vanguardia de la clase obrera, así como a los sectores en lucha -mujeres, jóvenes, inmigrantes- en torno a un programa no sólo de rechazo a las contrarreformas y al avance de la derecha, sino de ruptura del sistema social que permite estos fenómenos políticos, el capitalismo.
Sin esta perspectiva, ciertamente continuará habiendo oposición social (aunque sin forma), luchas de todo tipo, resistencia al resistible avance de Salvini, pero no habrá un proceso fundamental de construcción de una dirección política válida que sea verdaderamente leal a la causa de los explotados y oprimidos, una dirección política capaz de resistir las dificultades de un período de fuerte consenso reaccionario como éste, de resistir los enfrentamientos más duros de hoy y, sobre todo, de la lucha de clases de mañana, para llevarla a su fin, sin bloquearla a cambio de alguna reforma o de algún lugar en las instituciones.
Traducción: Diego Lotito
* Publicado originalmente en La Voce Delle Lotte