Tenemos el gobierno "ecologista" de Aragonès que quiere más tráfico aéreo y el Ayuntamiento de Ada Colau que hace ecologismo sólo contra los coches. Y la Unión Europea siempre nos toca las costillas por los niveles de contaminación de Barcelona.
Miércoles 15 de diciembre de 2021
Hace muchos años que Ada Colau, tiene un discurso “muy preocupado” por cómo las malas condiciones ecológicas afectan a las personas que habitan la ciudad de Barcelona y sus alrededores. En muchas ocasiones menciona a los miles de personas que mueren cada año por enfermedades vinculadas a la calidad del aire. La lógica que plantean los Comunes y Socialistas es que si se reduce la circulación de los coches más antiguos bajarán significativamente las emisiones de gases contaminantes en la capital catalana.
Desde septiembre de 2020 está activa la llamada Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en la ciudad condal. Recientemente la Agencia de Salud Pública de Barcelona realizó una evaluación de los gases contaminantes a partir de la implantación de la ZBE y concluyó que la contaminación no ha variado mucho. Precisamente por eso se ampliará las restricciones de circulación a los vehículos con etiqueta "C" el próximo año. Sin embargo, si se reduce drásticamente la cantidad de coches contaminantes, y la contaminación sólo baja un poco; podría concluirse que no son los coches los principales contaminadores.
Desde hace pocos meses nos hemos enterado de la existencia de un gobierno ecologista liderado por Pere Aragonès. Un gobierno que parece oponerse al desastre ecológico de ampliar el aeropuerto de El Prat sobre la zona de La Ricarda, pero que quiere acoger más vuelos contaminantes basado en la ampliación del turismo de borrachera y en la precariedad y las nóminas miserables de los trabajadores vinculados a este sector económico.
Lo que tienen en común el gobierno de la Generalitat de ERC y JxCat con el Ayuntamiento de Barcelona de Colau y los socialistas, es que utilizan un discurso ecologista para favorecer a los empresarios y un sector reducido y acomodado de la sociedad mientras la crisis la seguimos pagando los trabajadores precarios, en una situación laboral muy inestable.
Los gases más contaminantes
De acuerdo con los estudios realizados hasta ahora por la Agencia de Salud Pública de Barcelona y otras instituciones hay una docena de gases muy peligrosos y que causan diferentes enfermedades, en especial las respiratorias. La Comisión europea de Bruselas y la OMS analizan centralmente el dióxido de nitrógeno (NO₂) y las partículas PM10 y el ozono (O3). Pero también existen otros gases y elementos altamente contaminantes como son el SO2 (dióxido de azufre), el NH3 (amoníaco) o las PM 2.5 (partículas en suspensión de 2,5 micras). El óxido de nitrógeno se considera el tercer gas más contribuyente en el calentamiento global (por detrás del CO2 y el metano).
Más allá de los discursos vacíos de los gobiernos (el “bla, bla, bla” que denuncia Greta Thunberg), la calidad del aire es un asunto preocupante (al menos para amplios sectores de la sociedad). Y por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reducido los límites máximos de 40 microgramos por metro cúbico de NO2 a 10. De acuerdo con la literatura científica de los últimos años este límite es más adecuado para tener un equilibrio entre la salud pública y el funcionamiento cotidiano de la sociedad.
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Barcelona y Mollet del Vallès junto con Madrid se encuentran dentro del grupo de las 10 ciudades españolas más contaminadas. El Estado español es continuamente denunciado por la Comisión europea al superar en muchas ocasiones los límites de emisión de estos gases.
El transporte representa el 40% de la energía consumida en todo el Estado, genera un 25% de los gases de efecto invernadero y el 40% de las emisiones de óxido de nitrógeno. Según la Unión Europea los turismos y furgonetas producen el 15% de las emisiones de CO2 y los camiones, autobuses y autocares en torno al 5%.
