El discurso de Cristina Kirchner sobre pañuelos verdes y celestes provocó malestar en amplios sectores. La paradójica estrategia de integrar a la derecha para enfrentar a la derecha.

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT
Viernes 23 de noviembre de 2018 00:00
El discurso que Cristina Kirchner dio, hace pocos días, en el Foro Mundial del Pensamiento Crítico organizado por CLACSO, tuvo mucho impacto y aún resuena, por múltiples motivos. Entre sus párrafos más destacados, hay uno en particular que ha provocado un gran malestar en el movimiento de mujeres, incluso entre destacadas referentes y agrupaciones feministas afines al propio kirchnerismo. Dijo la expresidenta: “... en nuestro espacio hay pañuelos verdes, pero también hay pañuelos celestes. Y tenemos que aprender a aceptar eso sin llevarlo a la división de fuerzas. Esto es fundamental. Puede costar; puede no gustar lo que estoy diciendo, pero es lo que pienso.”
Cristina mezcla todo para justificar su política, hacia el 2019, de frente con los sectores más derechistas del PJ, con el Papa que es Bergoglio, con la cúpula de la CGT que se pronunció contra el derecho al aborto mientras le garantizó una extensa tregua al gobierno de Macri, con las otras conducciones sindicales que convocaron a marchar a una misa a la Basílica de Luján en vez de movilizar a centenares de miles contra la aprobación del presupuesto del ajuste en el Congreso, con su exministro de Salud, Manzur, que intentó que en Tucumán se prohibiera el aborto no punible en casos de violación… y, ¿por qué no?, con otros sectores también fundamentalistas, de lo más reaccionarios, que ya se expresaron furiosamente durante estos meses contra el derecho al aborto y contra la Educación Sexual Integral.
Verde o celeste: movimiento de lucha o poderoso lobby reaccionario
Es común escuchar “yo no soy machista ni feminista”, intentando demostrar una posición equilibrada y equidistante entre dos posturas antagónicas. Quienes defendemos los derechos de las mujeres nos cansamos de señalar que machismo y feminismo no son términos simétricos y opuestos. Mientras el machismo refiere a la “actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer”, el feminismo jamás se autodefiniría en base a la idea de que las mujeres somos superiores a los hombres. Lejos de esto, el feminismo se define como “un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tiene como objetivo la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres”.
Por eso, así como es factible decir “no soy de Boca ni de River”, porque son dos opciones entre muchas otras posibles, es imposible aseverar “no soy racista ni antirracista”, porque no se trata de posturas antitéticas del mismo rango. Lo mismo sucede con los pañuelos verdes y celestes, que Cristina quiere unir, como si se tratara de hinchadas enfrentadas de distintos clubes.
Para evitar que gane la derecha, Cristina nos dice que “no nos podemos dar el lujo de dividirnos”… ¡de la derecha!
No es lo mismo, porque mientras un masivo movimiento liderado por las mujeres se manifestó multitudinariamente por el aborto legal (e impuso el pañuelo verde como símbolo de su lucha), no hubo nada similar que se le opusiera, simétricamente, aunque así quisieran presentarlo Clarín y el gobierno de la Ciudad (y ahora, Cristina), que dividió la plaza del Congreso con un vallado. Lo que hubo, de un lado, fueron centenares de miles de manifestantes que, por sus ideas o más allá de sus creencias religiosas, reclamaban un derecho que impediría la muerte de mujeres pobres en abortos inseguros y clandestinos. Del “otro lado”, hubo un minoritario pero poderoso lobby celeste de las jerarquías de la Iglesia Católica e iglesias evangélicas que, con el visto bueno de legisladores oficialistas y opositores –incluso de algunos kirchneristas-, presionó fuertemente para evitar que se aprobara el proyecto que ya había obtenido media sanción en Diputados. Como dijo la diputada Myriam Bregman, del PTS/Frente de Izquierda: "El pañuelo celeste es símbolo de militancia para que mujeres y niñas sigan muriendo en la clandestinidad".
Ese mismo grupo de poder es el que estuvo detrás de la campaña #ConMisHijosNoTeMetas. Son los mismos lobbystas que impugnan la educación sexual tildándola de “ideología de género”, porque promueve el respeto a la diversidad sexual y sus derechos. Es fácil distinguirlos. Son los mismos que, en Brasil, estuvieron detrás de la candidatura del derechista Bolsonaro.
Aliarse a la derecha para evitar que gane… la derecha
¡Qué vueltas tiene la vida! Para evitar que gane la derecha, Cristina nos dice que “no nos podemos dar el lujo de dividirnos”… ¡de la derecha!
Al PT de Brasil no le fue muy bien con esa misma política. Para no enfrentar al Vaticano ni al poderoso lobby evangélico, retiraron todas las alusiones al derecho al aborto en la campaña de Dilma Rousseff, que luego fue destituida por un golpe institucional promovido por ese mismo bloque, entre otros. Lo mismo sucedió con la campaña de Haddad, que intentó aumentar su caudal de votos frente a Bolsonaro, pactando con las iglesias que retiraba la legalización del aborto de su plataforma política, entre otras concesiones a la derecha.
Cuando el Senado argentino votó a favor de que las mujeres más pobres sigan muriendo por abortos clandestinos, Cristina Kirchner nos pidió que no nos enojáramos con la Iglesia. Seguramente, muches creyeron que la derrota parcial que la marea verde tuvo en el Senado se podría revertir cuando, en las próximas elecciones detrás de la candidatura presidencial de Cristina, el Congreso cambiase su composición política.
Hoy son miles de pibas y mujeres que llevan su pañuelo verde –muchas de las cuales confiaban en Cristina o militan para su candidatura en 2019-, que ven con sana desconfianza este llamado a aliarse con el Vaticano y los antiderechosque, rabiosamente, están en contra de todos sus derechos.
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Sin embargo, si el gran “frente social cívico y patriótico” que promueve la expresidenta incluye a “los celestes”, a los rancios pejotistas que votaron todas las leyes del ajuste de Macri, a los que se arrodillan ante los dictámenes del Vaticano que hoy co-administra la contención social para garantizar la gobernabilidad y a los que furiosamente se lanzan con virulencia contra las pibas que siguen enarbolando su pañuelo verde, entonces, seguramente estaremos en peores condiciones para conquistar nuestro derecho y, probablemente, retrocedamos varios casilleros en los que ya conquistamos.
Porque, las matemáticas son exactas; pero, en la política, hay sumas que restan.

Andrea D’Atri
Diputada porteña del PTS/Frente de Izquierda. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. (…)