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VENEZUELA Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a las costas venezolanas

A 75 años del primer ataque de submarinos nazis en aguas del mar Caribe, el derribo de tres buques tanqueros y la muerte de 47 marinos. Algunos hechos, motivos y análisis.

Jueves 16 de febrero de 2017 01:09

El primer ataque alemán a un territorio del hemisferio occidental sorprendió a los habitantes de las costas paraguaneras la madrugada del 16 de febrero de 1942, cuando submarinos nazis abrieron fuego contra siete buques tanqueros petroleros (Monagas, San Nicolás, Tía Juana, Pedernales, San Rafael, Orajestad y Arkansas) ubicados entre Paraguaná y las Antillas holandesas, de ellos solo los primeros tres fueron efectivamente torpedeados.

Un año más tarde, en julio de 1943, los submarinos nazis repitieron la agresión derribando al tanquero “Rosalía”, la amenaza nazi continuó incursionando por toda la extensión de las costas venezolanas hasta el mes de agosto de 1944, dejando las huellas de los ataques al Golfo de Paria y de la Batalla de La Blanquilla.

“Operación Neuland” y el hundimiento del Monagas

Fue el 17 de enero de 1942 [1] cuando el almirante nazifascista Karl Dönitz desde su cuartel general en la costa Atlántica francesa, ordenó enviar sus Unterseebootes (submarinos) al Mar Caribe, a una de las más ambiciosas campañas navales de la Kriegsmarine en la llamada Batalla del Atlántico: La Operación Neuland (Tierra Nueva).

En sus memorias relata lo milimétricamente planificado del ataque: “Cada uno de los submarinos debía operar delante de Aruba, Curazao y en la costa oeste de la península de Paraguaná (…) En consecuencia fijé el 16 de febrero como día de ataque…” [2] y así fue que la noche del 15 de febrero, el submarino U-502 capitaneado por Jürgen Von Rosenstiel ingresó a las aguas del Golfo de Venezuela.

A las 2:44 am fue alcanzado el tanquero Tía Juana (Lago Shipping Co.), de 25 tripulantes 17 perecieron, el segundo en ser atacado fue el Monagas (Mene Grande Oil Co.), con bandera venezolana, recibiendo dos torpedos; finalmente el submarino abrió fuego contra el buque San Nicolás (Lago Oil & Transport Co. Ltd.), de sus 26 marinos fallecieron 7 y 19 fueron rescatados del mar. De los 31 tripulantes del Monagas 19 eran venezolanos, al abandonar la nave en llamas los sobrevivientes estuvieron por espacio de tres días varados en las costas de La Guajira.

En ese momento y lugar, el único buque cañonero con que contaba la armada venezolana era el General Urdaneta fondeado frente a Carirubana, este se puso en marcha tras la primera explosión, alrededor de las 4:30am llegaría a ubicarse a solo tres millas náuticas del submarino alemán, pero dada su obsolencia frente a este tipo de ataques (desprovisto de equipos de detección -sonar- y de armas submarinas) se limitó a patrullar el área en busca de sobrevivientes.

Para muchos, el ataque ha sido considerado un episodio anecdótico de nuestra historia, en algunos casos se exagera endilgándolo a supuestas tentativas expansionistas del nazifascismo en Latinoamérica, o como una represalia del nazismo al gobierno de Isaías Medina Angarita por la ruptura de relaciones diplomáticas el 2 de enero de ese año, pero otra hipótesis nos parece mucho más sugestiva, nos la ofrece Ramón Rivas en Venezuela, Petróleo y Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un ejemplo histórico para las nuevas generaciones, veamos...

“Venezuela, petróleo y segunda guerra mundial”

La importancia geo-estratégica de las costas venezolanas en la Segunda Guerra Mundial fue un hecho pasado por alto largo tiempo. Ramón Rivas en su trabajo arriba citado pondrá de relieve el hecho de que el Caribe venezolano proveía a los aliados la mayor fuente de materiales e insumos, así como del 64% petróleo que consumían las fuerzas británicas en los frentes de Europa y África del Norte.

