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Red Internacional
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Años neoliberales. Cuando el movimiento estudiantil enfrentó el intento de privatizar las universidades

En esta ocasión reconstruimos la lucha del movimiento estudiantil universitario que enfrentó el intento privatizador de la educación superior a través de la prensa del PTS en el año 1995.

Daniel Lencina

Daniel Lencina @dani.lenci

Jueves 8 de agosto

Fotomontaje: @dani.lenci

El año 1995 fue un punto de inflexión de los años neoliberales. Con el apoyo de la UCR, mediante el Pacto de Olivos que reformó la Constitución Nacional, el PJ se propuso ir por la reelección presidencial de Carlos Menem. Luego de transitar su primer mandato asestando duros golpes al pueblo trabajador mediante las privatizaciones masivas, quedaba una materia pendiente: privatizar la educación superior.

Brevemente repasamos el contexto a partir de la lectura que ofrece la prensa llamada “Rebelión de los Trabajadores” que publicó el Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS) entre los años 1991 y 1996, digitalizada por el CEIP “León Trotsky”. Desde sus editoriales leemos que en el país hay un clima de “revueltas” y “estallidos” en varias provincias, con Santiago del Estero, Río Negro y Tierra del Fuego como protagonistas. En la provincia más austral del país, leemos que los obreros metalúrgicos han protagonizado una serie de huelgas, con tomas de fábricas y grandes movilizaciones. Entre sus consignas, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) planteaba la reducción de la jornada laboral a 6 hs sin afectar el salario, para crear nuevos puestos laborales y combatir la desocupación que azotaba al pueblo trabajador. En una de esas manifestaciones, un joven obrero fue asesinado, tiñendo de rojo el suelo fueguino, era Víctor Choque, “convirtiéndose en el primer muerto a manos de las fuerzas represivas en una manifestación, desde la caída de la dictadura en nuestro país”. En medio de ese clima se desarrollaría una batalla por la defensa de la educación pública en las principales universidades de la Argentina.

El antecedente inmediato al tema de este artículo fue en 1992, cuando la educación media sufrió un duro ataque con la sanción de la Ley Federal de Educación (LFE) que si bien no logró privatizar la educación pública, laica y gratuita, si logró el objetivo de desfinanciar y de provincializar su presupuesto anual. Así, el peronismo daba pasos en deteriorar el salario docente y las condiciones de estudio de los hijos del pueblo pobre y trabajador, animando la educación privada y/o religiosa a la que apoyó con subsidios estatales, mercantilizando la educación.

A pedido del Banco Mundial y el FMI, el gobierno peronista diseñó la nefasta Ley de Educación Superior (LES). La misma consideraba a la educación como un “servicio”, no como un derecho. Desde esa óptica, se proponían incrementar las restricciones al ingreso universitario y el objetivo estratégico era avanzar en el arancelamiento de la educación superior. Un ataque directo a uno de los sistemas educativos más avanzados de América Latina y con gran tradición política si tomamos como referencia histórica a la Reforma Universitaria de 1918.

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¿En qué consistía la LES? Entre otros aspectos, establecía la creación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) encargada de “acreditar” o no las carreras universitarias, orientando la producción científica en función de las necesidades de los mercados, no de las necesidades sociales. Por ejemplo, su injerencia en la orientación de la investigación y producción universitaria abarcaba los planes de estudios de las carreras que ya existían y de las nuevas que se crearían a partir de la sanción de la LES. Por otra parte, la CONEAU estaba integrada por 12 miembros, de los cuales solo 3 de ellos pertenecían a la universidad pública. Con ese panorama, hacia el mes de abril de 1995 comenzaría una de las batallas políticas protagonizadas por la juventud estudiantil en los años del menemismo.

Tomas de facultades, clases públicas y clases de lucha

El gobierno peronista de Carlos Menem llevó a cabo un recorte del presupuesto universitario que las autoridades se encargaron de trasladar a cada facultad. En medio de ese ataque unos 400 estudiantes de Ciencias Exactas de la UBA tomaron la facultad. Por esos días, el 6 y 7 de abril hubo paro docente y los estudiantes sumaron sus fuerzas junto al claustro no docente. La lucha daba sus primeros pasos y entre el 17 y 20 de abril se tomaron la mayoría de las facultades de la Universidad Nacional de La Plata.

Ante ese panorama, veamos una intervención de Christian Castillo, docente universitario y dirigente del PTS, en una asamblea de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Así reflejaba Rebelión de los trabajadores nº 72 aquellas palabras:

