La vuelta a escena de la expresidenta. La fuerza del kirchnerismo en el comienzo de las contradicciones de Macri. El círculo vicioso de colaboradores y encubridores del planeta peronista.

Fernando Rosso @RossoFer
Miércoles 13 de abril de 2016
La movilización que se espera hoy en las puertas de los tribunales de Comodoro Py, donde debe declarar la expresidenta Cristina Fernández, promete ser muy importante y multitudinaria.
La comparación de este 13 de abril kirchnerista con el 17 de octubre fundacional del peronismo histórico es una exageración rayana con lo grotesco. Invita a volver a abusar de la trillada figura de la tragedia y la farsa que Marx (parafraseando a Hegel) plasmara tan ilustrativamente en El 18 brumario de Luis Bonaparte.
Ni la magnitud del proceso político desarrollado a lo largo de los años kirchneristas, ni los protagonistas sociales, ni la situación internacional, ni la estatura de los respectivos líderes tienen puntos de comparación con la experiencia del ‘nacionalismo burgués’ original que dividió en dos la historia política del siglo xx argentino.
Sin embargo, la concentración no puede subestimarse y sus motores obligan a una dilucidación política.
La coyuntura por la que atraviesa el gobierno de Mauricio Macri, con un contundente ajuste que implicó -entre muchas otras cosas-, un duro ataque al bolsillo popular y la condena a la pobreza a un millón cuatrocientos mil personas en tan sólo cuatro meses, está entre una de las causas que empujan al rechazo. Algunos estudios de opinión informan que la imagen del presidente cayó cerca de diez puntos en este corto periodo de tiempo.
La relación de fuerzas que quedó plasmada en el balotaje, donde la mitad de los electores votaron contra Macri y una parte de sus votantes lo apoyaron como ‘mal menor’, (en las PASO había obtenido solo el 24 %) es otra de las postales que emergerá en la jornada de hoy.
El dudoso e inédito ‘logro’ de Cristina Fernández de haber llegado al final de su mandato sin que la economía estallara en una crisis catastrófica, como sucedió en la mayoría de los fines de ciclo de la historia reciente, también le permitió una retirada en cierto orden y una ‘sobrevida’ política, para preservarse como figura representativa de los años de gobiernos de ‘contención’.
No importa que para lograr este objetivo haya pateado hacia adelante la resolución de las contradicciones y gruesos desequilibrios que el ‘modelo’ venía acumulando, para que la parte más fuerte del ‘trabajo sucio’ que ya había comenzado (con sintonía fina, devaluación, ajustes y la apertura al nuevo endeudamiento) lo realice su sucesor; fuera éste Daniel Scioli o Mauricio Macri.
Finalmente, el salto en el posicionamiento electoral que dio Macri el año pasado, luego de que María Eugenia Vidal ganara la gobernación de la provincia de Buenos Aires (con la inestimable ayuda de los ‘errores’ del kirchnerismo y luego de haberlo encumbrado como el ‘opositor a medida’), empujaron al Frente para la Victoria a una tardía y demagógica campaña antiajuste como manotazo de ahogado para no perder la elección. Scioli le robó el ‘power point’ a Nicolás del Caño, como graficó un televidente en el debate que enfrentó a los candidatos del FpV y Cambiemos hacia la segunda vuelta.
En ese juego, el kirchnerismo quedó ubicado discursivamente entre los que denunciaron el ajuste que hoy efectiviza Macri y que su propio candidato iba a aplicar de todas formas, como lo sinceraron sus asesores, Miguel Bein o Mario Blejer, una vez liberados de la responsabilidad de la demagogia electoral.
El capital simbólico que conserva Cristina Fernández es el producto de la combinación de estos elementos que configuran el tablero de ajedrez de la política argentina.
Rebeldes con causas
La causa por la que hoy tiene que declarar CFK, es por una medida que se emparenta con la que normalmente toma cualquiera de las administraciones que gobiernan para los empresarios. El kirchnerismo benefició a quienes especulaban con el dólar futuro, para contener el precio del dólar de aquel ‘presente’, mientras el Gobierno actual abona una generosa tasa de interés a los especuladores para evitar que se dispare el precio actual de la moneda norteamericana. La acusación es endeble incluso desde el punto de vista de sus leyes. Más aún si en el mismo acto no se acusa a la administración actual por maniobras de igual o mayor envergadura.
Inclusive hay sectores del mismo macrismo que consideran que el juez Claudio Bonadío se ‘pasó de rosca’ y está aportando a revivir a un kirchnerismo que venía quedando marginado en el marco de los triunfos políticos de la mayoría del peronismo dispuesto a colaborar con el gobierno de Cambiemos.