Y si medimos lo que cada medio de transporte contamina por persona y kilómetro tenemos que el transporte menos contaminante es el tren, ya que sólo produce 14 gramos de CO2. El autobús casi quintuplica esta cifra llegando a 68 gramos y un coche llega a producir 104. Pero la palma no se la lleva el avión que contamina 285 gramos, una barbaridad. Sino que lo hacen los cruceros que contaminan mil veces más que un tren y producen más de 200.000 litros de aguas residuales semanales.
El Aeropuerto de El Prat y la contaminación de los aviones
A lo largo del verano se ha estado discutiendo sobre los peligros ecológicos que provocará el proyecto de ampliación propuesto por AENA y el gobierno central. Pero esta discusión parece dejar de lado la enorme contaminación que provocan los vuelos y los grandes aeropuertos. Los empresarios, con Foment al fin y al cabo, quieren ampliar el aeropuerto de El Prat pensando en sus bolsillos. A ellos no les importan las consecuencias de contaminación y el desastre ecológico que ya está realizando el enorme tránsito de aviones.
El Gobierno central quiere utilizar esta ampliación como una forma de comprar a Esquerra Republicana y que ésta así trate de desviar la voluntad de autodeterminación del pueblo catalán. Esquerra Republicana, al mejor estilo de Jordi Pujol y Artur Mas, busca favorecer al gran empresariado al igual que Junts per Catalunya. Busca la gestión del Aeropuerto “Tarradellas” con mayor precariedad, contaminación y dinero por los ricos, pero sin tocar La Ricarda (a diferencia de su socio de gobierno, Junts per Catalunya).
Pere Aragonès quiere preservar el espacio de la Ricarda y todo el entorno del desastre que propone AENA. Pero también es un desastre duplicar la cantidad de pasajeros puesto que el avión es uno de los transportes más contaminantes (muchísimo más que un coche particular). Y de la contaminación sonora en los municipios cercanos no dicen nada. El Ayuntamiento de Barcelona se encuentra dividido: los comunes se oponen y los socialistas apoyan.
AENA informa que durante 2018 han habido 2,1 millones de vuelos en todo el Estado; y en el aeropuerto de Barcelona, antes de la pandemia, operaban mil vuelos diarios. En junio de este año las operaciones llegaban a 400 con la vuelta a operar con la Terminal 2 y con la expectativa de recuperar rápidamente el terreno perdido y ampliarlo. Según AENA, la contaminación aérea por pasajero y kilómetro es de 285 gramos de CO2.
Así es el gobierno ecológico de la Generalitat. Juntos cargándose La Ricarda y Esquerra duplicando la cantidad de aviones.
La contaminación de Barcelona
En noviembre del año pasado, los niveles de contaminación de NO2, dióxido de nitrógeno, y de las partículas Tn10, las mayores, se han situado por encima de los máximos de referencia de la UE y de la OMS y han superado los niveles del mismo mes de 2019. Este hecho se ha producido a pesar de que el aumento de tráfico todavía sigue por debajo de los niveles habituales en un 15% menos.
La Agencia de salud de Barcelona ha realizado el “Informe de calidad del aire de Barcelona, 2020” comparando la evolución de 2020 en diferentes períodos de ese año. Como resultado del confinamiento y las diferentes medidas restrictivas se ha reducido drásticamente la contaminación, pero como puede verse en su gráfico, en la medida en que se iba recuperando la actividad, también se recuperaban los niveles previos de contaminación. Y debemos tener en cuenta que en septiembre había comenzado las restricciones de circulación de la Zona de Bajas Emisiones. El informe concluye que la caída de la contaminación ha sido mínima durante el período en que fueron efectivas las restricciones.
Hay que hacer observar que además la zona de bajas emisiones (ZBE), que había sido suspendida hasta septiembre, ha estado en pleno funcionamiento en los meses siguientes, y por tanto si todo lo que nos explicaba el Ayuntamiento era cierto, la eliminación de los coches más viejos debería haberse notado produciendo una reducción del impacto de las emisiones de gases sobre la atmósfera de Barcelona.
En síntesis, si se quiere reducir la contaminación de Barcelona y su área metropolitana, no sólo es cuestión de restringir el tráfico de turismos. También debe reducirse drásticamente el transporte aéreo y marítimo que son los transportes más contaminantes. Además se debe realizar una fuerte inversión en transporte público: el servicio de tren de cercanías; los autobuses y los metros. Servicios claves para poder entrar en la ciudad y moverse adentro.