“Rescatamos los planteos de solidaridad obrero-estudiantil que han generado los hechos de Ushuaia y la muerte del obrero de la construcción Víctor Choque. Pero compañeros, nosotros no podemos quedarnos en una declaración de solidaridad abstracta. La unidad obrero-estudiantil es la unidad con los obreros de Tierra del Fuego contra los despidos que sufren, es la defensa de lucha por el salario de nuestros no docentes que hoy ganan $280 por mes, es la lucha porque los obreros y sus hijos puedan acceder a la universidad, es la lucha por terminar con el flagelo que para el movimiento obrero es la desocupación. Es también tomar como movimiento estudiantil el reclamo de los obreros fueguinos de reducir la jornada laboral a seis horas con salarios de $1000; porque los desocupados no son causados por los mejoramientos de la técnica como mienten los sociólogos y cientistas sociales a sueldo de la patronal, sino porque en el capitalismo los adelantos tecnológicos sólo se utilizan en función de garantizar las ganancias de los capitalistas. Si las nuevas tecnologías, por ejemplo, permiten incrementar la productividad del trabajo un 20%, que otra cosa más que los intereses de los capitalistas impiden reducir la jornada laboral en ese mismo término manteniendo el mismo número de fuentes de trabajo? En el mismo sentido, sin reducción de la jornada de trabajo y un salario digno es pura declamación hablar de ‘Universidad de los trabajadores’, porque ningún trabajador puede pensar en estudiar sometido a las jornadas de trabajo actuales de 12 o 14 hs. o estando desocupado”.

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En RT n° 73, el conflicto ya es un hecho masivo. Se habla de una oleada de tomas de facultades, asambleas y movilizaciones callejeras en La Plata y la UBA. Al mismo tiempo se critica a las conducciones de la FUBA y la FULP porque son dirigidas por los radicales de la Franja Morada segundeadas por el “progresismo” del Frente Grande. En sus páginas leemos que las direcciones burocráticas hacen algo de manual: ponerse al frente del movimiento para desactivarlo, impedir un plan de lucha y apostar a los proyectos alternativos de leyes que en lo esencial se parecen mucho al proyecto menemista. Mientras tanto, se va desarrollando un nuevo movimiento estudiantil que va haciendo la experiencia con esas direcciones.

El domingo 14 de mayo de 1995 Menem fue reelecto presidente y como el neoliberalismo se afirmaba en nuestro país, en RT n° 74 leemos un programa de salida obrera-estudiantil a la crisis. En la sección dedicada al conflicto universitario reconstruimos que hubo 14 días de tomas, asambleas masivas y marchas en la Universidad Nacional del Comahue (UNC). Allí se formaron comisiones de prensa, seguridad y política entre otras que fueron nutridas por miles de nuevos activistas. Muchos de ellos nacieron a la vida política, enfrentando el plan privatizador de Menem y Cavallo, su ministro de Economía.

Por su parte, los trabajadores no-docentes de la UBA estaban en pie de lucha, enfrentando el plan privatizador del Hospital de Clínicas -que depende de la Facultad de Medicina-, reclamando aumento de sueldo que fue congelado por la gestión del gobierno nacional con el apoyo de los radicales de la UCR-Franja Morada. Un dato interesante, es que En Clave Roja, la agrupación estudiantil impulsada por el PTS, realizó una charla junto a Hebe de Bonafini, José Montes (obrero del Astillero Río Santiago y dirigente del PTS), compañeros del MST y otras agrupaciones de izquierda. Allí se dio un debate que al año siguiente daría un salto cualitativo y cuantitativo: la pelea por meter presos a los genocidas de la dictadura. En esa charla se debatió acerca de la complicidad peronista y radical para otorgar la libertad y la impunidad a los responsables del genocidio de 30 mil compañeras y compañeros que dejó como saldo la dictadura de 1976.

Con los huesos de Cavallo,
vamos hacer una escalera
para que en las facultades
pueda entrar la clase obrera

Previa de tomas, mañanas de bloqueos

La noche del 30 de mayo no fue una más en el conflicto universitario. Todas las facultades de la UBA fueron tomadas. Lo mismo sucedió en 25 de las 33 universidades nacionales. Así se hacía “la previa” para lo que iba ser una jornada de lucha enorme al día siguiente, dado que el tratamiento de la LES en el Congreso de la Nación estaba prevista para el 31 de mayo.

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Por su parte, el peronismo contaba con los votos de sus propios diputados, la UCD y los partidos provinciales. Desde las primeras horas del día 31 los estudiantes colmaron las calles adyacentes, rodeando masivamente al Congreso y bloqueando de hecho los ocho accesos que tiene el parlamento. Bajo esa presión se levantó la sesión por falta de quórum y los estudiantes se anotaron una victoria, marcando la cancha al gobierno al final del día. A pesar de la disposición a la lucha vemos otro “clásico de clásicos”: la FUA y la Franja Morada recién aparecieron a las 18hs en el epicentro de la batalla política. Cuando se trata de evitar la pelea, peronistas y radicales saben muy bien cómo hacerlo.

La contratapa de RT n° 75 denunciaba a Menem porque intentó poner al pueblo pobre y trabajador en contra de la lucha universitaria. El presidente dijo que todos los estudiantes “tienen auto” y son “privilegiados”. Además, en el mismo ejemplar se plantea que:

“El FREPASO y la UCR -a pesar de que la mayoría de los estudiantes que hoy resisten el ataque de Menem los hayan votado-, se han alineado contra los estudiantes movilizados. (...) Para el centroizquierdista Chacho Alvarez y el radical Shuberoff los ‘antidemocráticos’ y ‘autoritarios’ son los estudiantes que toman facultades, los obreros que ocupan fábricas como en Ushuaia y no el gobierno que reprimen con la policía y la gendarmería, que asesina obreros como Víctor Choque, que ataca a las conquistas de los trabajadores y los estudiantes. Una vez más la política de los centroizquierdistas y la UCR es una ley consensuada con el menemismo. Quieren repetir la maniobra que tan buenos resultados les dió con la Ley Federal de Educación”.

