El conflicto que empezó por despidos, mejores condiciones de trabajo y la libertad sindical para poder elegir a sus delegados, se transformó en una pulseada donde el resultado va a dejar lecciones importantes para el conjunto de los trabajadores de la región.
Jueves 3 de noviembre de 2016 12:23
Quince días llevan los chóferes de la línea Este y sus familias sin recibir respuesta. Desde hace meses vienen aguantando persecuciones, suspensiones -por motivos muchas veces inventados- y despidos. Pero los últimos cinco despidos que sufrieron fue la gota que rebalsó el vaso.
Estos trabajadores quisieron organizar elecciones para que sus compañeros tengan delegados que los representen pero a Osmar Corbelli (dueño de El Expreso donde pertenece la línea Este) y a Oscar Pedroza- titular de UTA La Plata- no les pareció auspicioso para sus intereses.
El lunes 17 de octubre, por la madrugada, la empresa hizo efectivo los despidos. Los trabajadores respondieron con un paro indeterminado con acampe en la entrada de la línea Este y 520. Ni la empresa ni la UTA se presentaron a las audiencias en el ministerio, que no hizo nada para garantizar que esto se resuelva.
La represión de Vidal al servicio del empresariado
El lunes 25 el gobierno de María Eugenia Vidal envió a la infantería y a la bonaerense a reprimir duramente a los chóferes que permanecían de manera pacífica con sus familias en la puerta de la línea.
Fueron 27 los detenidos y varios heridos el saldo del operativo de 300 oficiales que mandó la gobernadora para aleccionar a los 100 chóferes que defendían sus puestos de trabajo.
Queda claro una vez más cuál es la receta del gobierno de los CEO’s: Tarifazo, despidos y flexibilización contra el pueblo trabajador y palos si hay resistencia.
Crece la resistencia y la simpatía popular
La represión lejos de amedrentar y aislar a los choferes, generó lo contrario: mayor legitimidad en la población y persistencia en las medidas de lucha. Los docentes, las familias y los vecinos de barrios aledaños muestran día a día mayor apoyo a la lucha.
En respuesta a la represión, los trabajadores convocaron-junto a organizaciones sociales políticas y sindicales- a un corte en el centro de la ciudad y permanecieron allí hasta que liberaron a los detenidos. Una vez que lograron que los liberen decidieron interrumpir la salida de los colectivos en la ruta para presionar que se resuelva esta situación.
Un conflicto testigo para los trabajadores de la región
La fortaleza de los chóferes reside en la unidad que forjaron, basada en la convicción de que deben cambiar las condiciones ya que están cansados de los atropellos de la empresa y de que UTA no los represente. Una camada de trabajadores jóvenes combativos junto a chóferes de más de veinte años en actividad que cuentan con algunas experiencias de lucha, empezaron a discutir en asamblea y a bancar las medidas de acción necesarias para conseguir sus demandas.
Ya llevan una huelga de dos semanas con acampe en la puerta de la línea y en la ruta. Cortaron el centro de la ciudad y en el ministerio de trabajo. A la vez, lograron el apoyo de diputados-que firmaron un repudio a la represión- y de organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, sindicales y partidos políticos. La confianza en sus propias fuerzas y en los métodos de la clase obrera como son las asambleas -donde todos participen y voten- y tomen medidas a la altura de los ataques, son su única garantía para pelearla hasta el final.
Es difícil ver la resolución a corto plazo, la lucha de los chóferes puede convertirse en una lucha testigo a la hora de medir fuerzas con el gobierno de Vidal. La experiencia que vienen haciendo los trabajadores de la Este es una buena base para avanzar en la conciencia obrera y enfrentar futuras peleas, son todo un ejemplo para los chóferes de otras líneas y para los trabajadores de toda la región. Si triunfan, sin dudas, todos ellos estarán en mejores condiciones.