Al mismo tiempo, Colau no ha hecho nada por transformar en eléctricos los autobuses urbanos que siguen utilizando combustible fósil y contaminando la atmósfera durante muchas horas a lo largo de la jornada. Unir el tranvía por la Diagonal, es una inversión millonaria pero que no tiene utilidad por los cientos de miles que cada día entran en la ciudad desde las seis de la mañana.
No al ecologismo para ricos
Pero toda esta política de terminar con el transporte privado de personas, es decir, con turismos particulares, no va acompañada de ninguna inversión en transporte público que permita el traslado de personas. En estos años de ayuntamiento "del cambio", los alquileres se han disparado y los jóvenes no pueden pagar; los empresarios y administraciones subcontratan con salarios bajos y temporalmente a los jóvenes y mujeres; no se puede entrar en la ciudad con coches viejos y el transporte público se está cayendo a pedazos: toda una política para dejar fuera de la ciudad a los sectores más castigados por la crisis y los gobiernos.
Una política que no es sólo responsabilidad del Ayuntamiento de Barcelona y del área metropolitana. Sino también de la Generalitat catalana y del gobierno central. La ley de alquiler de la Generalitat ha sido anulada por la "justicia" puesto que invade competencias del Estado. Pero el gobierno central sólo ahora está haciendo una . Aunque tiene muchísimos más límites que la moderada ley que ERC y JxCat ya habían diseñado previamente.
Y los acuerdos y desacuerdos entre los gobiernos autonómico y central respecto del Aeropuerto de El Prat no tienen en cuenta el enorme grado de contaminación de la ciudad. Sí que existe una importante diferencia respecto si se toca o no La Ricarda, pero ninguno de los dos gobiernos se preocupa por la gran contaminación procedente de los aviones. Y tampoco es causa de preocupación la terrible contaminación que realizan los cruceros que llegan al puerto barcelonés.
Esto es un "ecologismo" que no se preocupa del medio ambiente. Tanto el PSOE y Unidas Podemos, como Esquerra Republicana y Junts per Catalunya sólo se preocupan por las ganancias de los grandes empresarios. De la misma forma que lo hacen los Comuns y el PSC en el ayuntamiento de Barcelona. Esta supuesta "izquierda" gobierna para el Ibex35.
Precisamente por eso decimos que los discursos “ecológicos” de los Comunes, de los socialistas y de Esquerra Republicana, como máximo son palabras con las que buscan ganar electoralmente la “batalla cultural” contra la derecha del PP y Ciutadans y la extrema derecha de Vox. La izquierda parlamentaria se llena la boca de ecología (una ecología vacía y para ricos) y otros derechos como un intento de diferenciarse de la derecha. Puesto que en relación a las medidas económicas no se diferencia demasiado.
La política ecológica del Ayuntamiento de Barcelona favorece el transporte privado de los sectores más enriquecidos que pueden renovar sus coches y comprar nuevos y eléctricos. La inacción respecto a los precios de alquileres beneficia a los grandes tenedores de viviendas mientras expulsa de la ciudad a los sectores más empobrecidos. La política ecológica del gobierno de la Generalitat favorece la economía turística de bajo coste, el famoso turismo de borrachera, con los puestos de trabajo mal pagados y precarios. El poder beneficia a los grandes lobbies turísticos, empresarios de la hostelería, cadenas de hoteles y restaurantes, del sector del ocio, etc. en detrimento de amplios sectores de la población.