Distinto y más embarrado es el expediente judicial que involucra a Lázaro Báez, uno de los tantos empresarios corruptos favorecidos por el kirchnerismo en el enésimo intento fracasado del peronismo de fogonear una supuesta ‘burguesía nacional’ que terminó en un fiasco. El único logro de este peculiar ‘nacionalismo’ fue enriquecer con las finanzas públicas a estafadores seriales e impresentables testaferros.
Pero la demanda judicial empujada rabiosamente por Bonadío, que es un representante hecho y derecho de esa casta de privilegiados que integra el ‘partido judicial’, facilita la victimización de la expresidenta.
No hay que olvidar que el tan mentado ‘partido judicial’ goza de buena salud gracias a los oficios del kirchnerismo, que lo impugnó verbalmente en una de sus tantas ’batallas culturales’ fallidas pero nunca tomó ninguna medida drástica que termine con sus múltiples privilegios y poder.
Colaboradores encubiertos
El grueso de la concentración de hoy la protagonizarán agrupaciones como La Cámpora-JP, Nuevo Encuentro, Kolina, la Tupac Amaru o el Movimiento Evita. También harán su aporte, intendentes del Gran Buenos Aires de distritos cómo La Matanza (el más importante y numeroso del conurbano), Moreno, Avellaneda, Berazategui o Florencio Varela; que quedaron bajo control del peronismo. Algunas organizaciones sindicales como la CTA que responde a Hugo Yasky, también participarán de la concentración, entre otras.
La jornada será un indiscutible hecho político y estará sobrecargada de simbolismo y discursos contra el Gobierno, su ajuste, contra los ‘buitres’, por la patria y por el otro.
Para el peronismo será la oportunidad de mostrar el poder político que todavía mantiene y utilizará el escenario para dar una señal de ‘oposición’ al actual Gobierno, mientras en los hechos sigue formando parte de un espacio que está colaborando con el macrismo y aplicando el ajuste en los distritos donde son Gobierno.
Utilizará la tribuna para sus intenciones de volver en el 2019 (previa escala 2017), y repostularse como administradores ‘sensibles’ del ajuste que exige e impone el capital.
Los representantes de las centrales sindicales, incluidos los kirchneristas ‘duros’ (Antonio Caló) volverán a reunirse a la tarde con Macri, que les prometió nuevos fondos para las obras sociales para que mantengan la tregua cómplice que vienen cumpliendo a rajatabla. Un curioso ‘17 de octubre’ que tendrá a los dirigentes peronistas y kirchneristas del movimiento obrero (la columna vertebral), esa misma tarde negociando con el ‘régimen’ que dicen enfrentar y al que acusan de persecución política contra su jefa.
Mientras tanto, los trabajadores de Santa Cruz y Tierra del Fuego, deberán continuar la resistencia contra los ajustes ‘macristas’ de las gobernadoras que llegaron al poder de la mano del Frente para la Victoria.
El ‘kirchnerismo duro’ que se manifestará con intensidad en esta jornada, cumplirá la degradante función de encubrir ‘por izquierda’ a los ajustadores propios, a los ’traidores’ que convalidaron el acuerdo buitre y a los burócratas sindicales que mantienen la paz en medio de una ola de despidos, suspensiones y ataques vía inflación creciente al salario de los trabajadores.
El ‘vamos a volver’ implica en la política concreta, más allá de las intenciones de muchos de los que lo entonan, necesariamente la apuesta al retorno con todos los representantes de ese peronismo adentro. Ese es el plan del kirchnerismo en general y de Cristina en particular que, pese a las múltiples ‘traiciones’ cotidianas no abandona el barco del peronismo que hasta se dio el lujo de armar una lista ‘de unidad’ para la conducción del partido con ellos afuera. Toda su trayectoria política constata este posicionamiento, incluidos los infames años menemistas que fueron avalados por los Kirchner ubicados como una fiel tendencia interna de apoyo distante a su majestad.
El escenario y los discursos encendidos que muchos dirigentes manifestarán en los tribunales tienen como marco esta operación política: permitir que pase el ajuste de Macri sin ninguna resistencia seria y postularse para después del desastre como el partido de la ‘salvación nacional’. Mientras tanto, los platos rotos de estas falsas ‘grietas’ los paga la mayoría popular.
Para enfrentar realmente a la derecha de Macri y ponerle un freno a su plan de ajuste, es necesario salir ahora al combate con la misma determinación que tiene el Gobierno para aplicar su programa salvaje. Hay que imponer el fin de la tregua a las direcciones sindicales y exigir como medida mínima la realización de un paro nacional.
Pero además, en el terreno político es necesario superar ese ’círculo vicioso’ que unifica en una funcional división de tareas, a colaboradores directos y encubridores ‘por izquierda’. Dos facciones que siempre habitaron unidos o desorganizados esa amplia galaxia conocida como peronismo.

Fernando Rosso
Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.