Según apuntara en su diario de navegación el propio Jürgen Von Rosenstiel, tras los ataques a los tanqueros en aguas del Caribe, observó a través de su periscopio el cañonero venezolano Urdaneta, pero como su objetivo estratégico era derribar los tanqueros petroleros decidió no atacar el buque de guerra de la armada venezolana, el móvil era claramente más estratégico-militar que de expansionismo político.

Para Rivas: “La riqueza en recursos hidrocarburos y las rutas estratégicas de suministro utilizadas por los aliados para el abastecimiento continuo desde América a las tropas apostadas en Europa, llevó a la Kriegsmarine a posar su mirada en el Caribe como un escenario de combate adicional al del Atlántico norte y Mar Mediterráneo, cuyo protagonista principal fue el arma submarina” [p. 205] Por eso el propio Almirante Dönitz señalaba en sus memorias: “Aruba y Curazao eran los puntos importantes del aprovisionamiento de petróleo en lo que era de prever que existía un intenso tráfico con buques cisternas” [p. 223].

En su voluminoso libro de historia contemporánea de Venezuela Luis J. Silva Luongo enfatiza: “no podemos dejar de reiterar el valiosísimo aporte del petróleo venezolano a la lucha y triunfo de los aliados” [p. 122]. Por sus rutas marítimas y recursos naturales, Venezuela mantiene hoy día la importancia Geo-estratégica y Geo-política que la hizo vulnerable ante los ataques de la potencia alemana durante el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Cuadro general de la situación nacional durante la guerra

Hacia 1939 el gobierno de López Contreras firmaba el tratado de reciprocidad comercial con EE.UU., en una Venezuela cuya burguesía industrial -proveniente de las viejas oligarquías- apenas rompía la semilla abonada y alimentada por el estado a través de la renta petrolera, por tanto, esta política terminó favoreciendo la penetración de capitales norteamericanos y la diplomacia del dólar (New Deal) de Franklin D. Roosevelt.

El objetivo estratégico norteamericano hacia el hemisferio había cosechado éxitos en Uruguay (1933), Argentina (1936) y Perú (1938), su consolidación reclamaba la estabilidad política de los gobiernos del hemisferio, y en eso llegó la guerra al Caribe... Las primeras consecuencias económicas para el país se hacen sentir en la caída de algunos indicadores respecto al año anterior: cae un 25% la producción petrolera, un 44% de los impuestos de importación, y 1/3 de los impuestos petroleros, la promulgación de la famosa Ley de Hidrocarburos de 1943 se enmarca muy bien en el contexto de dicha crisis.

Al inicio de la contienda bélica, la posición del gobierno del general Isaías Medina Angarita, anterior ministro de Guerra y Marina, era de “neutralidad” y “no beligerancia”, su respuesta a los ataques comenzó por el “apoyo al esfuerzo aliado”, colaboración con sus servicios de inteligencia, congelamiento de bienes a ciudadanos alemanes, restringiendo sus actividades dentro del país. También enviará un telegrama hacia Berna con un mensaje que luego el gobierno alemán se rehusó a recibir, mientras a lo interno reforzó el aparataje policial, militar y de inteligencia, acompañándolo de severas medidas “de seguridad”, finalmente en un gesto de mínima significación bélica pero sí electoral, declara la guerra a Alemania y Japón el 1ro de enero de 1945.

En su reseña sobre el hundimiento del Monagas, Alí Brett Martínez subraya que la presencia de estos submarinos nazis “burló la protección norteamericana del Canal de Panamá y los técnicos navales aseguraron entonces que se trataba de ‘una manada’ de embarcaciones” [p. 203], por esos años se instala dentro de las fronteras venezolanas la presencia de los servicios de inteligencia imperialistas enfrentados, por un lado E-Deinst y Abwher, agentes de espionaje alemán; y por el otro el FBI norteamericano, y la MI5 británico.