Una política ecológica real en favor de los trabajadores
Más allá de los falsos discursos ecológicos de los Comunes-Socialistas y de la Esquerra Republicana y la derecha negacionista, el problema ecológico sigue existiendo y necesita una solución lo más rápida posible. Una solución que contemple dentro de la ecología a los seres humanos, en especial en el sector más castigado por este sistema: los trabajadores jóvenes y las mujeres trabajadoras.
a) Reducir las emisiones de gases: Hacia una ciudad sin coches y mucho más transporte público
Para mejorar significativamente la situación ecológica de las ciudades catalanas y las diferentes áreas de influencia es necesario limitar el uso de transporte privado. A este respecto, sí tiene razón Ada Colau. Pero si hacemos esto sin una inversión extraordinaria de muchos millones de euros en transporte público, será imposible. De nada sirve poner multas e imponer restricciones. Ninguna medida administrativa puede detener las necesidades de traslado de miles y miles de personas. Y mucho menos castigar a sectores que están sufriendo la crisis y la Covid.
Es necesario realizar un plan de transporte general que contemple la realidad de traslado de las personas que entran y salen de la ciudad. Por eso, el protagonismo debe ser de los trabajadores del sector que día a día ven el tráfico de personas. También es necesario crear comisiones de usuarios y de trabajadores que puedan expresar las necesidades de movilidad. Los políticos llevan años moviéndose en coche oficial y sólo piensan en los negocios de los grandes empresarios (y en nosotros el día en que se vota).
Sólo una fortísima expansión de la inversión en transporte público permitirá reducir drásticamente el uso del transporte privado que es más caro y contamina más. Y así sí que será posible hacer una ciudad más amable con las personas, transformando las calles en espacios peatonales. En lugar de invertir 1.700 millones de euros en el aeropuerto como dicen el gobierno central y Junts per Catalunya, es necesario invertirlos en el transporte de cercanías (tren, buses, metro) para reducir la frecuencia de paso y ampliar las rutas . Reemplazar los viajes de cabotaje en avión por viajes de tren es clave.
b) El alza de los precios de alquiler y la movilidad
Otro aspecto importante son los precios de alquileres que, en la ciudad de Barcelona y sus alrededores, se han disparado. Este problema también tiene que ver con la movilidad, ya que miles de personas han tenido que trasladarse fuera de la ciudad para poder pagar la vivienda. Los precios de la vivienda han subido una barbaridad por la fuerte especulación de los grandes tenedores como son la banca, la iglesia y los fondos buitres.
Hay que expropiar sin indemnización a los grandes tenedores de vivienda (banca, fondos buitres, Iglesia, etc.). Estas empresas ganan miles de millones de euros con carísimos alquileres dirigidos a los turistas y expulsan de los barrios a miles de trabajadores y trabajadoras. Y con todos esos pisos hacer un parque público de alquiler de pisos con precios populares. Esto permitirá evitar la expulsión de la juventud y muchas familias trabajadoras fuera de la ciudad y los viajes larguísimos que deben hacer todos los días para entrar y salir a trabajar a la gran ciudad.
c) Terminar con el trabajo precario, en especial el juvenil.
Todas estas medidas para hacer una ciudad con una buena relación con el entorno sólo sirve para que todos los humanos que vivimos en ella podamos hacerlo en una buena situación económica y social. ¿De qué sirve tener un buen aire si no podemos resolver las necesidades básicas? Serviría sólo de cara a los grandes empresarios que pueden ofrecer a los turistas una ciudad saludable y para poder realizar sus negocios. Y esto lo hacen pagando salarios de miseria y haciendo contratos precarios, por días y horas.
No queremos conservar el medio ambiente al coste de expulsar de la ciudad a decenas de miles de personas; al coste de que cientos de miles encadenen (cuando pueden) contratos temporales con salarios miserables. Vivir con una buena relación entre nuestra acción y la conservación del medio ambiente debe ser una necesidad para que todos puedan vivir con las necesidades básicas cubiertas.
Precisamente, por eso estamos en contra del proyecto de ciudad mega turística con la que Els Comuns, Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, el PSC, y la derecha piensan la ciudad de Barcelona y Catalunya en general. Esto son miles de millones para los empresarios y precariedad para la clase trabajadora. Como decía, Pablo Castilla: "a reducción de jornada laboral a 30 semanales para repartir el trabajo sin reducir el salario, combatir la precariedad laboral" .
Para resolver los graves problemas ecológicos que las grandes empresas y el capitalismo generan, es necesario defender los derechos de toda la clase trabajadora e imponerlos a través de la movilización social y anticapitalista.