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Durante el mes de junio, la burocracia gorila que dirigía federaciones y centros de estudiantes ensayaron distintas maniobras para detener, desviar y desarticular el movimiento contra la LES. Por ejemplo, el 7 de junio el Congreso se propuso dar media sanción a la LES. El movimiento universitario esta vez no logró bloquear el parlamento a causa de las maniobras impuestas por la Franja Morada como ser convocar tarde y sin bloqueo efectivo, movilizar a los 30 mil estudiantes al Palacio Pizzurno (Ministerio de Educación), lejos del lugar donde efectivamente se iba votar la nefasta ley. Ante la sanción de la misma en diputados, los estudiantes que habían permanecido fueron reprimidos por la policía que salió a la cacería bajo una lluvia de piedras. Al día siguiente Daniel Nieto, dirigente de Franja Morada y presidente de la FUA, se puso a disposición de la policía para “identificar” a los estudiantes que habían causado “los disturbios”. Pronto se ganó el pseudónimo que lo acompañará de por vida: “Nieto botón”. Mientras que 500 estudiantes se movilizaban por la libertad de los 16 estudiantes detenidos tras la represión.

En RT nº 76 se comenta en un reportaje a estudiantes de En Clave Roja que tras la Marcha Federal del 21 de junio, unos 3500 estudiantes repudiaron a la conducción burocrática de la UCR/Franja Morada y en una asamblea Interfacultades llamaron a un Encuentro de estudiantes combativos a reunirse en Córdoba el 8 de julio. La vanguardia forjaba su experiencia y buscaba cómo profundizar la lucha por tirar abajo la ley del Banco Mundial y el FMI.

Por el contrario, la burocracia morada llamaba a través de la prensa burguesa -por supuesto que sin discusión en ninguna asamblea de base-, a un encuentro en Mar del Plata junto a los rectores radicales y menemistas y los consejeros superiores para discutir su verdadero objetivo: cómo sepultar al movimiento estudiantil que había ganado las calles y entregar la autonomía universitaria a los mandatos de los monopolios.

El 20 de julio el Senado aprobó la LES con los votos positivos del Partido Justicialista, el Movimiento Popular Neuquino y el Movimiento Popular Fueguino.

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Si bien no se privatizó la educación superior tal como esperaba el menemismo, tras el desprestigio ocasionado por las movilizaciones masivas de alcance nacional, sí se logró recortar los contenidos de las carreras de grado para justificar los aranceles de los posgrados y avanzar en mayores niveles de subordinación de los grandes monopolios como por ejemplo los laboratorios, con el verso de “generar recursos propios”. En algunos casos, se logró poner a las universidades al servicio del extractivismo, destruyendo el ambiente y saqueando los bienes públicos naturales.

Por otra parte, desató un proceso de reformas de los estatutos por universidad que tiempo después volvió a poner al movimiento estudiantil en pie de lucha, aunque esta vez por universidad y región. Además, se avanzó en la precarización del salario docente y no docente, como así también en el declive de las condiciones edilicias de cada facultad.

Conclusión

Las movilizaciones de 1995 que hoy describimos a través de “Rebelión de los trabajadores” fueron las más grandes desde el retorno a la democracia, hasta ese año. Se dieron en un contexto de profunda recesión económica, con altos niveles de desocupación que aterró al pueblo trabajador y que alimentaron la resistencia obrera y popular.

Aunque la política de la vanguardia estudiantil de agruparse en un encuentro nacional fue correcta, en los hechos resultó impotente para arrebatar la dirección del movimiento a la burocracia gorila de la Franja Morada. Pero marcó un camino que es imprescindible a la hora de pensar los desafíos de lucha del presente. Cuerpos de delegados, asambleas Interfacultades y comités de lucha en todas las universidades del país estuvieron dispuestas a defender la educación superior y la autonomía universitaria cueste lo que cueste fue el resultado. Surgió una nueva camada de activistas, militantes y dirigentes juveniles que despertaron a las ideas de lucha y muchos de ellos y ellas nutrieron las agrupaciones de la izquierda combativa y antiburocrática. Todo ello sería de una gran experiencia en los años por venir, plagados de más ajuste pero también de resistencia.

En cuanto a la nefasta LES, hija del FMI y el Banco Mundial, no fue derogada ni siquiera en los “años del kirchnerismo” y constituye una mancha que no se borrará jamás en la historia de esa corriente política que mantuvo la herencia del menemismo hasta el día de hoy.

El movimiento estudiantil universitario y, en menor medida secundario, que hoy describimos, a partir del año 1996 será protagonista en la lucha por el juicio y castigo a los responsables de la última dictadura militar de 1976. Pero eso será tema de la próxima entrega de la serie Años neoliberales.


Daniel Lencina

Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.

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