Medina, quien llega al poder impuesto por necesidades del “régimen de transición”, asume desvinculado del apoyo de masas para pronto atraversar una severa crisis, decide suspender las garantías constitucionales en los campos petroleros, y dispondrá de poderes especiales para prevenir e intervenir en conflictos obreros.

En ese marco se explican medidas “liberalizadoras” como la legalización de AD y algunos partidos de oposición, exceptuando al PCV por el inciso sexto [3] interpuesto por el gobierno anterior para ilegalizar la propaganda comunista, de este modo la acuciante urgencia del gobierno por conciliar los diversos sectores del país contó con el favor prestado por estos partidos al evitar las huelgas obreras y acciones de fuerza por abajo.

En resumen, bajo aquellas condiciones se impuso la lógica de “la defensa de la patria”, la “lucha por la democracia”, entre otras engañosas consignas con que escondían sus verdaderos intereses las mismas burguesías imperialistas que levantaron a Hitler, mientras la galopante potencia norteamericana, en realidad, allanaba el camino para un nuevo reparto imperialista del mundo en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

El estalinismo venezolano ante la Segunda Guerra Mundial

Después de la histórica huelga de 1936 el movimiento obrero, especialmente el petrolero, contaba con cierta experiencia organizativa y política, con el fin del gobierno de López Contreras experimenta un nuevo brote de movilidad, el partido con mayor inserción y contacto con la masa obrera petrolera era de lejos el PCV, contando con la dirección de casi un centenar de sindicatos. Sin embargo, la dirección del PCV seguía a pies juntillas los vaivenes de la política exterior de Stalin, y esto solo pudo llevar al movimiento obrero y sindical a la perdición.

Después del “pacto germano-soviético” y antes de la invasión nazi a la URSS, la campaña del PCV era contra un Medina Angarita “fascista” y “gomecista”, en una alianza interpartidista con el aparato electoral de AD [Caballero; 2006: 210] para después de 1942, (aun ilegalizado por Medina) promover la campaña de Unidad Nacional Antifascista en un apoyo a Medina Angarita que se extiende hasta 1945, cuyo lema era “con Medina, contra la reacción” identificada con el Lopecismo y AD [Pinto Iturrieta; 1998: 81].

El producto de la alianza electoral de las direcciones estalinistas y socialdemócratas dentro de la “Unión Municipal” o la “Liga de unificación zuliana” fue la condena de ambas partes a las huelgas obreras “porque ellas sirven al fascismo” (!), Demás está decir que durante todo el período la actitud de las trasnacionales petroleras hacia los sindicatos fue de no reconocerles, y el producto más acabado de la alianza con Medina fue el de la proscripción de los 96 sindicatos dirigidos por el PCV, favoreciendo incluso a sus propios adversarios de AD, quienes le dieron el golpe de octubre de 1945.

Es cierto que el PCV ha criticado posteriormente aquella orientación [Aportes a la historia del PCV; 1971: 113], pero dicha crítica ha quedado reducida a la sola atribución al “browderismo” y la “infiltración de sectores intelectuales, profesionales y pequeño burgueses”, como seguimos viéndolo en “balances” más actuales: “De 1941 a 1945, los comunistas venezolanos sufrimos una nueva desviación oportunista de derecha que propugnaba el colaboracionismo de clase, y que se vio fortalecida en 1943 con la adopción de la doctrina liquidacionista conocida internacionalmente como ‘browderismo’. La influencia y difusión de esta doctrina... resultó favorecida en Venezuela por el acercamiento al gobierno de la época” [4]

El historiador, ex militante y detractor del PCV, Manuel Caballero si bien acepta que “el cubano y el venezolano fueron, con el colombiano, los Partidos Comunistas que aceptaron con mayor entusiasmo las tesis de Earl Browder…” advierte que “La política de ‘colaboración de clases’ de esos partidos, ya lo hemos visto, precedió a los desarrollos teóricos del líder estadounidense” [2006; p. 215]

