Presentó "Sinceramente" en la Feria del Libro. Dijo que el kirchnerismo entregó el gobierno con menos planes que cuando lo recibió Néstor, porque creó empleo. ¿De qué tipo de empleo habla?
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Viernes 10 de mayo de 2019 10:20
Cristina Fernández de Kirchner habló en la Feria del Libro con un tono pasivizador. Lejos quedaron los tiempos de la crispación. En la presentación de “Sinceramente”, dijo que quiere que su libro sea utilizado como un instrumento de discusión política, que sirva “a los jóvenes que son mi gran apuesta, mi gran esperanza”.
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“El libro, lejos de plantear enfrentamientos o peleas, es una interpelación, pero una interpelación a todos: a las dirigencias sociales, sindicales, empresariales, culturales e intelectuales. Una interpelación a la sociedad”, definió. ¿Pero qué significa su interpelación a la juventud en un país gobernado por el FMI?
Le faltó precario
La ex presidenta nombró pocos datos como balance de “la década ganada”. Recordó que cuando Néstor asumió en 2003, había 2.300.000 personas que cobraban los planes Jefes y Jefas de Hogar. “Cuando nos tocó entregar el gobierno solamente había 207 mil planes de Ellas Hacen y Argentina Trabaja, porque habíamos generado millones de puestos de trabajo”.
Precario, le faltó decir. Tan precario que para Macri y los empresarios, fue muy fácil deshacerse de esas personas y engrosar el desempleo en los últimos años.
Durante los primeros cuatro años del ciclo kirchnerista, el empleo privado creció (tras una desocupación del 25%). La tasa de trabajo no registrado, que había llegado al 50 % a mediados de 2003, empezó a descender, pero a partir de 2008 quedó clavada en un 32 %. El kirchnerismo dejó el gobierno con más de un tercio de trabajo informal. Estos son los datos de la población general, pero en la juventud el panorama fue peor.
En 2006, 2014 y 2018 el porcentaje de jóvenes de entre 16 a 24 años con empleos no registrados estuvo siempre en el 61 %. Este es solo un dato que expresa cómo la precarización juvenil se mantuvo y se consolidó como uno de los pilares del modelo de acumulación capitalista en Argentina, desde los 90.
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Incluso en los años del modelo “nacional y popular”, de viento de cola y crecimiento a tasas chinas, la misma generación, la juventud trabajadora, continuó bajo altísimos niveles de informalidad y precarización. Más que una apuesta, en la juventud el kirchnerismo encontró la misma víctima para sacrificar. Lo que no dijo Cristina en su discurso, es que el FMI, Macri y los gobernadores, quieren imponernos un sacrificio mayor.
¿Qué más quieren de nosotros?
La idea que propone Cristina en el debate sobre la salida de la crisis, es reeditar el pacto social de Perón y Gelbard de 1974. “Si tuviera que ponerle un título le pondría ‘contrato social de ciudadanía responsable’”, aseguró. Este pacto fue un acuerdo firmado entre empresarios y direcciones sindicales, para fijar precios y salarios. Además, congelaba las paritarias y se fijó un salario mínimo. El objetivo de las medidas era descargar la crisis económica sobre las espaldas de los trabajadores.
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La precarización laboral creció como parte del avance del neoliberalismo a nivel mundial, desde fines de los 70 y principios de los 80. De cada crisis económica que tuvo lugar desde ás, la juventud salió en peores condiciones. Cada vez somos m a los pibes y pibas que pedaleamos horas y horas por dos mangos, con las mochilas de las apps en nuestras espaldas. Hasta este punto de esclavitud a tracción a sangre nos arrastraron.
Cristina habla de contrato ciudadano. Cambiemos, empresarios y burócratas sindicales, hablan de “pactos de caballeros” y de “construir consensos”. No dicen de qué manera nosotros, jóvenes, clase trabajadora, mujeres, tendríamos oportunidad de discutir las condiciones de esos acuerdos.
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Pensar cómo se sale de esta crisis que sentimos cada vez más, no puede evadir el debate sobre qué hacer con el FMI. Sin embargo, Cristina no mencionó esto. Ni siquiera mencionó al Fondo. Cualquier contrato que se selle bajo su tutela, implica una negociación donde los únicos que hacen los sacrificios son los sectores populares.
Las recetas que el FMI impulsa en Argentina y en el mundo, para asegurarse de que los países endeudados le paguen, son medidas como la reforma laboral y previsional. ¿Cómo se sentiría esto en los huesos y en los estómagos de la juventud precarizada? ¿Qué más quieren de nosotros?
Así pactan ellos
Este miércoles, una patota de la UOM de Rosario se acercó hasta el acampe de trabajadores y trabajadoras de Electrolux. No fue a dialogar ni a solidarizarse en su lucha contra los despidos: fue a amedrentar. Aparecieron después de negociar con la patronal y el Ministerio de Trabajo el despido de más de 20 laburantes. Fueron a reventar la resistencia de quienes no se resignan a pagar los platos rotos de la crisis.
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¿Es esta la dirigencia sindical que Cristina quiere interpelar? ¿Son los empresarios como los de Electrolux con quienes hay que pactar? Lo único que están dispuestos a pactar ellos, es que los trabajadores paguen esta crisis con despidos. En Rosario, el desempleo alcanza el 12,8 % y registró un crecimiento de más de cinco puntos desde el último cuatrimestre de 2018. Entre la clase trabajadora menor de 29 años, alcanza el 20 %: la tasa de desempleo juvenil más alta del país.
No podenos resignarnos a pactar un futuro en el que a lo sumo podamos aspirar a que haya menos planes sociales. La administración de la miseria, no puede ser la carta que nos sentemos a negociar, menos en un país gobernado por el FMI. El Frente de Izquierda es la única fuerza política realista al decir, que no hay futuro sin ajuste y hambre si no rompemos con el saqueo de la deuda y el FMI.
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Tenemos que sellar nuestro propio pacto. Tenemos que organizar nuestra fuerza como jóvenes, con la marea verde y la clase trabajadora, pero no para repetir la historia, ni reeditar viejos pactos con los que nos explotan y ajustan. Tenemos que organizarnos para esta vez, dar vuelta la historia y que a la crisis, la paguen los de arriba.