A pesar de ser un gremio sindicalizado y que conserva algunos derechos laborales, las maestras y maestros enfrentamos también la precarización laboral.
Miércoles 3 de mayo de 2023
Los salarios cada vez alcanzan para menos producto de la inflación que en productos básicos se estima en más del 20 %. Esta realidad la vemos reflejada no solo en nuestros bolsillos sino en las carencias de nuestros alumnos y alumnas que no tienen garantizado ni siquiera el derecho básico a la alimentación y en las escuelas -donde padecemos múltiples carencias debido a la falta de presupuesto- no se cubren ni éstas ni otras muchas necesidades que tienen nuestras niñas, niños y adolescentes, como atención médica y psicológica, en momentos donde la violencia está cada vez más presente.
Las maestras y maestros debemos someternos a la evaluación docente a través de la USICAMM si queremos obtener mayores ingresos, lo cual introduce una desigualdad salarial por el mismo trabajo y tiende a dividir nuestras filas. Pero además, las denuncias de miles de docentes hacia las irregularidades y restricciones que imperan en esos procesos inundan las redes sociales y las oficinas de la SEP, sin que nadie dé una respuesta, mucho menos el sindicato, que subordinado a los gobiernos en turno -antes el PRI, el PAN y ahora el Morena- avala las medidas del gobierno en el terreno educativo y no defiende nuestros derechos.
Los procesos para el ingreso a la docencia, que siguen padeciendo los normalistas, son mucho más restrictivos que antes, dejando a cientos de docentes sin derecho al trabajo y a las escuelas cada vez con más faltante de personal.
Estos son algunos aspectos que demuestran la continuidad en su mayor parte de la reforma educativa neoliberal que el gobierno de la 4T prometió eliminar, pero que en realidad sigue.
En el terreno educativo, aunque el nuevo marco curricular promete una transformación, no hay ni una sola medida de cambio estructural para las escuelas: ni mayor presupuesto -mientras que siguen destinando millones a militarizar el país- ni menos alumnos por grupo, ni más maestros, ni mejoras en las instalaciones, contratación de personal, etc., por lo que, a pesar del discurso de la nueva escuela mexicana, la realidad para las niñas, niños y adolescentes seguirá siendo la misma y para los maestros este cambio curricular augura más trabajo y mucho más carga laboral por la misma paga, como ya estamos viendo en los CTE y con el recorte del receso escolar en julio.
Por otra parte, hay que considerar que los trabajadores de media superior y superior son de los sectores más golpeados en el ámbito educativo, junto a los maestros de educación privada que en la mayoría de los casos no cuentan con ningún derecho.
Un gremio mayoritariamente femenino
Las extenuantes jornadas de trabajo frente a grupo se incrementan con el trabajo de planificación, evaluación, preparación de cursos para la USICAMM. Para las mujeres, esta carga es mucho mayor con las dobles jornadas de trabajo, pues las tareas de limpieza y cuidados, que siguen recayendo sobre nosotras principalmente, nos dejan con el cuerpo cansado y adolorido y la cabeza quemada.
A pesar de esto, o quizá precisamente por ello, el pasado 8 de marzo miles de mujeres inundamos las calles en una enorme marea morada para demostrar que podemos ser una fuerza avasalladora y que no estamos dispuestas a seguir soportando la violencia y la precariedad. Centenares de maestras marcharon por ellas, por sus compañeras, por sus hermanas e hijas, pero también por sus alumnas, porque seguimos siendo el país con el primer lugar en embarazo adolescente y las cifras de violencia y feminicidio contra nuestras niñas nos hielan la sangre.
Desafortunadamente esa fuerza aun no está organizada permanentemente, y las trabajadoras de conjunto no hemos tomado conciencia del rol que podemos jugar -como parte de una clase trabajadora altamente feminizada- para paralizar todo cada vez que nos arrebatan a una, para no permitir que nos sigan negando nuestro derecho a decidir y a tener una educación sexual integral en las escuelas.
Seguimos siendo el país de los feminicidios, pero seguimos de pie, luchando en las escuelas, en los centros de trabajo, en los barrios, por plantear una perspectiva estratégica para el movimiento de mujeres, que vincule nuestros padecimientos con los del conjunto de los trabajadores para dar una salida real frente a la barbarie a la que nos quieren condenar.
Luchemos juntos este 15 de mayo
Todo el ataque al sector educativo se ha dado frente a la mirada cómplice de las burocracias sindicales que han jugado un rol nefasto de subordinación al gobierno, como es el caso de la dirigencia del SNTE, que se pasó con armas y bagajes a la cuarta transformación apoyando la reforma educativa de AMLO que, como dijimos antes, ha seguido precarizando la labor del magisterio.
Alfonso Cepeda declaró al SNTE como el ejército ideológico de la 4T y con ello obtuvo la interlocución con el gobierno, presentándose como supuesto representante de las maestras y maestros. Alineados con la reforma laboral, los charros del SNTE cambiaron los estatutos para que las elecciones de las secciones sindicales se llevaran a cabo por voto “libre y secreto” de los trabajadores de la educación, pero esta medida no ha garantizado la democracia sindical, ya que siguen existiendo candados mañosos (como el hecho de que la dirección seccional debe estar ocupada por alguien que haya estado dentro de algún comité seccional anterior), así como fraudes (como sucedió en Yucatán), con lo que se pretende que los dirigentes burocráticos continúen al frente.
Frente a los ataques, el sindicato se ha mantenido pasivo y aunque hay pugnas al interior, es entre los mismos charros que quieren demostrarle al gobierno quién puede manejar mejor "el changarro", pero donde las maestras y maestros somos convidados de piedra.
Desafortunadamente, la falta de una política independiente del gobierno la vemos también en sectores sindicales que se reivindican democráticos, como la propia CNTE, donde ha primado la pasivización al magisterio y los llamados discursivos a luchar, pero sin apostarse realmente a organizar a las y los maestros frente al ataque, ni coordinarse con los demás sectores para enfrentarlo. Salvo en algunos lugares y de manera aislada, como en Michoacán, no han luchado contundentemente contra la situación que atraviesa el magisterio y el conjunto de los trabajadores bajo el gobierno de la 4T, al haber privilegiado la búsqueda de un diálogo y la negociación que el propio gobierno interrumpió unilateralmente.
Para poder utilizar nuestro sindicato -el más grande de América Latina- como una herramienta para luchar por nuestras demandas necesitamos democratizarlo.
Frente al proceso de elecciones al Comité Ejecutivo de la Sección 10 en la CDMX, las maestras y maestros debemos organizarnos escuela por escuela y zona por zona, denunciando el proceso antidemocrático que se realizará y los estatutos restrictivos, pero utilizándolo para discutir la necesidad de recuperar la organización sindical para la lucha, conquistar la unidad de todas y todos los docentes de las secciones en la CDMX para evitar la división -recordemos que en la CDMX hay 4 secciones distintas- y generar un movimiento que logre arrebatar nuestro sindicato a los charros. ¡Imagínense todo lo que podríamos pelear teniendo esta herramienta!
Es por ello que para este 15 de mayo convocamos a las y los trabajadores de la educación de todos los niveles, a madres y padres de familia, a marchar juntos para demostrar que no estamos dispuestos a ceder y que nos queremos organizar y unir frente a la situación que atravesamos; que vamos a pelear por nuestros derechos y por una educación pública al servicio de las y los trabajadores y el pueblo.
Sulem Estrada, maestra de secundaria
Maestra de secundaria