La autocrítica del PCV desconoce en dicha desviación oportunista su línea de establecer bloques políticos con la burguesía y pequeña burguesía nacionalistas (según la forma que marque la coyuntura), así como la responsabilidad de Stalin y su influencia en el partido como máximo jefe de la Internacional Comunista hasta el momento en que la clausura para tranquilizar a los imperialistas “aliados”; no fue otro que él mismo quien sostuvo que “el deber sagrado de los trabajadores consiste en ayudar por todos los medios los esfuerzos militares de los gobiernos de sus países destinados a la rápida derrota del bloque hitleriano” [5]

Pero el bloque hitleriano no fue el único derrotado, la celebración fundamental de la clase dominante y la casta política se debió a la derrota y fragmentación del movimiento obrero y sindical lograda durante y después de la segunda guerra mundial, puesto que fortaleció el enclave entre imperialismo y el desarrollo de una burguesía nacional dependiente, esto tuvo actores muy concretos en el gobierno de Medina, la oposición del tipo betancourtista, y también la política defendida por los estalinistas venezolanos en el período.

Sin embargo, una victoria obrera y de masas sobre las ruinas del fascismo y la reacción era concebible sólo si la vanguardia obrera hubiera sido orientada por una política revolucionaria probada en la lucha de clases, una política continuadora del bolchevismo que bregara Por los Estados Unidos Socialistas de América Central y del Sur, perspectiva trazada por Trotsky en 1940:

“...no olvidamos ni por un instante que ésta no es nuestra guerra. A diferencia de la II y de la III Internacional, la IV Internacional basa su política no en los éxitos militares de los Estados capitalistas, sino en la transformación de la guerra imperialista en una guerra de los obreros contra los patronos, en el derrocamiento de las clases dominantes de todos los países, en la revolución socialista mundial.” [6]

Por haber sido asesinado por órdenes de Stalin en agosto del 40’, León Trotsky no llegaría a enterarse de los ataques nazis en el hemisferio occidental, no obstante, estos eventos figuran como continuación de los problemas latinoamericanos a los que dio seguimiento continuo hasta sus últimos días. Un balance completo de este período y sus lecciones sigue siendo una labor acuciante para los revolucionarios trotskistas latinoamericanos.

NOTAS

[1] Resulta curioso que la orden de Dönitz para el ataque sorpresa a las costas venezolanas se emitiera en la misma fecha en que 39 años antes [17/01/1903] buques de guerra alemanes intentaron infructuosamente forzar la Barra de Maracaibo, en represalias al gobierno de Cipriano Castro por rehusarse a la imposición de cancelar la elevadísima deuda contraída con las potencias imperialistas europeas.

[2] Karl Dönitz (1959). Diez años y veinte días. Barcelona, España: Luis De Caralt Editores. Pp. 222-223.

[3] El famoso inciso sexto que impedía la agitación y propaganda comunista quedará abolido por Medina en el contexto electoral de 1945, tanto por la autoridad ganada con el favor del PCV, como por interés propio, frente al avance de una oposición adeca que cobraba fuerza, Medina contaba con el apoyo del PCV, y al final, con la fragmentación y atenazamiento de los sindicatos a las estructuras del Estado, la legalidad del PCV no era su mayor problema.

[3] “La lucha del PCV contra el oportunismo” puede leerse en Revista Internacional Comunista, o en la web de Tribuna Popular.

[4] Documento de disolución de la IC, citado por Caballero, p. 216

[5] León Trotsky (mayo, 1940). Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial

TEXTOS CONSULTADOS

  • Luis Farage Dangel (2013). Operación Neuland, los ataques de submarinos alemanes en aguas venezolanas durante la Segunda Guerra Mundial. Revista Mañongo N°41, Vol. XXI, julio-diciembre, 2013. Pp. 301-320.
  • Alí Brett Martínez (1998). Aquella Paraguaná. Falcón, Venezuela: Fundación Amigos de la Cultura de Paraguaná: 2da. Ed.
  • Luis José Silva Luongo (2005). De Cipriano Castro a Carlos Andrés Pérez (1899-1979). Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2da. Edición
  • Manuel Caballero (2006). La Internacional Comunista y la revolución latinoamericana, 1919-1943. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa, 3ra Ed.