Principios de los 80. El mundo iba definiendo sus nuevos contornos. El Estados Unidos de Ronald Reagan impuso sus reglas básicas de la economía y las desparramó a todo el globo. Desregulación a favor de los grandes capitales financieros, baja del gasto fiscal, ataque duro a los sindicatos. Neoliberalismo puro y duro. En el "sálvese quien pueda" y acompañado del despilfarro, nacían nuevos deportes, hoy cartas de presentación de la "cultura americana" por el mundo. Aquí uno de ellos, los Monster Truck.
Sábado 10 de enero de 2015

Foto: http://monstertruckmadness.wikia.com/wiki/Grave_Digger
Comencemos por donde uno recuerda, con Menem al gobierno. La TV por cable comenzaba a llegar a los hogares, y con ella, las imágenes de esas camionetas monstruosas que pisoteaban a gusto y piaccere autos que podrían tranquilamente usarse en cualquier lugar del mundo, pero que allá en EEUU no sirven ni para chatarra de Chacarita. La señal ESPN transmitía con toda vivacidad esas carreras de no más de 10 segundos de duración, que no eran más que picadas entre dos, pero con rampa y autos a destrozar en medio del camino. Lo que ya era un divertimento con todos los aditivos en los Estados Unidos comenzaba a llegar a la Argentina y toda Latinoamérica, al menos por la TV.
Era como los Titanes en el Ring, pero a estadio lleno y con un rugir de motores que te deja sordo. Ahí pasaban los héroes "Big Foot", la camioneta sponsoreada por la Ford; "Equalizer", con carcaza de la General Motors, la "Bear Foot" de la Chevrolet y otras legendarias como la exitosísima "Grave Digger", la de carcaza de una vieja pick-up de la Chevrolet. Era ver lo que uno quería hacer con sus autitos de juguetes en la pieza, haciendo que vuelen unos arriba de otro, pero ahora era real.
Con ese estilo rozando lo grotesco, primero corrían esas picadas. Luego, como casi todo en Estados Unidos, lo llevaron a sus últimas consecuencias: a las carreras había que ponerles más pimienta, por eso crearon el freestyle, una competencia estilo libre en donde, por un determinado tiempo, las camionetas pueden saltar, trompear, volcar y destruir todo lo que se les meta en su camino, en una pista cerrada creada para la ocasión. Si "Big Foot" y "Equalizer" eran los dominadores de la carrera corta, "Grave Digger" fue, y es aún al día de hoy, el rey indiscutido del Freestyle, un ídolo.
El origen de estos mastodontes se remonta a finales de los 70, con distintas pruebas y exhibiciones en carreras de tipo regionales, por lo general al sur y en el centro de Estados Unidos. Imagínense: categorías propias del mundo farmer (productores agrícolas industrializados) como por ejemplo carreras por el lodo, o con poderosos enganches tirando cosechadores sin ruedas. Con motores que desarrollan 1500 caballos de fuerza (más que dos Fórmula 1 juntos), que avanzan al máximo de sus revoluciones hasta llegar a la meta o hasta romper absolutamente todo de esos potentes motores. Allí de a poco fueron mostrándose como una rareza estas pick-up "monstruos", que de a poquito comenzaron a animarse a pasar por arriba de los autos.
Primero lo hacían con camionetas de verdad, carrocerías pesadas y con componentes de suspensión y tracción en los ejes que parecían de plomo. El avance fue mejorando las prestaciones, hasta hacerlas hoy con chasis completamente tubulares, con suspensiones controladas y carcazas de fibra de vidrio para vender su imagen de la mejor forma.
Hoy existe una categoría que unifica todas las expresiones regionales en Estados Unidos, conocida como el Monster Jam, donde hay pruebas de todo tipo y color, existiendo las competencias finales donde destacan al mejor de cada año. Pero a su vez están las exhibiciones por el resto del planeta, llegando incluso a algunas exhibiciones en Argentina, con algunos "Monster" del montón.
Un espectáculo que tiene sus propias exigencias conductivas, como todo deporte motor; pero donde la clave está en destruir autos, romper motores, quebrar ejes, palieres, ver masas y neumáticos volando por el aire, y si se puede, terminar la función con alguna explosión de motores. Un despilfarro de material propio del país imperialista por excelencia. Inigualable.